Tiempos interesantes

No hay dudas de que los próximos años serán —como reza la maldición china— tiempos interesantes. El tantas veces anunciado fin del ciclo k finalmente llegó y con él todas las especulaciones posibles. Si bien en los próximos tiempos criticar al kirchnerismo por sus errores será un popular deporte nacional, lo cierto es que los verdaderos planes de Cristina Fernández de Kirchner no se han modificado en lo más mínimo. Sí, así de maquiavélica suele ser la política argentina.

Daniel Scioli nunca fue del agrado de la señora. Su estilo tibio, dialoguista y corporativo la exasperaba. La conversión del bonaerense al kirchnerismo duro lo terminó de alejar del votante medio. La Presidente saliente hubiese preferido siempre a otro delfín, pero correrlo al motonauta hubiese significado enfrentarse a buena parte del peronismo clásico y territorial, aquel que ella —por falsa conciencia de clase— detesta profundamente.

Lo cierto es que Cristina decididamente jugó en contra de Daniel. Nadie puede creer que la sucesión de groseros errores y fuego amigo al que fue sometido el gobernador haya sido casual y no premeditado. Las declaraciones de personajes que le harían un gran favor al país si se jubilaran, más el ninguneo a peronistas históricos fue un lastre demasiado pesado para alguien que no se caracteriza por golpear la mesa y definir una posición política propia. Continuar leyendo

Déjà vu

Los radicales viven horas de éxtasis. Luego de haber producido la mayor crisis político-social-económica del ultimo siglo, se ven – y sienten – con reales chances de acceder nuevamente al poder. Luego de la Convención de Gualeguaychú, más de un ucerreista salió a comprarse un nuevo traje.

Si bien el mapa político cambió, quizás alguien debería aconsejar la prudencia a estas excitadas almas. La política argentina es tan recurrente que el griego Polibio (conocido por su tesis de los ciclos políticos) parecería mas argento que un buen mate amargo.

El presente entusiasmo de la UCR es similar al que experimentaron en el inicio de aquel experimento que fue UNEN y que Carrió se encargó de dinamitar con el esmero de “Bombita” Fisher, aquel personaje que interpretaba Ricardo Darin en “Relatos Salvajes”. Incluso, se podría retroceder aun mas en el tiempo y rememorar las sonrisas de De La Rúa y “Chacho” Álvarez cuando nacía la Alianza (con perdón de la palabra) con fines mas o menos similares a los presentes.

Cierto es que en política dos mas dos difícilmente sean cuatro, por mas que experimentados rosqueadores hagan del álgebra un culto. La sociedad no vota acuerdos de cúpula sino a las personas. Y aunque a muchos les duela reconocerlo, la Convención de Gualeguaychú funciono como un gigante remate de distintas porciones del centenario partido.

La necesidad del remate surge de las urgencias de algunos legisladores como Sanz, Cimadevilla o Aguad. Estos conductores sin conducidos comparten las características de ser hombres de escaso poder territorial, con nulo apoyo popular, pero hábiles en la rosca pura y dura. Al igual que Frank Underwood, el personaje siniestro de “House of Cards”, estos prohombres del partido fundado por Alem consideran que la democracia está sobrevalorada y aspiran a encabezar minorías o ingresar por la ventana para sostener sus cargos legislativos sin necesidad de tener votos a su favor.

La alianza (nuevamente, perdón por la palabra) realizada con el PRO, de la esperanza blanca Mauricio Macri, tiene serios vicios de origen desde el punto ideológico. Si bien en una anterior columna (“El PRO en su laberinto”) sosteníamos que gran parte del antiperonismo argentino (AKA “gorilaje”) fantaseaba con un acuerdo entre Carrió, Macri y Sanz, el hecho que el sello de la UCR – afiliada a la internacional socialista- se vea enlodado en este caldo, como mínimo, hace tanto ruido como cuando Menem cantaba “combatiendo al capital”.

Aquellos inocentes radicales que sueñan que Sanz (que no supera el 3% de intención de voto) gane en las PASO a Macri producen tanta ternura que no dan ganas de traerlos a la realidad. Aunque deberían repasar la ley electoral para entender que, una vez presentadas las formulas para las PASO, no pueden cambiarse para las elecciones generales. En buen criollo, luego que Macri le pase el trapo al mendocino, los radicales estarán embretados en el PRO. Es decir, lo que en teoría de juegos sería una no-win situation.

De todas maneras, al radical histórico le va a costar acompañar a Macri. Al momento de ingresar al cuarto oscuro, la sombra de Don Raúl Alfonsin puede pesar mucho a la hora de optar por el amarillo patito. El hecho que luego de la Convención experimentados operadores como el “Coti” Nosiglia y “Freddy” Storani emularan al jamaiquino Usain Bolt, mientras una horda de enojados jóvenes radicales los perseguían, hace presagiar que en este caso no existe aquello que “el que gana conduce y el que pierde acompaña”.

Por otra parte, el desguace de la UCR favorece a otros competidores. Aquellos referentes locales de la UCR, con aparato y voto, que no estuvieron de acuerdo con el remate, han habilitado los teléfonos para distintos acuerdos regionales. Los caudillos de Mendoza, Tucuman y Jujuy – por solo nombrar algunos – no se entregarán mansitos al acuerdo.

Un riesgo extra para esta alianza (nuevamente perdón) es la presencia de “Lilita” Carrio. La diputada siempre representa una bomba de tiempo en cualquier organización que integre. Así como se ha encargado de dinamitar UNEN, este acuerdo entre la UCR y el PRO tiene por recorrer aun un largo camino con la espada de damocles chaqueña pendiendo sobre su cuello.

Pero los radicales no son los únicos que deberían preocuparse. Mauricio Macri también corre sus riesgos. El clímax y el boost de la popularidad del alcalde porteño llegó en el mes de marzo, cinco meses antes de las PASO y a siete de las elecciones generales. Su estratega y mentor, el ecuatoriano Duran Barba, esperaba este contexto para mediados de julio. Ahora deberá lidiar con un nuevo enemigo: el amesetamiento y el desgaste.

Por otra parte, la estrategia de seducir a parte del electorado peronista incorporando figuras como el septuagenario “Lole” Reutemann se anula con la incorporación de la UCR, transformando ambas estrategias en un juego de suma cero. Así como a muchos radicales históricos les pesará votar a Macri, muchos peronistas clásicos que miraban con intriga y simpatía al ex presidente de Boca Jr les costará votar un acuerdo que concentre a lo mas puro del anti-peronismo nacional.

Resta ver como reaccionara el peronismo ante este nuevo escenario. La carrera electoral comenzó con cuatro jugadores: el oficialista Frente para la Victoria, la opción renovadora liderada por Sergio Massa, la derecha representada por Macri, y la pseudo centro-izquierda de UNEN. Hoy los jugadores, luego de la implosion de UNEN, se redujeron a tres. Resta ver si esta alianza (ultima vez que la uso, lo prometo) funciona como un punto de inflexión para el peronismo.

Por estos motivos, les recomiendo a mis amigos radicales prudencia y serenidad, no todo lo amarillo patito es oro.

El Peronismo en su encrucijada

Hay momentos clave en la vida de las organizaciones políticas. Una mala gestión, una decisión equivocada, un planteo fuera de término, o la excesiva confianza en uno mismo (tanto como la falta de ella) pueden ser los disparadores del comienzo del fin. Para muestra, basta ver a la UCR, centenaria organización política argentina, que luego de ese cataclismo cósmico llamado De La Rua, se debate (14 años después) entre ser el furgón de cola (muy de cola) de una novel fuerza política como el PRO (Alfonsín Jr. dixit) o fenecer en ese conglomerado de egos que supo ser UNEN.

El Peronismo, a fuerza de ser movimientista y renovarse (o reinventarse) constantemente, supo sortear las distintas crisis que se le presentaron. Supo superar desde el cajón de Herminio hasta el menemato, siempre haciendo gala de una intuición especial para comprender las demandas de la población y así brindarle la oferta correcta, aun a costa de fuertes contradicciones internas. Continuar leyendo

Resonante implosión de UNEN

Seamos sinceros. Todos la veíamos venir. El mismo sentimiento perverso que hace que nos detengamos a ver un accidente en la ruta nos llevaba a observar como UNEN se dirigía hacia una resonante implosión. 

Toda esta situación carecía de suspenso. Conocedores de la presencia de Carrió dentro del frente UNEN, todos sabíamos que era una bomba a punto de estallar. Solo había que esperar y mirar, munidos de un balde de pochoclo como en toda película de acción.

El “fenómeno Carrió” ha hecho suficientes méritos para ser un leading case en los claustros de las Ciencias Políticas. Desde su irrupción como la promesa progresista académicamente preparada y moralmente intachable de la centenaria Unión Cívica Radical, a su presente como depredadora serial de acuerdos, incontinente verbal (cuyos fueros la salvan de recorrer tribunales), y funcional al conservadurismo corporativo, han pasados muchas etapas de Lilita. Continuar leyendo

Máximo y el mensaje

Finalmente se develó el mito del heredero. Máximo Kirchner pronuncio sus primeras palabras en público y desató un tsunami de interpretaciones y comentarios. Al emerger finalmente de las sombras, Máximo K se enfrenta a su propia leyenda, a la construcción de la imagen que propios y extraños hicieron de su figura. Una apuesta de riesgo sin dudas. ¿Es un fino analista político, como lo definió su madre, o el oscuro administrador de consorcios familiares que mencionan los medios? ¿Es el creador de una fuerza política joven y leal, o es el pibe de la playstation, experto en el FIFA 2014? Continuar leyendo

La Patagonia sigue rebelde

Quizás sea por el frio y el viento (entre otras inclemencias climáticas), o por las largas distancias entre sus ciudades y los grandes centros urbanos. O quizás por haber sido el patio trasero de nuestro país durante tanto tiempo. Lo cierto es que la región patagónica lleva en su huella genética el trabajo y la rebeldía propia de aquellos a los que la vida no les regalé nada, sino que lo consiguieron con el genuino fruto de su esfuerzo.

Algo de esto aprendió de la peor manera el ex presidente Hipólito Yrigoyen, cuando la Patagonia rebelde dio paso a la Patagonia trágica, luego que el caudillo radical ordenara la represión a los obreros rurales que buscaban dejar atrás condiciones laborales miserables y que, ante cada presión, endurecían su posición. Si algo quedó establecido en aquella página oscura de nuestra historia es la férrea e inquebrantable voluntad de los pobladores de la región austral.

Algo de esto debería entender nuestra Khaleesi de Tolosa, Cristina Fernández de Kirchner, quien decidida a sancionar una nueva Ley de Hidrocarburos (no convencionales, claro está), olvida su condición de patagónica (por adopción) y hasta su título de abogada, ya que deja atrás el espíritu de la reforma de la Constitución Nacional y de la Ley de Hidrocarburos, paradójicamente sancionada esta última durante la presidencia de Néstor Kirchner.

¿Qué es lo que está en juego? Sin dudas, no es poco. El autoabastecimiento energético, la fuga de divisas, y el desarrollo sustentable de una región son los principales temas. El Gobierno, condicionado por sus propios y groseros errores, improvisa e impulsa una ley con el objetivo de seducir -para decirlo en términos diplomáticos- al capital privado internacional para explorar y explotar los cuantiosos yacimientos no convencionales en el territorio nacional. Para ello, hace concesiones (léase “entrega”) de potestades que son propias y exclusivas de las administraciones provinciales donde se encuentran dichos recursos.

La propuesta, de dudosa validez constitucional según el artículo 124 CN, en resumidas cuentas propone que las provincias cedan (léase nuevamente “entrega”) las potestades regulatorias al Gobierno nacional en materia de recursos naturales, para establecer este ultimo las condiciones de los pliegos de licitación, fijar impuestos y regalías bajos, o negar la participación en el negocio petrolero a las empresas energéticas provinciales. Con una mayoría automática en ambas cámaras, sumada a esa prepotencia política característica del kirchnerismo, la tarea de sancionar esta nueva ley debería ser un mero trámite.

Pero el Ejecutivo no contó con la creciente conciencia sobre la protección y defensa de los recursos naturales que floreció en los patagónicos. Representantes de todos los sectores políticos, empresariales, sindicales y sociales manifestaron su rechazo a la sanción de la nueva ley, y advirtieron que lucharan por defender sus potestades regulatorias sobre sus recursos naturales. Por el momento, bajo la cortina de una tensa calma, en Balcarce 50 analizan en la mesa de arena cuáles son los próximos pasos, porque se sabe que insistirán con el proyecto. Frente a ellos encontraran una poderosa resistencia social, donde no hay que desestimar la advertencia de los trabajadores petroleros de paralizar los yacimientos, medida que tendrá un fuerte impacto en la economía argentina.

De sancionarse la “Ley Cristina-Galuccio” sobre hidrocarburos no convencionales, nuestro país estará dejando de lado su condición de república federal al avanzar sobre las jurisdicciones provinciales. Los representantes legislativos de todas las provincias argentinas deberían tomar nota de esto y hacer una cerrada defensa de las autonomías provinciales. No solo por la Patagonia, sino en defensa propia. Porque no está de más recordar -y adaptar- algunas líneas del famoso poema atribuido a Bertolt Brecht: “Primero vinieron por los patagónicos, pero yo no me preocupe porque no era patagónico…”.

La guerra argentina por el petróleo

No hay dudas que una de las cosas más difíciles en política es mantener la coherencia entre el pensamiento y la acción a lo largo del tiempo. Cuando un dirigente político logra mantenerse en el tiempo tarde o temprano se enfrenta a sus propias contradicciones. Sobran los ejemplos en la política vernácula; por caso el actual Secretario General de la Presidencia. Oscar Parrilli, quien oficiaba de miembro informante como Diputado nacional de la privatización de YPF durante las vituperada década del 90, para luego inflar el pecho patriota con la expropiación de la misma compañía.

De igual manera, de lo individual a lo colectivo, una fuerza política que se mantenga en el poder durante varios periodos sin dudas no resistirá un archivo. Algo así parece suceder en el kirchnerismo gobernante, donde su versión cristinista cada día se aleja más -tanto en lo ideológico como en lo metodológico- de la versión originaria nestorista.

Esta semana comenzará una sórdida lucha entre la Nación y las provincias por el recurso estratégico más importante que tiene el país. La propiedad y la renta de los hidrocarburos no convencionales que, más allá de lo grandilocuente del relato efectivamente constituyen una oportunidad inigualable para el país, serán el botín por el que lucharán el gobierno nacional con las provincias.

En 1994, al momento de la reforma constitucional, se estableció en el art. 124 que la propiedad de los recursos naturales pertenecía a las provincias. Esta disposición constitucional se plasmó en la legislación interna -a partir de la voluntad política del entonces Presidente Nestor Kirchner junto con los gobernadores de la OFEPHI- con la sanción de la Ley 26.197, que transfería el dominio de los yacimientos de hidrocarburos líquidos y gaseosos al patrimonio de las provincias donde se encontraran. Esta decisión política permitió que las provincias establecieran su propia política energética, percibieran mayores regalías, y aumentara el bienestar general de su población.

Hoy, mientras se frotan las manos pensando en los recursos que podrían recibir, el triunvirato unitario integrado por el marxista de café Tortoni Axel Kicillof, el voraz Miguel Galuccio, y nuestro Talleyrand maoísta Carlos Zannini recibirá a los devaluados gobernadores de las provincias integrantes de la OFEPHI para ofrecerles/imponerles un acuerdo que le permita al Estado nacional fijar las pautas regulatorias de los esos apetitosos yacimientos no convencionales.

La propuesta elaborada por el Secretario Legal y Técnico Zannini circuló en calidad de borrador por algunos selectos escritorios, donde se encendieron algunas alertas. El primer esbozo señalaba la necesidad de ceder ciertas potestades al gobierno de la Mación, facultando a este a establecer una alícuota reducida para estos yacimientos, con plazos de concesión más largos, menor carga impositiva nacional y nula provincial, y la exclusión de las empresas provinciales en la explotación del negocio petrolero. Así, las provincias solo recibirían una mínima porción de las regalías que le corresponden, cero tributos, y el negocio petrolero de los hidrocarburos no convencionales solo quedaría en manos del capital privado sin participación estatal provincial.

En principio, Oscar Parrilli ya marcó la cancha señalando que “no hay provincia si no hay Nación” (Oscar, mi amigo, manoteá una Constitución, por lo de los pactos prexistentes) y el aún más temerario “Eso de que los recursos eran de las provincias o de la Nación… yo rescato la Constitución del 49 que establecía en su artículo 39 que los recursos naturales eran de la Nación con participación de las provincias”

De concretarse, el gobierno estaría borrando con el codo lo que escribió con la mano en su más flagrante contradicción. Néstor Kirchner, durante su presidencia, respetó el federalismo y -más allá de vehementes discusiones que mantenía con los gobernadores- generalmente priorizaba el llegar a un acuerdo con los mandatarios provinciales. La pendular relación que mantenía con el PJ y su politburó no llego a presentar grandes fisuras por donde se podría colar un descolgado grupo unido y organizado. Actualmente, en la versión cristinista, en el gobierno existe una suerte de reedición light del “entrismo” setentista que experimento el último gobierno de Perón. Claro está que esta suerte de izquierdismo tardío, que conjuga exponentes vetustos como nuestro Zannini y Kicillof, solo apunta a la concentración de la decisión política y económica como materialización del dogma de la planificación centralizada de los medios de producción. Quedará en el cristinismo y en sus exponentes el justificar el avance sobre las provincias. Quizás Ricardo Forster, en su flamante puesto a cargo de la policía del pensamiento pueda elaborar algunas líneas sobre esto.

Para evitar esta expoliación a las provincias, la OFEPHI presentara a su tridente ofensivo que, lejos de integrarse con Messi, Agüero e Higuain, presenta una formación algo más pobre con Sapag, Pérez, y Buzzi. A prima facie, existen más chances que Irán nos meta cuatro antes que los gobernadores petroleros puedan defender sus recursos naturales.

Francisco “Paco” Pérez, gobernador de Mendoza, se encuentra presionado por la UCR y el Partido Demócrata quienes le exigen se ponga los pantalones largos para defender los intereses provinciales. Paco, quien siente la respiración en la nuca de su vice Carlos Ciurca (Mendoza siempre con esta historia de los vices rebeldes), no está en condiciones de perder el apoyo (hoy moral más que económico) del gobierno nacional.

El voluble gobernador chubutense Martín Buzzi, quien ostenta el dudoso mérito de ser el gobernador con mayor imagen negativa del país, no se caracteriza por ser un férreo defensor de los intereses provinciales frente al gobierno nacional: después que su Ministro Coordinador Garitano señalara que “Chubut administra con soberanía los recursos petroleros y eso le molesta al gobierno nacional”, salió raudo a desmentir a su propio ministro y bajar el tono de la polémica, para afirmar en un timorato tono que “hay mucho dialogo con Galuccio y Nación”… Claro, no vaya a ser cosa que se enojen (aun mas) con él en Balcarce 50.

El gobernador de Neuquén Sapag parece ser el escollo a vencer por parte del gobierno nacional. Con el oficio del poder y la titularidad del yacimiento no convencional más importante de la Argentina, el neuquino tiene mucho más para perder que para ganar. Políticamente su provincia no le ofrece grandes frentes de batalla y, con la quinta ordenada, los hermanos Parrilli no presentan una oposición seria. Este contexto le permitiría enfrentarse más cómodamente a los intereses del gobierno nacional.

Así, con una urgencia que no se condice con una gestión que deja el poder en 18 meses, el gobierno nacional encara una reforma tan profunda y económicamente significativa que requiere una gran gestión política. Es que, como se ve, parece que la Vaca Muerta en realidad está muy viva

El dilema de Scioli

No hay dudas de que la historia es bilardista. No importa los contextos ni las intenciones, los resultados mandan. Al final, una gestión es valorada por los impiadosos hechos facticos. A Raúl Alfonsín le toco llevar adelante un gobierno en un contexto histórico-político complejo, pero en el balance final siempre pesara la salida adelantada. A Fernando De la Rúa se lo llegó a considerar (ex-ante) un Estadista y un fino tiempista político, imagen que se derrumbó al ritmo de las aspas del helicóptero presidencial.

Por estas horas esto debe preocupar a Daniel Osvaldo Scioli (DOS). El gobernador bonaerense debe enfrentarse camino al 2015 a dos escenarios definidos por una lógica binaria. Si DOS es electo como Presidente en el próximo turno electoral, habrá un consenso unánime sobre sus capacidades de Estadista. Se lo considerara un gran lector de escenarios políticos, un tiempista exquisito, con la sabiduría producto de la paciencia oriental para saber esperar los momentos justos. Un tipo que fuma adentro de una garrafa cargada.

Pero si no lo logra, sobre él caerán descalificaciones que lo presenten como un timorato, un conservador carente de la voluntad del conquistador que caracteriza a los grandes líderes políticos. Un pelele que no se animó a tomar el toro por las astas para definir su futuro político. Un hombre que olvidó las sabias palabras del poeta romano Virgilio, quien señalaba “Audaces Fortuna Iuvat” (La suerte favorece a los valientes)

A DOS se le reducen sus opciones día a día. ¿Sera el gobernador bonaerense el candidato del oficialismo? ¿El kirchnerismo, en su versión cristinista, pagará bien su reiterada sumisión? ¿O quizás deba DOS romper lanzas de una vez con el kirchnerismo e intentar regresar a las fuentes del ortodoxo PJ, el cual hoy conserva el poder territorial y hace una fila silenciosa –o no tanto- para sumarse al proyecto presidencial de Sergio Massa? Para resolver estas hesitaciones, los estrategas de DOS deberían adentrarse más en el pensamiento de la presidente Cristina Fernández de Kirchner, entendiendo que en la cancha política hay más jugadores y estrategias que las que ellos cuentan.

CFK, con 61 años, es aun joven para retirarse de la política. Solo aquellos que no comprenden ese fuego interno que motoriza la voluntad de los grandes dirigentes pueden suponer que CFK se retirará a Calafate a contemplar la inmensidad del Lago Argentino en compañía de su nieto Néstor Iván. Con su impiadoso y vengativo imperativo categórico, sumado a su ejército personal unido y organizado, nuestra Khaleesi autóctona sabe que aún tiene hilo en el carretel y en el peor de los escenarios se retirará con un núcleo duro e impenetrable de un 15%, que le permitirá terciar en la discusión política o, al menos, conservar poder de daño en los años venideros.

Por ello, CFK ha decidido mirar a Chile para hacer un copy-paste de la estrategia de Michelle Bachelet. La estrategia trasandina es simple: Bachelet, luego de un gobierno de corte progresista, evitó un apoyo explícito y con todos los fierros a un candidato del Partido Socialista de Chile, parar entregar el gobierno a un exponente de la derecha opositora como Piñeira, apostando al fracaso de la nueva gestión, conservando su prestigio y capacidad de fuego político, para luego volver a la presidencia como parte de alternancia política.

Para importar y ejecutar esta estrategia, CFK solo debe reemplazar el nombre de Piñeira por el de Mauricio Macri. En la estrategia oficialista, cuentan con que la esperanza blanca de la derecha argentina no posea las capacidades políticas y de gestión suficientes para dejar en el olvido la gestión kirchnerista, dejando la puerta abierta para un regreso triunfal de Cristina y el kirchnerismo. Para ello, es necesario correr de la cancha a DOS. Al gobernador bonaerense le salieron dos competidores para las PASO destinados a desgastar su figura: En primer lugar figura Sergio Daniel Urribarri (SDU), exponente de la doctrina obsecuente entrerriana, quien es el candidato del corazón kirchnerista. Con pocas posibilidades reales, SDU presenta el fanatismo, la subordinación y la obediencia como los principios de su propuesta política, la cual seduce a los sectores más radicalizados del kirchnerismo.

Por otra parte, el Ministro de Interior y Transporte Florencio Randazzo -un hombre moderado y de fina muñeca política- también anunciÓ su candidatura, la cual tácitamente cuenta con el guiño presidencial. La reconocida capacidad rosqueadora del hombre oriundo de Chivilcoy es su principal activo y fuente de preocupación sciolista.

Además de sus competidores, DOS sufre las ráfagas de fuego amigo. La usina filosófica subvencionada conocida como “Carta Abierta” ha salido a señalar que el ex motonauta no los representa. El ultrakirchnerista Ricardo Forster, un hombre que jamás vio un pobre pero teoriza sobre la pobreza, al igual que el incontinente verbal sepia Kunkel, han sido particularmente duros con el gobernador bonaerense. Resulta inverosímil pensar que estas manifestaciones no cuenten al menos con medio guiño presidencial.

CFK mira divertida este escenario desde afuera. Sus próximas acciones se concentran en una salida ordenada del gobierno para lo cual habría un oxigenante cambio de gabinete post-mundial. Conocedora del poder de su núcleo duro, CFK no participara activamente en las PASO, sino que se limitará a colocar hombres y mujeres de su máxima confianza en las listas para garantizar su poder de fuego durante la próxima gestión. Así, a DOS se le acaban el tiempo y las opciones. En pocos días comienza el mundial y en el escenario político se vivirá una tregua futbolera de 30 días. Pero una vez que finalice la competencia en Brasil, se activaran todas las campañas y no habrá tiempo de replanteos.

Porque una sola cosa es segura: El Plan Bachelet está en marcha.

El PRO en su laberinto

Spoiler alert: A la gente del PRO no le va a gustar esta columna

Faltando solo 18 meses para la culminación del actual ciclo político, la sucesión presidencial comenzó a recorrerse en las distintas estructuras políticas nacionales. El Frente Para la Victoria, blandiendo la espada de doble filo que significa ser el partido de gobierno, transita simultáneamente el duelo de no poder repetir el liderazgo de CFK por el lógico impedimento constitucional, junto con la definición del sucesor donde se miden el poderoso corporativismo sciolista, la obsecuencia entrerriana, y los sparrings ministeriales. En su horizonte, la amenaza de la reedición de la traición de Menem a Duhalde en 1999 genera algunos rostros adustos en los candidatos.

El conglomerado de egos con fines de lucro, también llamado FAUNEN, sueña con que mágicamente la aritmética deje de ser una rama de la matemática y pueda transformarse en una disciplina de la ciencia política, de forma tal que 9% de Hermes Binner, junto con el 8% de Julio Cobos, más el 6% de Elisa Carrio y el 5% de otros entusiastas neo-aliancistas, rápidamente se transforme en un 28% que les permita colarse entre los aspirantes a la primera magistratura de origen peronista.

El Frente Renovador, confiados en el 25% que ostenta Sergio Massa y sin responsabilidades ejecutivas de gobierno en el nivel provincial y nacional, recorre el país sumando voluntades para su causa. En el horizonte de esta fuerza se observan como amenazas el aburguesamiento y el desgaste que suelen tener quienes van primeros. Para ellos, el desafío es manter la iniciativa política y evitar el desgaste.

Finalmente, la esperanza blanca de la centro-derecha que encarno el PRO se encuentra atrapada en el agotamiento de las estrategias políticas que utilizaron hasta ahora, las cuales, -nobleza obliga- han sido exitosas, pero no alcanzan para la proyección nacional de la fuerza.

El axioma del poder macrista indica que el nada despreciable 16% que ostenta el jefe de gobierno porteño, adicional a un fuerte trabajo electoral en cinco provincias -que suman el 66,9% del electorado-, garantiza la llegada al sillón de Rivadavia. Sin embargo, el desdén federal demostrado por los armadores del PRO puede ser la garantía del fracaso de la gestión en un hipotético triunfo. El error de subestimar a 19 distritos provinciales, la equivocación de no “tener un gaucho en cada pueblo”, solo puede generar conflictos regionales que se expandan viralmente al resto de la nación.

Para graficar esto, vale la pena preguntarse en un hipotético gobierno macrista quien sería el interlocutor válido ante las provincias petroleras –que en su conjunto solo suman un 8% de la población– cuando surja un conflicto que amenace el abastecimiento de combustible a nivel nacional. O quien se encargara de un potencial conflicto por el fondo de tabaco en Jujuy. No está de más recordar que los orígenes del piqueterismo argentino se dieron en provincias del interior olvidadas por la gestión delarruista.

Faltando tan poco tiempo, al PRO solo le queda la búsqueda de una alianza con el FAUNEN para poder proyectar una fuerza nacional. Pero esto se asemeja más a una construcción de laboratorio que una situación factible. Si bien gran parte del anti peronismo argentino puede llegar a fantasear con una combinación de Elisa Carrio con Mauricio Macri -sazonada con un poco de Ernesto Sanz-, es de esperar que por un mínimo de coherencia ideológica el socialismo dominguero de Hermes Binner huya aterrorizado de tal construcción llevándose consigo el barniz progresista de esta neo-alianza.

Así, en el tablero de ajedrez en el que se desarrolla la política argentina, todo parece indicar que la definición será a través de las ramas del peronismo, tanto en su versión renovadora como en su versión neo-kirchenirsta. La cobertura nacional del movimiento fundado por el general Perón, desplegando su injustamente criticado eclecticismo filosófico, permite que el mismo se adapte mejor a la cambiante realidad argentina. Y ya lo dijo Charles Darwin: solo sobrevive quien mejor se adapta.

El fin de los fondos buitres

Fondos buitres, rapaces, de riesgo, o vulture funds. El mundo de las finanzas ha creado muchos nombres para definir lo mismo. Los hedge funds son aquellos fondos de inversión que -básicamente- invierten comprando la deuda soberana de Estados que se encuentran en serias dificultades financieras con el objetivo de obtener – a una mínima fracción de su valor nominal- el reembolso del total de la deuda. De esta forma se configura la típica actividad del usurero, definido como aquel que presta con un interés excesivo o procura un lucro desmedido. Esta actividad no es para nada novedosa. Todos recordamos la magnífica obra de Shakespeare “El mercader de Venencia”, donde el usurero Shylock procuraba el pago de una deuda monetaria con una “libra de carne” de su deudor.

Desde el punto de vista jurídico, se esgrime los principios pacta sunt servanda (los pactos están para ser cumplidos) y de la autonomía de las partes al momento de contratar, como justificación de la actividad del prestamista. Pero desde el punto de vista moral es sumamente cuestionable la actividad del usurero, que olvida el principio de la buena fe en los negocios. Hasta aquí nada conceptualmente distinto -salvo la escala y los montos involucrados- a las financieras que ofrecen préstamos personales a sola firma con tasas exorbitantes, o una conocida pareja de abogados que realizaron parte de su fortuna ejecutando préstamos hipotecarios gracias a la tristemente célebre circular 1050 del BCRA.

Como parte de su estrategia jurídica, los hedge founds aprovechan la presión que la comunidad financiera internacional ejerce sobre algunos Estados emisores de deuda, la cual logra la prórroga de jurisdicción en favor de tribunales extranjeros más receptivos a sus pretensiones, generalmente en plazas del common law con antigua tradición financiera como Nueva York o Londres.

En tal sentido se recuerda el caso “Elliott vs. Perú”. En este caso el fondo Elliot Associates era acreedora de la Republica de Perú por una deuda garantizada con un valor nominal superior a los 20 millones de dólares, en la cual invirtió poco más de 10 millones de dólares buscando un rendimiento cercano al 100%. Al vencimiento de dicho préstamo y con el incumplimiento de la deudora, Elliot Associates inicio las acciones legales correspondientes persiguiendo el cobro del total de la deuda. Si bien en un principio se rechazó la pretensión dado que se estableció que Elliot había adquirido la deuda solo con el solo propósito de demandar a la parte deudora y esto no se permite bajo las leyes del Estado de Nueva York, posteriormente la Cámara revirtió tal decisión y concedió la pretensión a la actora resaltando que el litigio es solo circunstancial y contingente al incumplimiento del solvens.

Deducida del principio par in parem non habet imperium, la doctrina sostiene la teoría restringida de la inmunidad de jurisdicción. Es decir, la imposibilidad de que los Estados sean juzgados por tribunales extranjeros en aquellos actos iure imperii. Estos actos son aquellos actos soberanos de orden público y no constituyen materia judiciable. Por ello, para demandar a los Estados deudores, los Hedge Funds fundamentan su pretensión considerando a los actos vinculados a la emisión, pago o reestructuración de deuda soberana como actos iure gestionis, es decir, actos privados que realiza un Estado como un sujeto más del derecho, que no afectan el orden público, y sin la protección otorgada por la inmunidad de jurisdicción.

De este modo, en el precedente “Argentina vs Weltover” de la Corte Suprema de los Estados Unidos, se demandó a la República Argentina por una reestructuración de deuda de 1981, ocasión en la que los abogados de Argentina alegaron la inmunidad de jurisdicción procurando que la Corte rechace el caso. El máximo tribunal norteamericano fallo a favor de los acreedores, interpretando que dicha reprogramación de la deuda soberana argentina era un acto iure gestionis (acto de gestión) y de esta manera perdía su inmunidad jurisdiccional. Sin embargo, la evolución de la jurisprudencia internacional parece indicar una dirección contraria, ampliando la consideración de actos iure imperii con su correspondiente inmunidad y, consecuentemente, restringiendo el accionar de estos fondos.

Así fue en el fallo “Borri Loca vs Repubblica Argentina” del 2005, donde el actor demandaba por la reestructuración de los bonos globales, comprados en 1998 y reestructurados luego de la crisis del 2001. La Corte di Cassazione Italiana entendió que, en virtud de la crisis financiera del 2001 y las necesidades sociales, la reestructuración invocada constituía un acto soberano iure imperii y, por ello, se encontraba amparado por la inmunidad de jurisdicción. También constituye un importante precedente el fallo “Societe NML Capital Ltd. vs La Republique Argentine” de 2011, donde la Cour de Cassation Francesa considero que las montos depositados en cuentas bancarias que las misiones diplomáticas argentinas poseían en el exterior gozaban de presunción de utilidad pública y consecuentemente se encontraban bajo la inmunidad de jurisdicción.

Recientemente, el 6 de marzo de 2014, nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación sentó jurisprudencia en igual sentido en el fallo “Claren Corporation c/ E.N”, donde se pedía el exequatur -es decir la ejecución local de una sentencia dictada en el extranjero- de una sentencia favorable a un tenedor de títulos que habían sido reestructurados. La CSJN, siguiendo los fundamentos esgrimidos por la Procuración General de la Nación, rechazó la pretensión de Claren Corporation donde se solicitaba se ejecute localmente una sentencia a su favor dictada por el Juez Griessa, esgrimiendo que no cumplía con los requisitos del art 517 CPCC el cual demanda que la sentencia “no afecte los principios de orden público del derecho argentino”.

Así, se estableció en la sentencia que el proceso de reestructuración de deuda debe ser calificado como un acto iure imperii, realizado por un Estado soberano dentro del conjunto de políticas públicas que arbitró para garantizar su continuidad, recomponer las instituciones que habían colapsado, disparar y afianzar el crecimiento, recobrar el sistema financiero y el comercio exterior, y atender las necesidades fundamentales de una población desahuciada tras la crisis que hizo eclosión en diciembre del 2001. De esta manera, la jurisprudencia internacional ha ido restringiendo el ámbito de actuación de los Fondos Buitres. Si bien los hedge funds aún tienen armas para defenderse y es prematuro sentenciar el fin de su actividad, la dirección que parecen haber tomado los tribunales tornaran inviable en un futuro cercano el negocio principal de estos fondos.