¿Un paso adelante y dos atrás?

Paula Bertol

El Parlamento Europeo aprobó ayer una nueva legislación que busca desalentar el consumo de tabaco entre los jóvenes y en el mismo paquete de medidas autorizó la venta libre de cigarrillos electrónicos. Una decisión que contrasta con la postura tomada por países como Argentina donde su uso está prohibido.

El cigarrillo electrónico surgió en China en 2004. Se trata de un dispositivo de acero inoxidable que funciona a través de una batería y genera vapor, por medio de una cámara que incluye nicotina, emulando el acto de fumar los tradicionales cigarrillos de tabaco.

En un principio este producto se promocionó como una alternativa para dejar de fumar, pero la realidad es que la Organización Mundial de la Salud hasta la fecha no dispone de evidencia científica que demuestre que es seguro y eficaz para abandonar la adicción a la nicotina. El Dr. Ala Alwan, subdirector general de la OMS para Enfermedades No Transmisibles y Salud Mental, expresó recientemente en este sentido que el cigarrillo electrónico “no es un tratamiento sustitutivo con nicotina que tenga una eficacia demostrada”.

Por otra parte, entidades como la FDA (Food and Drug Administration) de los Estados Unidos aseguran que los cigarrillos electrónicos contienen sustancias que producen cáncer y químicos perjudiciales. De manera que estaríamos ante la presencia de un mal que, si bien es menor al generado por el humo del tabaco, no puede ser avalado por una política de salud pública.

En la Argentina, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica prohibió la importación, la distribución, la comercialización y la publicidad del cigarrillo electrónico al poco tiempo de que hiciera su aparición en 2009, a través de la resolución número 3226/11. Una medida que condice con todo lo que hemos avanzado en este último tiempo en la lucha contra el tabaquismo. Recientemente se cumplieron ocho años de la sanción de la ley 1799 de la ciudad de Buenos Aires que permitió tener ambientes libres de humo y a partir de la cual logramos extender también al ámbito nacional una ley como la 26.687, que prohibió realizar cualquier tipo de publicidad o promoción de productos elaborados con tabaco a través de los medios de comunicación e incorporó en los paquetes advertencias con imágenes elocuentes de los daños irreversibles en la salud que provoca el tabaco, lo cual contribuyó a seguir aumentando el grado de concientización de la sociedad. Debemos seguir apostando a la prevención y a la generación de nuevas generaciones de jóvenes no fumadores y creemos que esta medida adoptada por el Parlamento Europeo de autorizar la venta libre de cigarrillos electrónicos no es el camino.