Cuba, un tiempo que se repite

Hay quienes afirman que la historia no se repite; sin embargo, es fácil encontrar en su devenir analogías y similitudes, lo que confirma el aserto de que “hay que conocer la historia para no repetirla”. Por supuesto que los sucesos no se reproducen con exactitud, porque cada período tiene sus especificidades y sus personalidades; empero, hay elementos casi constantes que hacen evocar el pasado, así como una especie de espíritu de la época que se reedita y conserva valores fáciles de identificar en las vivencias de cada pueblo.

La historia de Cuba no es una excepción. En ella hay elementos constantes que conforman su quehacer nacional, a pesar de los nuevos escenarios y actores que se sucedan. Hay situaciones que parece que se reproyectan, como si se contemplara una película reconstruida sobre otro ambiente.

Hay una singularidad en el pueblo cubano de fácil verificación y es la capacidad que posee para involucrar en sus conflictos domésticos a países extranjeros, con independencia de la inclinación intervencionista o mediacionista que puedan tener esos Estados.

Los cubanos han sido hábiles en internacionalizar sus conflictos y el reciente restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos lleva a evocar el Tratado de París, pero también la mediación de Sumner Welles en la crisis nacional de 1933. Continuar leyendo

Sin novedad en el frente

Así podría escribir un cronista sobre el inmovilismo de la dictadura ante los esfuerzos del presidente Barack Obama de flexibilizar las sanciones vigentes en contra del régimen insular, en la confianza de que el Gobierno de los hermanos Castro dispondrá medidas que promuevan el establecimiento de una sociedad democrática y con respeto a los derechos ciudadanos.

Una apretada síntesis de las disposiciones del Gobierno de Estados Unidos que benefician a la dictadura va desde la excarcelación de tres espías convictos, uno de ellos por conspiración de asesinato, la eliminación de Cuba de la lista de países terroristas, la supresión de medidas que restringían el comercio y la ampliación de las relaciones económicas, el restablecimiento de relaciones diplomáticas y un viaje presidencial que el Gobierno interpreta, así lo informó el diario Granma, como una victoria de la “revolución en el poder, encabezada por su liderazgo histórico”.

La dictadura pretende que Estados Unidos resuelva los graves problemas económicos que enfrenta sin reformas estructurales que pongan en peligro el poder que detenta y menos aún aperturas políticas que quebrarían un régimen agotado, que sólo sobrevive por la represión y la desesperanza de la población. Continuar leyendo

Washington y La Habana

La visita del presidente Barack Obama a Cuba obliga a un examen apresurado de la forma en que ambos Gobiernos han tratado sus diferencias de más de medio siglo.

Estas dos capitales representan modelos ideológicos, políticos y sociales antagónicos. Sin embargo, no significa que sus respectivos pueblos sean enemigos, como han sido sus líderes por décadas, a pesar de que desde La Habana se instrumentó una política estatal contra Estados Unidos y lo que representa.

La enemistad entre ambos Gobiernos estuvo signada por la violencia. La Casa Blanca se empeñó en destronar a la dinastía de los Castro, pero el clan de Biran, aun antes de llegar al poder, había manifestado que su verdadero enemigo sería Estados Unidos en cuanto triunfara la insurrección.

Si Washington instruyó, armó y financió operaciones militares contra la dictadura castrista, sus enemigos de Cuba apoyaron de diferentes maneras a todos los grupos antisistema que operaron en ese país, entre ellos, los Panteras Negras, los Macheteros y los Weatherman, por sólo mencionar unos pocos de una larga lista. Washington también fomentó fórmulas para contener el expansionismo castrista. Decretó un embargo como política de contención y dictó leyes con el objetivo de reducir la capacidad de acción de la dictadura insular. Continuar leyendo

Memoria de un plebeyo

Los que han vivido en Cuba por años, los que han padecido la realidad de la isla conocen perfectamente la habilidad de la dictadura para manipular las visitas de personalidades internacionales, en particular las de un jefe de Estado, y presentar esos acontecimientos como el resultado exitoso de su gestión de Gobierno.

Se organizan marchas y desfiles, todo un espectáculo. Los trabajadores son conducidos en los transportes de las empresas en las que trabajan hasta el lugar por donde pase el ilustre visitante, allí hay que vitorear hasta perder la voz, después, quizás, haya cerveza y algo que comer, eso sí, los que no son afectos al régimen pueden ser detenidos hasta que el agasajado se marche.

Presentes en la memoria individual y colectiva deben de estar las visitas de los líderes de los países del bloque socialista, espectáculo que se repite en diferentes escalas, cuando una figura internacional, religiosa o secular viaja a la isla en la actualidad.

El Gobierno ha intentado por décadas convencer a sus vasallos —en la isla no hay ciudadanos— de que Cuba es poco menos que el paraíso en la Tierra, condición, según sus informativos, que motiva a dirigentes de diferentes instancias y entidades a viajar a la isla para ver y aprender del edén tropical, una fantasía oficial que ha afectado seriamente la percepción de la realidad de un número importante de cubanos que tienen la errada convicción de que la isla es el ombligo del mundo, pero este es tema de otra columna. Continuar leyendo