Cuba, un tiempo que se repite

Hay quienes afirman que la historia no se repite; sin embargo, es fácil encontrar en su devenir analogías y similitudes, lo que confirma el aserto de que “hay que conocer la historia para no repetirla”. Por supuesto que los sucesos no se reproducen con exactitud, porque cada período tiene sus especificidades y sus personalidades; empero, hay elementos casi constantes que hacen evocar el pasado, así como una especie de espíritu de la época que se reedita y conserva valores fáciles de identificar en las vivencias de cada pueblo.

La historia de Cuba no es una excepción. En ella hay elementos constantes que conforman su quehacer nacional, a pesar de los nuevos escenarios y actores que se sucedan. Hay situaciones que parece que se reproyectan, como si se contemplara una película reconstruida sobre otro ambiente.

Hay una singularidad en el pueblo cubano de fácil verificación y es la capacidad que posee para involucrar en sus conflictos domésticos a países extranjeros, con independencia de la inclinación intervencionista o mediacionista que puedan tener esos Estados.

Los cubanos han sido hábiles en internacionalizar sus conflictos y el reciente restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos lleva a evocar el Tratado de París, pero también la mediación de Sumner Welles en la crisis nacional de 1933. Continuar leyendo

No tengan miedo

Es una demanda que se escucha en Cuba desde hace décadas, pero que lamentablemente no ha sido atendida por la mayoría de los isleños que reclaman a Gobiernos extranjeros los derechos y las oportunidades que posiblemente no fueron capaces de exigir en su país.

Hay situaciones particularmente complejas para ser analizadas, máxime cuando están involucrados numerosos factores, intereses contrapuestos y valoraciones personales que pueden estar influenciados por la subjetividad.

No obstante, hay que soltar el demonio que acosa e inquieta, porque el primer deber de un observador es decir lo que cree, más allá de lo bueno, malo o feo que pueda resultar.

Antes que todo, es justo aseverar una y mil veces que la raíz de todos los problemas de Cuba y los cubanos son consecuencias de la dictadura que rige el país. La falta de derechos, las penurias económicas y la discriminación, así como el exilio y la emigración, son productos del sistema.

La otra realidad, dura y cruda, es que el régimen ha sobrevivido 57 años por su capacidad represiva, por su habilidad para dispensar garrote y zanahoria, más lo primero que lo último, pero también porque un sector del pueblo, a pesar de los esfuerzos y el sacrificio de otra parte de los nacidos en la isla, optó por la complicidad o la simulación, que, a fin de cuentas, como expresó José Martí: “El que vive de la infamia, o la codea en paz, es un infame. Abstenerse de ella no basta: se ha de pelear contra ella. Ver en calma un crimen es cometerlo”. Continuar leyendo

En memoria de los 9 mártires de la rastra de la muerte

Cuba, 22/4/61

En este aniversario número 55, más que la conmemoración de una acción militar contra una dictadura, se evoca la concreción de un compromiso de cientos de cubanos que abandonaron su país para enrolarse en una misión en la que arriesgaban la vida, con la sola ambición de derrocar un régimen contrario a las convicciones democráticas que los alentaban.

No buscaban una vida mejor, no ambicionaban mejoras económicas o el disfrute de libertades perdidas en suelo extranjero. Viajaron para prepararse militarmente, al igual que hicieron otros antes y después, que sólo abandonaron las costas cubanas para regresar a ellas combatiendo la dictadura.

De la Brigada se ha escrito mucho, se han hecho documentales y sesudos analistas de diferentes nacionalidades e ideas políticas han sacado sus conclusiones, pero esta nota sólo tiene un objetivo: destacar la valentía y el sentido del deber de los hombres que dejaron estudios, familia y trabajo para cumplir con sus obligaciones.

Arribaron a Estados Unidos por diferentes vías y momentos. Estaban dispuestos a cumplir la asignación que fuera más útil para la causa que enarbolaban y todos, más allá de antiguas militancias políticas, aceptaron el reto de unirse en la acción para ser más efectivos en el combate. Continuar leyendo

Memoria de un plebeyo

Los que han vivido en Cuba por años, los que han padecido la realidad de la isla conocen perfectamente la habilidad de la dictadura para manipular las visitas de personalidades internacionales, en particular las de un jefe de Estado, y presentar esos acontecimientos como el resultado exitoso de su gestión de Gobierno.

Se organizan marchas y desfiles, todo un espectáculo. Los trabajadores son conducidos en los transportes de las empresas en las que trabajan hasta el lugar por donde pase el ilustre visitante, allí hay que vitorear hasta perder la voz, después, quizás, haya cerveza y algo que comer, eso sí, los que no son afectos al régimen pueden ser detenidos hasta que el agasajado se marche.

Presentes en la memoria individual y colectiva deben de estar las visitas de los líderes de los países del bloque socialista, espectáculo que se repite en diferentes escalas, cuando una figura internacional, religiosa o secular viaja a la isla en la actualidad.

El Gobierno ha intentado por décadas convencer a sus vasallos —en la isla no hay ciudadanos— de que Cuba es poco menos que el paraíso en la Tierra, condición, según sus informativos, que motiva a dirigentes de diferentes instancias y entidades a viajar a la isla para ver y aprender del edén tropical, una fantasía oficial que ha afectado seriamente la percepción de la realidad de un número importante de cubanos que tienen la errada convicción de que la isla es el ombligo del mundo, pero este es tema de otra columna. Continuar leyendo

La libertad y sus gestores

Hay quienes optan por callar y justificar los errores y las faltas en las que incurren personas u organizaciones con las que comparten un proyecto, conducta que se corresponde con la frase: “La ropa sucia se lava en casa”; una opción muy discutible, porque es contraria a la necesaria transparencia en la gestión pública.

Esta consideración es consecuencia de que un sector de los activistas pro democracia en Cuba rechaza los cuestionamientos y las críticas de que son objetos algunos dirigentes que, dentro o fuera de la isla, enarbolan propuestas y estrategias que tienen como objetivo derrocar al régimen de los Castro.

Los opositores, sin que importe el lugar donde operen, no son perfectos. Erran como cualquier hijo de vecino y, como figuras públicas, su actuación puede y debe ser cuestionada si las circunstancias lo ameritan.

La gestión pública implica victorias y fracasos, en consecuencia, en el trayecto se ganan partidarios y adversarios y, en muchas ocasiones, enemigos. Los que asumen posiciones de liderazgo, incluidos los que han llegado a distinguirse por casualidad o por reflejo de influencias de terceros, están obligados a tomar decisiones, lo que genera un porcentaje de aciertos y errores en sus acciones. Continuar leyendo