Cristina: hagamos algo por Rusia

Pedro Robledo

Pocos meses atrás se aprobó una ley en Rusia que pena con multas que llegan hasta los 30.000 dólares a aquellas personas u organizaciones que promuevan de alguna manera “formas no tradicionales de relaciones” hacia los menores. Esas formas no tradicionales fueron definidas como aquellas que “no pueden producir descendientes”.

Esto significa en los hechos una persecución inaceptable hacia un grupo de personas en uno de los países más grandes del mundo. Recordemos que Rusia, desde los tiempos de la Unión Soviética, tiene una larga historia de discriminación y acoso desde el Estado. La homosexualidad fue un crimen penado hasta 1993 y en muchas ocasiones se utilizó como excusa para someter a disidentes políticos.

Esa tradición permite que hoy el 45% de los rusos crea que la homosexualidad “proviene de ser sujeto a la perversión o la falta de moral”. El 38% cree que debe tratarse médicamente y el 13% que debe ser penado por ley. Seguramente la ley responde a un intento del gobierno ruso de revitalizar el apoyo de amplios sectores de la sociedad.

Desde la comunidad LGBT de Argentina pero también como ciudadanos del mundo en general y en particular de un país como el nuestro, que es pionero en materia de derechos de las minorías, tenemos que hacerle frente a esta insólita situación. Es por eso que creo necesario hacer todo lo posible para concientizar a la gente sobre lo que está pasando en Rusia y también intentar frenar este avance autoritario y retrógrado.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner tiene una oportunidad única en este sentido. Nuestro país, como miembro del G-20, del Consejo de Seguridad de la ONU y con nuestra rica historia en el área, puede ser un referente internacional ante estos temas. Un momento ideal para poner a prueba nuestra posición, influencia y desafiar a aquellos que atentan contra las libertades civiles. Podremos aprovechar la oportunidad que significa la exposición del viaje de Cristina a la ONU en Nueva York.

Yo también voy a estar allí en esos días reuniéndome con gente de la ONU para, entre otras cosas, manifestar mi posición sobre esta aberrante situación que viven los ciudadanos de Rusia. Por eso, llamo a Cristina a hacerse eco de la situación. Estoy seguro de que ella, como yo, no puede aceptar este maltrato.

Es cierto que hay que reconocer las instituciones de cada país pero es deber nuestro manifestarnos por lo que creemos, sin tener que pedir perdón o permiso. Ella es un ejemplo de esto. En un país en donde a veces parece que son más las divisiones que lo que nos une tenemos que apostar por cosas como ésta.

Cristina nos representa a todos frente a la comunidad internacional y tiene el deber de hacer valer nuestros ideales y principios. En Argentina los avances recientes en materia de derechos de la comunidad LGBT incluyen la ley de identidad de género y el matrimonio igualitario, que coexisten con otras iniciativas que protegen a distintas minorías.

Lamentablemente, la gran mayoría de las voces que se han escuchado en contra de lo que vive el pueblo ruso provienen de personalidades diversas y no de ámbitos públicos. No obstante, un importante ejemplo fue el del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama al mencionar que no tiene paciencia para los países que “intentan tratar a los homosexuales o trans de manera que se vean intimidados o resulten dañinos para ellos”.

Creo por lo tanto, que ésta es una excelente oportunidad para Cristina y el país para demostrar qué es lo que representamos los argentinos y defender el mundo que queremos. En donde todos seamos respetados y tengamos las mismas oportunidades.

Le pido entonces a Cristina, humildemente, que tenga en cuenta la posibilidad de tomar cartas en el asunto y defender los intereses de aquellos que ven sus derechos amenazados. Sería muy bueno para la imagen del país y nos posicionaría fuertemente entre aquellos que no aceptan el autoritarismo y la discriminación.

Un mundo cada vez más integrado necesita de liderazgos capaces de articular las demandas globales. Aún sabiendo que son muchas las cosas en las que no vamos a estar de acuerdo, resulta necesario que trabajemos juntos en todo aquello en donde sea necesario. El mundo lo necesita. Y específicamente vemos hoy esa necesidad en un lugar particular. Por eso necesitamos actuar.