La mentira del nuevo estadio de Boca

Rafael Gentili

La Legislatura porteña debate, en trámite sumarísimo, la rezonificación de más de dos manzanas de tierras públicas, remanentes del espacio conocido como “Casa Amarilla”, en el barrio de La Boca,  a medida de los deseos de la dirigencia del club Boca Juniors.

Actualmente, el Código de Planeamiento Urbano zonifica estos terrenos para la construcción de vivienda. En los hechos, los vecinos los utilizan como espacio verde. De prosperar el proyecto del bloque del PRO, se re zonificarían como “Estadio y Complejo Deportivo del Club Atlético Boca Juniors”.

A raíz de las sospechas que suscitó el trámite exprés que el PRO le estaba dando a la iniciativa, desde diferentes sectores salimos a alertar que el objetivo era la construcción de un nuevo estadio de fútbol y la transformación de la actual Bombonera en un estadio cerrado.

Desde la bancada del PRO se trató de desmentir esta información, afirmándose que ahí se haría un parque temático y no un estadio. No tuvieron en cuenta que hace más de un año, hubo una reunión en la Legislatura en la que la dirigencia del club presentó su propuesta y dejó ¡una carpeta!

En esta carpeta, que se puede ver aquí, se desarrolla la propuesta titulada: “Una nueva ‘Bombonera’ en el Barrio”, consistente en:

  1. Dotar a la Ciudad de un estadio de última generación, adecuado a las normas FIFA y con capacidad para 80.000 espectadores sentados.
  2. Mantener y adaptar la actual “Bombonera” para ser utilizada como el mayor espacio techado de la Ciudad de Buenos Aires para diversos eventos deportivos y culturales, con capacidad para aproximadamente 38.000 espectadores sentados. Dando cumplimiento a las normativas vigentes.
  3. Revitalizar turísticamente el barrio de La Boca, San Telmo y Barracas.
  4. Solucionar los inconvenientes urbanísticos del sector actual, producidos por las barreras arquitectónicas que constituyen las vías del ferrocarril.
  5. El proyecto integral (nuevo Estadio + Bombonera) constituiría el conjunto edilicio de uso público más importante de la Ciudad de los últimos 100 años (sic).
  6. Se generarían más de 2.500 puestos de trabajo, directos o indirectos (en ningún lado aclaran cómo y por qué).

El emplazamiento del flamante estadio sería exactamente en los terrenos remanentes de Casa Amarilla.

Para hacer realidad esta iniciativa haría falta, entre otras cosas, cambiar la zonificación de dichos terrenos (proyecto actual). Y, además, autorización para modificar la trama urbana (trasladar y ampliar calles, realizar cruces peatonales y vehiculares).

El cronograma a llevar a cabo sería el siguiente:

  1. Concenso (sic) de la Legislatura, respecto de la adecuación de la normativa (Etapa actual).
  2. Concurso urbano de ideas auspiciado por la Legislatura, la Institución, la Universidad de Buenos Aires y demás entidades profesionales pertinentes.
  3. Adecuación de la normativa para la materialización del proyecto integral.
  4. Concurso internacional para el proyecto de nuevo estadio.
  5. Inicio de las obras.
  6. Inauguración de las obras.
  7. Concurso de refuncionalización de la Bombonera.
  8. Refuncionalización de la Bombonera.

La carpeta no lo dice, pero según se dijo en esa reunión, el proyecto integral demandaría una inversión aproximada de 100 millones de dólares.

Es cierto que la Bombonera ha quedado chica para la enorme cantidad de simpatizantes xeneizes que quisieran ir a la cancha. Se trata de un problema que se arrastra desde hace años y por tanto, es lógico que la dirigencia del club pretenda buscarle una solución. Ahora bien, la que se plantea no la única solución posible. Otras serían: la ampliación del estadio a través de la anexión de los terrenos lindantes ya sea por compra o por la figura de la expropiación privada (la misma que usó el club San Lorenzo para recuperar los terrenos del viejo Gasómetro); la recuperación de los terrenos de la ex Ciudad Deportiva de La Boca, en la Costanera Sur; la compra de otros terrenos en otra parte de la Ciudad. En cada caso habrá que mensurar la dimensión económica del proyecto y el efecto que eso va a tener sobre el patrimonio social. Menciono estas variantes para evitar caer en la trampa de creer que lo que plantea la dirigencia es la única solución posible.

En términos urbanos y sociales esta opción no es buena. Si hiciéramos una lista de prioridades para el postergado barrio de La Boca, seguramente habría otras cuestiones que estarían primero. De las 12ha que conformaba el conjunto de los terrenos de “Casa Amarilla” apenas 1ha se ha destinado a espacio verde, mientras que Boca ya se ha quedado gratis con 4,5ha, gracias a la generosidad de Carlos Grosso.

Destinar otras dos hectáreas al mismo fin en un barrio catalogado como crítico en espacio verde por el propio gobierno de la Ciudad, parece, en cambio, una buena solución. Y un límite a la apropiación privada de bienes públicos, que suele fomentar con tanta vocación y esmero el gobierno local.