Exterminio de minorías étnicas y religiosas en Camboya

El tribunal para juzgar los crímenes cometidos por el Khmer Rouge cuando estuvo en el poder en Camboya, entre 1975 y 1979, está abocado a la causa 002/02. En septiembre de este año fueron formalmente acusados por genocidio dos jerarcas de ese régimen, el antiguo presidente, Khieu Samphan (84 años) y el antiguo primer ministro, Nuon Chea (89). Ambos ya fueron declarados culpables en la causa 002/01 en agosto de 2014 y condenados a prisión perpetua. Pol Pot, el líder del régimen y secretario general del partido, habría fallecido en 1998. La causa 002/01 se refería a la deportación masiva de la población de la capital, Phnom Penh, a los campos de trabajo agrícola, así como de la ejecución sistemática de antiguos soldados de la República de Camboya.

Los testimonios de la causa 002/02 se refieren al exterminio sistemático que se hizo contra los chams y vietnamitas en Camboya, así como a los asesinatos y las torturas en algunos campos de detención. Los acusados vuelven a ser Khieu Samphan y Nuon Chea, en tanto que otros dos, Ieng Sary y su esposa Ieng Thirith, fallecieron en marzo de 2013 y agosto de 2015, respectivamente. Ante la corte, sobrevivientes chams y testigos khmers relataron cómo el Partido Comunista de Camboya llevó adelante una política sistemática de exterminio contra los chams, que, además de ser una minoría étnica, practican el islam. Ya durante la guerra civil y controlando algunas partes del territorio del Reino de Camboya, el Khmer Rouge apuntó contra los chams. Continuar leyendo

¿Hay antídoto contra el autoritarismo?

Tras la ola de democratización en América Latina y el sur y este de Europa, se creyó ingenuamente que la democracia liberal y de mercado había triunfado definitivamente y que ya no habría retrocesos hacia regímenes autoritarios. Pero el auge de seudodemocracias que se esconden en elecciones de dudosa confiabilidad o el vendaval populista que viene azotado a América Latina en varios países, llevan a preguntarse si los cimientos de las democracias de la región son lo suficientemente estables.

Una democracia liberal se asienta en tres componentes esenciales: en un marco institucional en el que hay controles y equilibrios, en que entre los líderes políticos relevantes haya consenso en el respeto a los principios fundamentales, y en que la ciudadanía tenga incorporados los valores democráticos y del Estado de derecho. Se suele creer, con gran ingenuidad, que la educación formal es el antídoto que evita que las sociedades caigan en tentaciones autoritarias, pero las experiencias históricas nos exponen que esto solo no es suficiente.

La Alemania de entreguerras era un país culto cuando el nazismo llegó al poder, con grandes cimas en las ciencias, las artes, la filosofía y la tecnología, con los más altos niveles de alfabetización. En su vecina, Austria, la ciudad de Viena fue uno de los grandes centros culturales del mundo de principios del siglo XX. Allí vivieron y estudiaron Sigmund Freud, Eric Voegelin, Friedrich Hayek, Hans Kelsen, Alfred Schütz, Ludwig von Mises y Karl Popper. Pero también fue administrada por el alcalde antisemita Karl Lueger desde 1897 hasta 1910. Y fue en la capital de la monarquía danubiana en donde Adolf Hitler se nutrió de las corrientes antisemitas y racistas, tomando como modelo político a Lueger. La Francia de la Tercera República, laica y humanista, también fue el terreno en donde germinaron autores antisemitas y reaccionarios que luego difundieron sus ideas por el resto de Europa y América. El Imperio de Rusia, y luego Unión Soviética, era un país en el que había grandes científicos y literatos, artistas geniales y profundos. Continuar leyendo

Dos ex vicepresidentes y una misión para Uruguay

El nuevo quinquenio de Tabaré Vázquez en la presidencia de la República Oriental del Uruguay traerá cambios en la administración: ésta será más ordenada, predecible y buscará obtener resultados, diferenciándose de su antecesor José Mujica. Queda atrás, y para el anecdotario, el “presidente-filósofo”, más dedicado a la narrativa oral que a los quehaceres cotidianos del gobierno.

El gabinete de ministros de Vázquez se caracteriza por estar poblado de figuras ya conocidas de los gobiernos anteriores del Frente Amplio. Para el presente y futuro de la política exterior uruguaya, se destacan dos figuras que serán centrales, dos ex vicepresidentes, Rodolfo Nin Novoa y Danilo Astori, que ahora son ministros de Relaciones Exteriores y Economía y Finanzas, respectivamente. Continuar leyendo

La sombra del Plan Andinia

El reciente incidente en el Lago Puelo, en donde un grupo de turistas israelíes fue violentamente atacado por su condición de judíos, nos llama la atención sobre una teoría conspirativa que lleva decenios circulando en Argentina: la del Plan Andinia.

Escrito por Walter Beveraggi Allende, un antiguo profesor de la Universidad de Buenos Aires, el panfleto sobre el supuesto Plan Andinia es un hijo directo de los Protocolos de los Sabios de Sión, un texto cuya falsedad se ha demostrado en varias ocasiones. Los Protocolos habrían sido escritos por la policía zarista, la Ojrana, como instrumento de propaganda antisemita para ser difundida en Francia a principios del siglo XX. Un 40% del texto fue plagiado de una obra satírica de Maurice Joly, de 1864, llamada Diálogo en el Infierno entre Maquiavelo y Montesquieu. A pesar de la avalancha de pruebas sobre su falsedad, los Protocolos fueron ampliamente difundidos, leídos y creídos en los años de entreguerras, ya que eran un instrumento útil de propaganda antisemita.

Beveraggi Allende no sólo se inspiró en ese texto falso, sino que lo citó y adaptó a la República Argentina, sosteniendo que hay un plan del gobierno secreto del Kahal para implantar un nuevo Israel en la Patagonia argentina y chilena. ¿Su gran prueba? Los ex soldados israelíes que viajan como mochileros por las latitudes australes, que estarían recabando datos para la eventual invasión y posesión. Beveraggi Allende se las ingenió para ir adaptando el texto de acuerdo a las cambiantes circunstancias políticas de Argentina y Chile en los años setentas y ochentas. De acuerdo a su visión conspirativa, en este plan concurrían gobiernos títeres manipulados por el sionismo en las sombras, a saber: Estados Unidos, Gran Bretaña, la Unión Soviética, el Vaticano –Juan Pablo II-, el presidente Raúl Alfonsín e, infaltable, la orden masónica. El primer paso de este plan de dominación fue dado en 1889 con el desembarco del primer grupo de inmigrantes judíos que se establecieron en Moisés Ville.

En el libro Los pasajeros del Weser, de Silvio Huberman, se relatan los pesares y tribulaciones de esos inmigrantes: timados a lo largo del viaje desde Rusia hasta Argentina, sobrevivieron hacinados durante dos meses en la Estación Palacios, en la provincia de Santa Fe, perdiendo a sesenta niños por tifus o psitacosis. Huberman narra detalladamente cómo fue el arribo de esa gente desesperada por huir de las persecuciones en la Rusia zarista y que, en rigor, sólo tenía una vaga idea de qué era Argentina. Algunos, incluso, creyeron que se podía ir en tren. Signada por la improvisación, azotada por fraudes y promesas incumplidas, el Barón Maurice de Hirsch los auxilió a través de la Jewish Colonization Association por razones humanitarias meses después de haber arribado a Argentina. No hubo un plan coordinado, sino una necesidad de salvar a los judíos de los pogroms avalados por las autoridades rusas.

Theodor Herzl, fundador de la Organización Sionista a fines del siglo XIX, planteó los posibles lugares en donde crear el futuro Estado judío: la región de Palestina –entonces bajo dominio del Imperio Otomano-, o las tratativas con el gobierno de Argentina para que cediera una parte del territorio. En la centuria decimonónica no era extraña la compra de territorios: Francia vendió la Luisiana a los Estados Unidos en 1803, y el Imperio Ruso vendió Alaska por 7.200.000 dólares en 1867. El objetivo de recrear el Estado judío con capital en Jerusalem ya es evidente en el nombre de “sionismo”; e incluso fue rechazada la propuesta británica de crear tal estado en Uganda, en un acalorado debate en el congreso sionista de 1903. Lo cierto es que toda la labor diplomática de Theodor Herzl estuvo enfocada a lograr el visto bueno de las cancillerías de Francia, el Reino Unido, el Imperio Alemán, el Austro-Húngaro y el Otomano para posibilitar el retorno a Jerusalem.

En el actual Estado de Israel, el servicio militar obligatorio se extiende por tres años para los hombres, y dos años para las mujeres. Riguroso y disciplinado, bajo la permanente tensión de recibir un ataque inminente, es reconocido y respetado por su capacidad de combate por las fuerzas armadas de todo el mundo. Los soldados, cuando terminan esta conscripción tan extensa como exigente, suelen tomar un año de viaje por el planeta, viajando por Europa, India, Sudeste asiático y el continente americano. Según Beveraggi Allende y los cultores de la teoría conspirativa del Plan Andinia, estos veinteañeros serían agentes encubiertos que desde hace más de cuarenta años recaban datos, como si fueran expertos en geografía, geología, hidrografía y estrategia… A esta teoría también se sumó, en los años noventa, Norberto Ceresole, personaje que circuló en las más diversas corrientes autoritarias, recalando en sus últimos años en la negación de la Shoá. ¿Qué tendríamos que pensar, entonces, de las grandes cantidades de turistas japoneses, coreanos y chinos que fotografían y filman todo lo que hallan a su paso? De ser así, ya habrían conquistado Europa y Estados Unidos hace más de cuarenta años.

Creer en una teoría conspirativa aquieta la mente: nos da una geografía simple del mundo que nos rodea. Ordena, encuadra, hace categorías, ubica a “buenos y malos”. Permite que todo se acomode tras una sola causa que todo lo explica: de allí que resulten tan fáciles de difundir y seguir. Si algún evento o dato la contradice, se la refutará como parte de esa misma conspiración. Durante milenios, la humanidad creyó que toda enfermedad se debía a un designio maligno, hasta que la medicina avanzó sobre las tinieblas de la superstición y logró explicar el funcionamiento del cuerpo humano. Esa superstición es la que nutre los panfletos y libros repletos de odio y prejuicios de hace cuarenta o cien años, que siguen dando frutos emponzoñados. Ante ellos, hay que hacer el esfuerzo de explicar que los fenómenos sociales son mucho más complejos y dinámicos que lo que puede resumir la simpleza de cualquier teoría conspirativa.

Del autoritarismo a la democracia: paralelo entre la transición argentina y polaca

El libro que acaba de publicar CADAL junto al Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Polonia y el Instituto Lech Wałesa -Del autoritarismo a la democracia. La experiencia polaca (disponible en este link en versión digital)- es un aporte significativo para la comprensión de los procesos de transición que tuvieron lugar hace 25 años tras la cortina de hierro. El lector argentino se encontrará ante un universo del que poco se le informó durante decenios, ya que lo que se podía conocer era escaso. De tanto en tanto ganaban espacio las huelgas del sindicato Solidaridad, liderado por el técnico electricista Lech Wałesa, que cobraban mayor relevancia mundial por el pontificado de S. S. Juan Pablo II. La implantación de la ley marcial por parte del general Jaruzelski acalló las voces de protesta en Polonia por pocos años, que resurgieron con vigor hacia fines de los años ochenta.

Las diferencias de las transiciones en Polonia y Argentina para retornar a la democracia son notorias: en el caso polaco, el régimen socialista fue el resultado de la implantación de un sistema por mandato soviético, apoyado por su presencia militar en el país. Continuar leyendo

Corriendo la pesada cortina de hierro

Estamos recordando, en estos meses, que ha pasado un cuarto de siglo desde que en Polonia se celebraron las elecciones semilibres del 4 de junio en las que ganó el sindicato Solidaridad, liderado por Lech Wałęsa; que en septiembre de 1989 Hungría abrió su frontera con Austria, por la que pasaron miles y miles de alemanes orientales en dirección a la República Federal Alemana; que el 9 de noviembre comenzó el derrumbe del oprobioso muro que dividía a Berlín en dos mitades: la occidental y libre, y la oriental, comunista. Y también que el 17 de noviembre de 1989 tuvo inicio uno de los procesos más pacíficos y ejemplares de transición del totalitarismo hacia la democracia liberal, la llamada revolución de terciopelo, en la ex Checoslovaquia.

Una de las naciones más industrializadas y desarrolladas del mundo en el período de entreguerras, lo que hoy es la República Checa, sufrió la ocupación del nazismo en 1939. Liberada por el Ejército Rojo, Checoslovaquia fue el único país en Europa central en donde el Partido Comunista tuvo predicamento, habiendo obtenido el 38% de los votos en 1946. Tras formar un gobierno de coalición con otras fuerzas, dio un golpe de Estado en 1948 en el que desplazó a los partidos democráticos, implantó la censura y comenzó el viraje hacia la planificación central de la economía de acuerdo al modelo soviético, la persecución contra toda manifestación independiente u opositora, e incluso las purgas dentro del mismo Partido Comunista.

Un intento fracasado de suavizar el rigor stalinista fue el del “socialismo con rostro humano”, el experimento de Alexander Dubček para buscar una nueva legitimidad para un sistema que estaba colapsando. Esa bocanada de aire fresco fue aplastada por los tanques del Pacto de Varsovia, cuando en agosto de 1968 se impuso la “Doctrina Brezhnev” de soberanía limitada en el campo socialista. Lo que siguió fue el régimen de la “normalización”, veintiún años de existencia gris, asfixiante, pobre y decadente, en los que se simuló que se creía en el socialismo como la sociedad del futuro.

En esta atmósfera espesa se desenvolvió la disidencia en varias entidades que se reunían en secreto. La más notable de ellas fue Carta 77, cuyos tres primeros voceros fueron el filósofo Jan Patočka, el ex ministro de Relaciones Exteriores Jíři Hájek y el dramaturgo y ensayista Václav Havel. Carta 77 tuvo el coraje de reclamar en voz alta por la vigencia de los tratados internacionales de derechos humanos que firmó Checoslovaquia, en particular la Convención de Helsinki de 1975. Por esto, Patočka murió durante un interrogatorio, y el resto de los miembros padecieron la prisión, la humillación y la degradación durante años.

El 17 de noviembre de 1989 se conmemoraba la muerte del estudiante Jan Opletal a manos de los nazis, en 1939. En un acto celebrado por los estudiantes, las consignas y discursos contra el fascismo se volvieron contra el totalitarismo entonces imperante. Marcharon hacia el centro de Praga, pero fueron interceptados en la Avenida Nacional, en donde fueron golpeados con bastones por la policía. Este evento despertó las conciencias: estudiantes y artistas se declararon en huelga y tomaron facultades y teatros.

El 19 de noviembre se formó el Foro Cívico en Chequia, y la Opinión Pública Contra la Violencia en Eslovaquia, siendo ambos movimientos de gran heterogeneidad ideológica. Allí estaba Carta 77 con otras agrupaciones disidentes, reclamando por la investigación de la represión y la renuncia de los principales jerarcas del régimen comunista. Allí estaban Václav Havel y Alexander Dubček, que había sido enviado a trabajar como guardaparques en Eslovaquia. Luego se sumaron varios economistas de la Academia de Ciencias que investigaban cómo hacer la transición hacia una economía de mercado: entre ellos, dos futuros primeros ministros y presidentes de la República Checa, Václav Klaus y Miloš Zeman. Los movimientos opositores convocaron a una huelga general para el 27 de noviembre y, día tras día, miles de checos y eslovacos se reunieron en las plazas para reclamar pacíficamente por sus libertades fundamentales tras la jornada laboral. Y todo esto sin violencia, sin romper vidrieras ni quemar llantas. El gobierno comunista esperó, en vano, las instrucciones que nunca llegaron desde Moscú.

La huelga general del 27 de noviembre, de 12 a 14, tuvo un acatamiento masivo. Ante esta evidencia, el gobierno comunista llamó al Foro Cívico y a Opinión Pública Contra la Violencia a iniciar conversaciones para la formación de un gobierno de transición, una coalición de opositores y comunistas hasta la celebración de comicios generales en junio de 1990.

Václav Havel fue electo como último presidente de la República Socialista Checoslovaca por un Parlamento con hegemonía comunista, asumiendo el 10 de diciembre de 1989, junto al gabinete de ministros de esa gran coalición. Ejemplo de transición de terciopelo, en esa jornada histórica triunfaron “el amor y la verdad sobre el odio y la mentira”, en palabras de Havel. Hubo otras transiciones, sí, pero de hierro: aquellas en las que los partidos comunistas hicieron autogolpes de Estado y se cambiaron de nombre, para seguir gobernando sin Estados de Derecho y con elecciones amañadas, como sigue ocurriendo hoy en Bielorrusia y Asia Central.

En 1989, polacos y húngaros, alemanes orientales, checos y eslovacos volvieron a Europa, corriendo la pesada cortina de hierro.

La democracia truncada de Hong Kong

Ha ganado espacio en los medios internacionales la noticia de que una parte significativa y creciente de la ciudadanía de Hong Kong está exigiendo la elección directa del próximo gobernador a partir del 2017, a lo que el gobierno de la República Popular de China respondió estableciendo nuevas reglas para tutelar férreamente ese proceso comicial.

Desde que en 1984 los gobiernos del Reino Unido y la República Popular China firmaron la declaración conjunta para la devolución de la colonia, los británicos fueron abriendo las puertas a una mayor participación de la ciudadanía en la conformación del gobierno regional. El Consejo Legislativo (LegCo) es en parte electo por los ciudadanos en circunscripciones uninominales de base geográfica, y también por representación funcional, por electorados muy pequeños, en los que eligen los empresarios, profesionales y sectores económicos determinados como el turismo, las finanzas o ramas de la industria. Desde la elección del 2012, el Consejo Legislativo está compuesto por 35 diputados por el voto de los ciudadanos, y otros 35 de la representación funcional que, en su mayoría, simpatizan con las posturas del gobierno en Beijing. Continuar leyendo

Libricidio en Irak

Cuando las fuerzas militares del autoproclamado “Estado Islámico” ingresaron en la ciudad de Mosul, en el norte de Irak, provocaron la expulsión de los cristianos allí residentes, y también comenzaron con la destrucción sistemática del patrimonio religioso, arquitectónico y cultural de las iglesias árabes. Esta política deliberada de quema de templos y libros también la están ejecutando contra bibliotecas públicas y privadas con miles de textos sobre filosofía y jurisprudencia islámica, historia y literatura árabe, ciencias y tecnología, arguyendo que su contenido es “ateo e inmoral”. Con furia iconoclasta similar a la de los talibán en Afganistán, arrasan con monumentos, estatuas y tumbas, como la del historiador kurdo Ibn al-Athir al-Jazari (1160-1233). Como todo régimen autoritario, el ISIS libra combates absurdos para eliminar el vicio, quemando cigarrillos en las plazas.

Al genocidio contra las minorías cristianas y yazidí, se añade entonces el etnocidio contra la propia cultura árabe sunnita y, más específicamente, un libricidio para borrar el registro escrito de la memoria y el conocimiento de los iraquíes.

El libricidio, explica la historiadora Rebecca Knuth en su obra sobre esta práctica en el siglo XX, es una política planificada y sistemática de quema de libros por parte de una autoridad. No es el resultado desafortunado de un accidente de guerra o de la barbarie circunstancial de un grupo de combatientes, sino un imperativo ideológico de eliminar toda expresión intelectual que sea diferente a lo que se busca imponer. Rebecca Knuth nos recuerda los libricidios en la Alemania nazi, la Unión Soviética, la revolución cultural con Mao, con el Jmer Rouge en Camboya, lo que viene ocurriendo en el Tíbet bajo la opresión de la República Popular China y lo que pasó en la guerra civil en Yugoslavia contra las bibliotecas de Sarajevo. Y también en el libricidio emprendido por el ejército de Saddam Hussein en Kuwait, durante la invasión de 1990, con el objetivo de poder reescribir la historia del emirato que se anexaba como una provincia más de Irak.

¿Por qué el autoproclamado Estado Islámico destruye textos de autores musulmanes? Su propósito es imponer una versión exclusivista y estrecha, con las anteojeras de la más estricta intolerancia religiosa, que se contrapone con la historia y la jurisprudencia islámica de varias centurias. Y es que no quieren dejar rastros de que hay fatwas –pronunciamientos legales de reconocidos juristas musulmanes- que condenan categóricamente lo que hoy está haciendo el ISIS en nombre del Islam. Desde los primeros tiempos, en el mundo musulmán se elaboró una teoría religiosa y política sobre la convivencia con los llamados Pueblos del Libro –judíos y cristianos, y luego zoroastrianos y mandeos- en el seno de la comunidad islámica. Fue así como pudieron florecer sociedades que preservaron y estudiaron gran parte del legado de la filosofía y la ciencia del helenismo, perdidas mayormente en Occidente con las invasiones germánicas. El fundamentalismo religioso del ISIS quiere borrar con otras identidades religiosas y homogeneizar toda creencia, aniquilando los textos de autores que disienten o sean diferentes de lo que ellos pretenden imponer.

Genocidio, etnocidio y libricidio se superponen en esta tormenta de intolerancia religiosa que se abate sobre Medio Oriente, exterminando personas, aniquilando religiones, quemando los soportes materiales de la cultura.

Minorías religiosas en peligro en Irak

El avance del autoproclamado Estado Islámico en Siria e Irak (ISIS) pone en peligro a varias minorías religiosas en Medio Oriente. Las iglesias cristianas árabes –católicos, nestorianos, monofisitas, ortodoxos- de Irak están siendo expulsadas o masacradas en el norte. El llamado Estado Islámico, que es de una estrecha interpretación sunita y que pretende restablecer el califato, considera a los musulmanes chiítas como herejes, pero estos habitan en las regiones meridionales.

En esta atribulada zona del mundo nada es sencillo ni homogéneo, porque hay allí otras minorías religiosas que tienen un lejano parentesco con el judaísmo, el cristianismo y el Islam, además de haber recibido influencias del zoroastrismo, gnosticismo y maniqueísmo.

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Dos sentencias por el genocidio camboyano

Dos antiguos líderes del Jmer Rouge, el partido comunista de Camboya que gobernó salvajemente entre 1975 y 1979, fueron sentenciados a prisión perpetua por la deportación de la población de las ciudades al campo, en la que murieron miles de personas. Son dos octogenarios: Nuon Chea, de 88 años; y Khieu Samphan, de 83. Otros líderes del movimiento Jmer Rouge murieron durante el proceso; pero el principal de ellos, el enigmático Pol Pot, falleció en la selva en 1998 antes de que comenzaran los juicios por crímenes contra la humanidad.

El Reino de Camboya se independizó de Francia en 1954 pero, siendo parte del convulsionado Sudeste asiático, fue también escenario colateral de las dos guerras de Vietnam. Cuando se abolió la monarquía, comenzó la guerra civil del gobierno militar de Lon Nol contra guerrillas marxistas, que finalmente tomaron la capital Phnom Penh en 1975.

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