Argentina necesita una política naviera

Roberto García Moritán

La Argentina necesita encarar con urgencia una política naviera que, entre otros importantes beneficios para el comercio fluvial y marítimo, actúe como instrumento adicional de política exterior. El actual régimen legal ha desvanecido una presencia mercante que fue históricamente importante. Hoy prácticamente no existen buques con pabellón nacional. Las banderas de conveniencia hasta efectúan navegación de cabotaje. En el último lustro se fue abandonando incluso una política exterior que tuviera a dicha temática entre sus prioridades. Eso ocurre en el ámbito fluvial como en lo que hace al Atlántico Sur.

Esta realidad implica, entre otros ejemplos, que la Argentina desaprovecha anualmente aproximadamente 4.000 mil millones de dólares en fletes por no contar con buques cerealeros de bandera argentina y de 900 millones de dólares en fletes fluviales. Las proyecciones señalan que los números podrían ser aún mayores en los próximos años. La Argentina hoy perdió el 95% del tráfico de la Hidrovia Paraná Paraguay. Los dedos de una mano sobran para contar las barcazas argentinas. Países como Paraguay, en cambio, dominan el escenario con una presencia fluvial de 143 barcos convencionales, 211 remolcadores de los cuales 166 son del sistema de empuje y 2575 barcazas.

La paradoja es que el dragado, mantenimiento y balizamiento de la Hidrovía, lo asume principalmente la Argentina. Es evidente que la situación refleja una asimetría que perjudica el interés nacional. La adopción de algunas normas polémicas sobre cargas del Mercosur, claramente no es suficiente ni la mejor forma de encarar la cuestión. Se necesita una política integral.

Los astilleros nacionales, con gran esfuerzo, intentan revertir el decaimiento de la industria naval. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en Brasil o en otros países como China o Corea del Sur, lamentablemente Río Santiago, por ejemplo, no ha podido mejorar la tecnología cuyo equipamiento instalado es básicamente el de sus orígenes. Sin inversión en tecnología y un cambio sustantivo en la legislación nacional es difícil predecir un futuro exitoso como competitivo para la industria naviera en su conjunto.

Es hora de encarar el tema de la política naviera con una nueva determinación y visión estratégica, incluso geopolítica. La cuestión es de gran relevancia y debería constituir un componente importante de la política exterior  para que contribuya, no solo a generar mayor riqueza y valor agregado a la producción nacional, sino también para impulsar la proyección y la presencia de la Argentina en la región y en el mundo.