Crisis brasileña, crisis del Mercosur

Roberto García Moritán

La tensión en el Mercosur es cada día más preocupante y el futuro inmediato de la unión aduanera parece hoy descansar más en las perspectivas electorales argentinas que en otras consideraciones puntuales. El breve lapso de tiempo para que asuma una nueva administración en la Casa Rosada parece haber sido uno de los factores que evitó que prosperara la iniciativa de que Brasil abandonara el Mercosur impulsada por el senador Renán Calheiros, presidente de la Cámara Alta del Congreso, que integra el Partido del Movimiento Democrático Brasileño y es un importante aliado de la presidente Dilma Rousseff. También un político de significativa relevancia futura.

De continuar en el 2016 las orientaciones económicas y de política exterior del Gobierno de la presidente Cristina Kirchner, la historia puede ser distinta y quizás más compleja para los intereses argentinos. Nuevamente los ojos volverían a la inacción del Mercosur y al corsé que muchos sectores económicos de Brasil interpretan como limitante para atenuar la crisis económica e incluso la debilidad política. La negociación unilateral de acuerdos de libre comercio es considerado un paso esencial en la recuperación económica del Brasil y ha sido defendida por entidades empresariales como la Confederación Nacional de la Industria y la Confederación Nacional de la Agricultura. Brasil se encuentra en el quinto año de recesión y el 2015 se presenta con una probable contracción del producto bruto interno del 1,49 % y con una inflación del 9 %.

Es obvio que la resistencia de Itamaraty a que Brasil deje el Mercosur tuvo en cuenta otras cuestiones y en particular las de alcance geopolítico. El desmantelamiento del Mercosur podría llegar eventualmente a configurar un nuevo mapa subregional de complejidades políticas mayores que las económicas y comerciales. También alterar la base de la proyección diplomática internacional del Brasil. Es evidente que la planificación de política exterior que ha desarrollado Brasil en las últimas décadas tuvo prioridad sobre problemas económicos temporales y de características coyunturales.

Sin embargo, que el tema del posible abandono del Brasil al Mercosur haya sido discutido en el Palacio del Planalto, promovido en la agenda de una figura de gran importancia política, debería ser un serio llamado de atención para la Argentina. Es una clara indicación de que, en algún momento, los objetivos de la dinámica integracionista del Brasil van a cambiar. También enfatiza la necesidad de que el Mercosur adopte actitudes más flexibles y se abra al mundo. Es llamativo que mientras se desarrollan aproximadamente 140 negociaciones de acuerdos comerciales entre distintas regiones del planeta en ninguna participe el Mercosur.

El Mercosur debería salir del creciente aislacionismo, en particular a la luz de los megaacuerdos que se encuentran en proceso de negociación. Es quizás hora de que a partir del 2016 se impulse un Mercosur agresivo, que en bloque persiga ampliar geométricamente objetivos comerciales con todos los centros económicos del mundo y en particular con Europa y Asia. Es de esperar que el próximo Gobierno argentino se encuentre a la vanguardia de esa perspectiva.