Yidadistas latinoamericanos

La propaganda para reclutar combatientes en la Yihad, sea para Siria o Irak, se encuentra traducida a varios idiomas incluyendo el castellano. De acuerdo al Canciller sirio, son 83 los orígenes nacionales de las diversas fuerzas fundamentalistas. La propaganda de convocatoria ha recibido el nombre de “Turismo para yihadistas” sobre la base de que Mahona habría señalado que “el turismo es la Yihad en el camino a Ala”.

Los yihadistas latinoamericanos en Siria e Irak son poco mencionados pero constituyen una fuerza de hombres y mujeres de creciente significación. Según el Daily Telegraph, son considerados como “yihadistas exóticos” por provenir de Argentina, Brasil, Chile, Trinidad Tobago y México. Otros informes mencionan yihadistas de Colombia y Honduras.

La revistas de defensa Jane’s, sobre la base de informaciones del 2012, indica que 23 argentinos habrían muerto en Siria probablemente integrantes de Al Qaeda o Al Nusra. Un argentino y una chilena, muertos en las cercanías de Damasco, fueron mencionados como pertenecientes a un grupo fundamentalista islámico checheno. Asimismo, la publicación británica mencionaba sobre la muerte, entre otros, de 150 mexicanos y 36 brasileños.

Noticias proveniente de Madrid dan cuenta que un argentino fue detenido recientemente en España como integrante de una red que suministra combatientes a una brigada denominada Al Andalus, de las filas de la organización Estado Islámico en Irak y el Levante (ISIS por sus siglas en inglés).

Estos antecedentes públicos solo tienden a ilustrar que la problemática del yihadismo también podría eventualmente tener graves repercusiones futuras en América Latina. Para la Argentina, que ya atravesó dos criminales atentados terroristas, el tema no debería ser menor. En particular al conocerse poco de la conexión local.

Consecuentemente, es natural preguntarse sobre las medidas que el Gobierno argentino se encuentra adoptando para prevenir eventuales efectos del terrorismo internacional islamista. Un interrogante, entre otros, es que los yihadistas latinoamericanos mantengan centros de contactos activos en la región o en algún momento vuelvan a los países de origen.

Estas preocupaciones aumentan ante los vaivenes de una política exterior cuanto menos confusa con relación a los problemas centrales de Medio Oriente, en particular cuando el Gobierno siquiera se ha dignado a emitir un comunicado oficial condenando las terribles muertes de los periodistas norteamericanos brutalmente decapitados por el ISIS, como no lo hizo tampoco con los secuestros y asesinatos de jóvenes que originaron el conflicto entre Israel y Hamas.

Ginebra II no logró siquiera iniciar un tímido proceso de paz

La conferencia denominada Ginebra II para detener la guerra civil en Siria no logró iniciar siquiera un tímido proceso de paz y puso de manifiesto, en cambio, las diferencias casi irreconciliables entre todos los actores centrales. No hubo una sola idea diplomática que pudiera romper el enfrentamiento o extender el dialogo para establecer bases comunes para la conformación de un gobierno de transición. Damasco se opuso a cualquier hipótesis. Hasta los intentos de establecer un cese de fuego en zonas críticas y acordar corredores humanitarios para asistir a heridos y proteger a la población civil, enfrentó las mismas negativas rotundas. No hubo evidencias mínimas de voluntad negociadora.

Un resultado desilusionante aunque nada sorprendente a pesar de las expectativas generadas y de las dramáticas consecuencias humanitarias que vive Siria tras tres años de guerra civil. La reunión Ginebra II también ha dejado al descubierto las limitaciones diplomáticas de Naciones Unidas para destrabar un conflicto agudo. La confusión inicial sobre la invitación a Irán y la posterior anulación del convite, es una demostración de falencias de coordinación como de la reducida capacidad de la ONU para convencer voluntades en una situación de la magnitud de la crisis siria.

Sin embargo, la perseverancia diplomática tiene los ojos puestos en Ginebra III en la esperanza de continuar intentando destrabar la grave y compleja madeja que ha enfrentado a todos los países participantes. Es de esperar que se aprovechen los errores cometidos para enmendar conductas de gestión diplomática. La gravedad de la guerra en Siria exige urgentes respuestas de la comunidad internacional.

El hecho que los dos países centrales en la convocatoria de la reunión, Estados Unidos y Rusia, se sigan manteniendo distantes entre sí y otorguen mayor prioridad a la defensa de sus intereses individuales hace que la búsqueda de una solución negociada sea aun más difícil. Washington y Moscú tienen en gran medida el mango de la sartén. Ni uno ni otro han hecho o demostrado encontrarse a la altura de las circunstancias. Rusia, al seguir sosteniendo el régimen de Al Assad como si fuera una cruzada ideológica en aras de mantener influencia en Medio Oriente y en los recursos petroleros de Siria. Estados Unidos, por su parte, sigue dando señales confusas. Por un lado, se encuentra obnubilado por la presencia de Al Qaeda entre los combatientes rebeldes a punto de haber debilitado a la oposición moderada. Por otro, insiste en la apertura democrática. La breve conversación inamistosa entre los presidentes Obama y Putin, en las horas previas al inicio de Ginebra II, permitía ya pronosticar el desenlace de la conferencia.

Es lamentable el comportamiento de Washington y Moscú cuando los horrores de la guerra se multiplican cada día. Human Rights Watch ha denunciado, en las últimas horas, la barbarie gubernamental de destrucción de barrios enteros para castigar a la población civil. El desborde no tiene límite.