Siria y su adhesión a la Convención sobre Armas Químicas

La adhesión de Siria a la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción, el Almacenamiento y el Empleo de Armas Químicas y sobre su Destrucción, que entró en vigor en 1997, es muy importante aunque no resuelve el problema de manera automática de un hipotético uso de este armamento por parte de Siria. La implementación de la incorporación al tratado, tras el depósito en ONU del instrumento de ratificación, es un proceso complejo y extenso en el tiempo conforme a los términos del instrumento en el cual Siria continuaría en posesión del arsenal cuestionado. En ese período, el control internacional, a través de la Organización de las Armas Químicas (OPAC), es limitado. De acuerdo al artículo III, el país que se incorpora a la convención dispone de un plazo de treinta días para presentar un informe detallado de todas las armas químicas en su poder como de los centros de producción. Asimismo, debe facilitar un plan detallado para la destrucción del arsenal como de las instalaciones de fabricación.

El articulo IV señala que esa declaración deberá ser verificada in situ minuciosamente por la organización conforme un procedimiento detallado que supone la presencia de técnicos de la OPAC en el terreno para comprobar la veracidad de toda la información suministrada. De acuerdo con experiencias anteriores de países con volúmenes similares de armamento químico, esa verificación en territorio sirio podría llevar, cuanto menos, entre seis meses y un año y medio. Las condiciones imperantes de guerra civil en Siria permitirían presumir que ese tiempo podría ser mayor.

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Siria: Argentina decepciona en el Consejo de Seguridad de la ONU

El uso de armas químicas en Siria, según la denuncia de Médicos sin Frontera con la muerte por asfixia y otros efectos tóxicos de más de un millar de personas, podría ser el germen de una guerra de dimensiones regionales y graves consecuencias internacionales para la paz y la seguridad internacional. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que preside Argentina en el mes de agosto, se ha reunido en varias ocasiones sin mayores resultados por las diferencias entre las principales potencias. La Argentina, sin embargo, en ningún momento adoptó la iniciativa de convocar una sesión de emergencia del citado órgano frente a los graves hechos denunciados, que son investigados por un equipo técnico enviado por el secretario general de la ONU, sino que las reuniones tuvieron que ser solicitadas expresamente por Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Corea del Sur y Luxemburgo.

Tampoco ha sugerido un curso de acción diplomática para romper el impasse, pese a la reciente presencia de la presidenta de la Nación al inaugurar la presidencia argentina al único órgano multilateral con la responsabilidad primordial de preservar la paz y la seguridad internacional. La pasividad argentina, en ese contexto, es interpretada como un apoyo a la visión reticente de Moscú al tratamiento de la cuestión como a la insistencia que las armas químicas fueron lanzadas desde posiciones ocupadas por las fuerzas opositoras al régimen de Al Assad. Ya hace aproximadamente un mes, en oportunidad de la visita a Buenos Aires del canciller ruso, Serguei Lavrov, la Argentina había firmado un comunicado conjunto en el que avalaba esencialmente la posición de Rusia en el conflicto sirio. El comportamiento de la Argentina en el Consejo de Seguridad, que podría calificarse de burocrático, podría obedecer a las coincidencias con Moscú contenidas en ese documento.

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