Misión diplomática de la OEA

La Organización de los Estados Americanos (OEA) necesita iniciar en el 2016 un urgente proceso de renovación que le permita asumir el papel central como órgano que reúne a todos los países del hemisferio. Derivada de la Unión Panamericana y esta de la Unión Internacional de Repúblicas Americanas, enfrenta el reto de reivindicar la misión original establecida en la Carta y, entre otros, establecer un marco eficaz de distribución de responsabilidades con otros organismos relevantes, como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur).

El debilitamiento de la OEA de los últimos cinco años conspira con el propósito de contar con un órgano capaz de responder a los variados problemas del hemisferio. Ningún otro organismo regional tiene el cuerpo jurídico, la estructura y los programas de cooperación y asistencia de la OEA. La Carta Democrática Interamericana, el sistema interamericano de los derechos humanos, integrado por la Comisión (CIDH) y la Corte de San José, son de vital importancia para América Latina. Las misiones de observación electoral son otro de los pilares con mayor reconocimiento internacional. Esos mecanismos, entre otros, han contribuido a través de décadas al prestigio de la institución. Continuar leyendo

La política exterior argentina que vendrá

Uno de los temas urgentes para el próximo Gobierno será equilibrar y reorientar la política exterior para que responda con mayor precisión y eficacia al interés nacional. Reubicar a la Argentina como país creíble y responsable en el escenario internacional es un desafío cada día más apremiante. Esa necesidad responde tanto a propósitos económicos como políticos para que el país se desenvuelva en las mejores condiciones en el siglo XXI y recupere el lugar que le corresponde para beneficio, en definitiva, de la gente y del aparato productivo, en particular de las pequeñas y medianas empresas, de las economías regionales.

La lista de temas que requieren actualización es amplia. En el ámbito regional el alicaído Mercosur necesita una obvia recomposición. Ya no es posible seguir ignorando los riesgos del creciente deterioro. Menos aún que se siga abstrayendo de lo que ocurre en el mundo. De las numerosas negociaciones multilaterales sustantivas en ninguna participa el Mercosur. Ese aislamiento ha quedado en mayor evidencia con el informe del Banco Mundial, Doing Business in 2016, donde los países miembros se encuentran en un índice muy poco favorable para hacer negocios. El contraste sobresale cuando se compara con la ubicación adquirida por los que integran la Alianza del Pacífico.

Unasur es otro capítulo para la reflexión. En los últimos años el ámbito sudamericano ha quedado reducido a solidaridades que chocan con los propios principios y valores que proclama defender. El caso más patético es Venezuela. Las gestiones diplomáticas ante los excesos del Gobierno venezolano han concluido en actitudes condescendientes con la represión, las violaciones a los derechos humanos y las limitaciones a las libertades individuales. Tampoco Unasur ha probado ser un instrumento útil en términos de integración física y mayor interconexión regional. Continuar leyendo