Corea del Norte: ensayo nuclear de preocupante dimensión militar

El ensayo de una bomba de hidrógeno por parte de Corea del Norte es de enorme gravedad para la seguridad mundial y merece la mayor condena por parte de toda la comunidad internacional. Hasta ahora Pyongyang había realizado tres pruebas nucleares (2006, 2009 y 2013), en contravención al Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), utilizando para la reacción atómica núcleos de fisión con material fisionable (uranio, plutonio o ambos). Se estima que posee un arsenal nuclear calculado en aproximadamente media docena de armas nucleares de estas características. El nuevo ensayo, en cambio, otorga al arsenal nuclear norcoreano una dimensión militar mucho más preocupante.

El énfasis en la bomba H o bomba de fusión o termonuclear representa un peligro mayor por la alarmante capacidad de destrucción. Se trata de un artefacto  en el cual la energía proviene de la fusión (no de la fisión) de átomos ligeros (isotopos de hidrógeno) en núcleos más pesados. La energía máxima liberada no tiene, en teoría al menos, límite. Las más célebres han sido Ivy Mike y Castle Bravo probadas en la atmósfera por Estados Unidos en los atolones de Eniwetok y Bikini de las Islas Marshall en 1952 y 1954 respectivamente, y la Bomba del Zar, de una potencia de 50 Mt, ensayada en la atmósfera por la Unión Soviética en el archipiélago de Nueva Zembla, en el Océano Ártico, en 1961.

El ensayo de la bomba de hidrógeno norcoreana ha sido registrado por diversas estaciones sísmicas con una magnitud de 5,1 en la escala Richter. De acuerdo a especialistas, si la bomba del Zar de la URSS, la más potente arma nuclear jamás probada, hubiese sido ensayada a través de una prueba subterránea como la norcoreana hubiera tenido un registro aproximado de 7 puntos de la escala Richter. Este dato da una idea comparativa de la enorme potencia del ensayo efectuado por Corea del Norte. Es probable que el arma norcoreana detonada sea aproximadamente unas 800 veces más poderosa que la de Little Boy lanzada sobre Hiroshima.

Dadas las características expansivas y destructivas de la Bomba H, prácticamente todas las potencias que poseen armas nucleares (Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido, India, Pakistán e Israel) utilizan en la actualidad la fisión con diversa combinación de material fisionable. Esto significa, de confirmarse, que Corea del Norte poseería hoy el arma atómica de mayor potencia del planeta.

El tema es muy grave, entre otras razones porque en el 2013 Corea del Norte anunció la anulación del acuerdo de no agresión con Corea del Sur que puso fin a las hostilidades de la guerra de Corea. La cancelación del armisticio  de 1953 es en los hechos una situación de guerra tal como lo ha reconocido el régimen de Pyongyang al señalar “que se siente legitimado a actuar en consecuencia”.

En este contexto, el cuarto ensayo nuclear norcoreano es muy grave. No sólo viola el TNP sino además un número de resoluciones específicas del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas respecto del programa militar nuclear y misilistico de  Corea del Norte. Es importante y urgente que ante este nuevo grave desafío norcoreano la respuesta de la comunidad internacional sea global, categórica y firme. La desnuclearización de la Península Coreana es hoy, más que nunca, de la máxima prioridad.

Nuevo error diplomático de la Argentina

La amplia mayoría de la comunidad internacional vuelve a reclamar en la IX Conferencia de Examen del Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) la completa eliminación de las armas nucleares y un régimen de no proliferación, vertical y horizontal, que asegure eficazmente ese objetivo. Se reconoce que dicho armamento, por sus efectos de aniquilamiento, son contrarios al derecho internacional y al derecho humanitario internacional. El Secretario General de las Naciones Unidas ha afirmado que “un mundo libre de armas nucleares es una prioridad para la ONU y sería un bien púbico mundial de primer orden”.

La sesión inaugural contó con la presencia de los Cancilleres de la mayoría de los países. Fue decepcionante que la Argentina no haya sido representada a ese nivel. La ocasión diplomática lo merecía. Es la actualidad es indispensable mayor presión internacional para que las potencias poseedoras de estos artefactos den cumplimiento al TNP, en particular de países que integran zonas libres de armas nucleares como es el caso de América Latina a través del Tratado de Tlatelolco.

Es evidente que mientras existan estas armas el peligro que sea objeto de una detonación, accidental o intencional, seguirá latente. Ese riesgo sería una catástrofe de consecuencias incalculables para todos los países del mundo. Nadie, ni ninguna región del mundo, estaría exento de las consecuencias. Sin embargo, lamentablemente no existen mayores esperanzas que la Conferencia produzca resultados que puedan ser considerados alentadores para el propósito de iniciar un ciclo de desarme nuclear conforme a los objetivos del artículo VI del TNP.

La frustración diplomática tiene antecedentes. Hace cinco años se acordó por consenso un Plan de Acción de 65 compromisos que ni siquiera han sido mínimamente considerados. Por el contrario, el cuadro general en lugar de acercar la posibilidad del desarme nuclear, se ha alejado. Naciones Unidas ha denunciado que los arsenales existentes han crecido en número y calidad. También ha destacado que los programas de modernización de los arsenales existentes apuntan a un mayor control de los efectos radiactivos y, en ese marco, han aumentado de manera considerable las amenazas de utilización en futuros conflictos.

El grado de confrontación entre Estados Unidos y Rusia ha alentado el nuevo ciclo armamentista nuclear. Si bien ambas potencias se encontrarían aplicando el Tratado del 2010 sobre Reducción de Armas Estratégicas, no están negociando futuras reducciones de los arsenales ni limitación en las modernizaciones. Tampoco el resto de los países poseedores de estas armas han reducido o limitado los respectivos arsenales. Se estima que Francia dispondría de 300 y el Reino Unido y China de 240 respectivamente. Pakistán e India contarían con 110. Israel entre 200 y 400. Corea del Norte 10. Asimismo, un número no determinado de armas nucleares, se encontrarían desplegados en 15 países. También en mares y océanos, incluyendo quizás el Atlántico Sur.

La urgencia y prioridad que merece el desarme nuclear exige que todos los países levanten la bandera de la no proliferación de las armas nucleares. Ha sido lamentable que el Canciller argentino no haya estado presente. Nuevamente el mensaje diplomático, como ha ocurrido con otras cuestiones relevantes como ha sido el de la lucha contra el terrorismo internacional, es perplejo.

El renacer de la energía nuclear en Brasil

Brasil se encuentra desde este año empleando uranio enriquecido de producción propia en los elementos combustibles de las centrales nucleoeléctricas que dispone. Según fuentes de Industrias Nucleares de Brasil (INB), la producción 2015 cubrirá el 80% de la demanda de Angra I. Hasta ahora Brasil, noveno con tecnología de enriquecimiento de uranio, importaba aproximadamente 400 toneladas de material fisionable para mantener en funcionamientos las dos plantas nucleares, Angra 1 y 2.

La capacidad industrial del Brasil de enriquecer uranio, iniciada en 1985, finalmente se encuentra dando frutos. La fábrica de Rosende, una de las instalaciones con ese objetivo, es un emprendimiento conjunto del INB y del Centro Tecnológico de la Marina que cuenta con cuatro módulos con un total de diez conjunto de centrifugas. La capacidad instalada permitiría procesar, inicialmente, hasta 40 toneladas anuales. Asimismo, produciría los elementos combustibles para los proyectados submarinos a propulsión nuclear aunque no se descarta en el futuro que disponga de un centro específico para cubrir dicha necesidad por las características más sensible que representa.

Es previsible que el uranio enriquecido para Angra I sea ligeramente enriquecido (entre el 3% y el 5%). Sin embargo, los elementos combustibles para el reactor de los submarinos requieren de un enriquecimiento muy superior. Técnicamente esa capacidad, a través del método del centrifugado rápido, permitiría una concentración sustantiva del isotopo 235 U. Justamente en previsión del alcance delicado de la cuestión, a principios del 2008, Argentina y Brasil suscribieron un documento de intención para integrar ambas industrias de enriquecimiento de uranio y eventualmente encarar un programa de producción conjunta a escala industrial. Lamentablemente, quedó en el olvido. Dicho mecanismo bilateral, de haberse continuado, hubiese sido un paso técnico y político importante para ambos países y una muestra adicional de confianza a nivel global.

Sin perjuicio de las naturales consideraciones que puede despertar la capacidad instalada de Brasil, dicho país es parte del Tratado de No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) y del Tratado de Tlatelolco y, en ese contexto,  sujeto a las salvaguardias correspondientes del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Asimismo, se cuenta con un sistema de contabilidad recíproca de materiales nucleares con la Argentina (ABAAC). Sin embargo, no se ha adherido al Protocolo Adicional al TNP como tampoco lo ha hecho la Argentina.

El renacer de la energía nuclear en Brasil y la Argentina con un nuevo ciclo de instalaciones nucleares proyectadas, pone en evidencia la necesidad de reflexionar sobre la conveniencia y oportunidad que ambos países se sumen finalmente al Protocolo Adicional al TNP. Argentina ha expresado no tener dificultades y ha comprometido su adhesión cuando Brasil se encuentre en condiciones.

Quizás ha llegado el momento que ambos gobiernos avancen con determinación en esa dirección. La próxima Conferencia de Examen del TNP, en el 2015, podría ser la ocasión ideal para el anuncio bilateral  formal que se traduciría en un fuerte respaldo a la no proliferación en el mundo y en un nuevo ejemplo de la permanente vocación pacífica que domina el comportamiento de Argentina y Brasil en el ámbito de la tecnología nuclear.