Religión y gobierno

Recuerdo claramente hace un par de años que se abrió un debate monumental en el sur de la Florida porque un grupo de una Coalición Cristiana estaba cabildeando en Tallahassee para devolver a las escuelas públicas la libertad de orar en ellas. Según su propuesta, cualquier estudiante debería poder levantarse durante una ceremonia o evento, y orarle a cualquiera que fuera su fe. Según la Constitución de Estados Unidos en su primera enmienda, el gobierno no debe hacer leyes que inciten a la religión o prohíban la libertad de expresarla. Hay separación de religión y Estado, con todo y que la mayoría del país es de fe cristiana.

Para la coalición cristiana y los que estaban de acuerdo con la ley impulsada en la Florida, es un beneficio absoluto mostrar la religión en las escuelas. Argumentaban que más expresión religiosa era la que hacía falta para disminuir la violencia escolar y el bullying. Pero para los que estaban en contra (en esa ocasión escuché argumentos de ateos, musulmanes y testigos de Jehová) era incómodo, porque el hecho de que ellos fueran minoría los ponía en desventaja por la falta de información y tolerancia religiosa que para ellos existe. Eso de que algunos piensen que todos los musulmanes son terroristas, por ejemplo. Un concepto errado y totalmente inaceptable pero que lamentablemente se da por falta de educación internacional o cultura general.

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La Colombia de ahora

Comparar a la Colombia de ahora con la de hace 15 años delinea claramente el crecimiento económico que ha tenido el país. Basta con visitarlo para notar la evolución comercial de sus ciudades y la inversión extranjera que hoy confía en sus industrias. Ha sido el resultado de la seguridad democrática, del trabajo social, de la diplomacia con países vecinos y socios comerciales, y de ciudadanos pujantes que han querido salir adelante con todo y que el país haya vivido, y todavía viva, pero a menor escala, el conflicto de la guerrilla y la pesadilla del narcotráfico.

Resultados de la gestión del ex presidente Álvaro Uribe, y de lo que de algún modo ha seguido desarrollando el presidente Juan Manuel Santos, ya que ambos, con diferentes estilos, han fomentado la confianza económica. Sin embargo, es una realidad que muchos empresarios critican la gestión del presidente Santos en muchos aspectos y un gran sector del país además critica que el presidente Juan Manuel haya iniciado conversaciones de paz con la guerrilla de las FARC. Estando en Colombia uno nota cómo el país se encuentra muy dividido, lo que es parte de una democracia sólida, como la de Colombia, pero preocupa.

Preocupa sobre todo si tenemos en cuenta que a nivel socioeconómico el país todavía tiene muchos problemas de pobreza y de desigualdad social. Conversando con empresarios colombianos, uno se da cuenta de que el petróleo, la agricultura, el sector inmobiliario, el turismo y muchas otras industrias en Colombia prosperan a pasos agigantados, pero que también hay demasiado escepticismo. De una u otra forma todo se interconecta.

Se augura que el país no va a lograr la meta de crecimiento del 4% que espera el Ministerio de Hacienda para el 2013 y la inversión extranjera ha disminuido un poco. Pero noticias como la que informa de un 7,6% más de ingresos en el segundo trimestre del 2013, comparado con el 2012 para el grupo de la aerolínea Avianca, o las páginas de las revistas inundadas con publicidad de proyectos inmobiliarios en las principales ciudades colombianas con precios donde el pie cuadrado iguala los precios de Miami, y en algunos casos de Nueva York, son muestras de gran prosperidad.

La gran crisis social y política que reflejan las páginas de los diarios y que muestran esa división que figura en la Latinoamérica actual, no opaca a simple vista los múltiples eventos empresariales que celebra el pa;is a lo largo y ancho. El diario El Universal de Cartagena, por ejemplo, promueve en media página el foro de innovación empresarial que se llevará a cabo el próximo 22 de agosto en el JW Marriot, patrocinado por marcas como Coca-Cola, que antes era impensable que invirtieran recursos en el país. No saber qué puede pasar si se logra la paz con la guerrilla a mi criterio genera desconfianza. Sin duda eso cohíbe todo tipo de novedad por la inestabilidad política que se vive y que pudiese predominar.

Pero es necesario vivir ese escepticismo para lograr de una forma u otra que el conflicto con la guerrilla se acabe. Es parte de la transición necesaria que vive el país. No se puede tapar el cielo bajo la nube económica o la lluvia de oportunidades de los que más tienen. En Colombia la situación política debe estabilizarse, sólo así habrá prosperidad de todo tipo. Mientras tanto son sólo buenas rachas y malas rachas.

 

Ignorancia o racismo

Hace un par de semanas, y muy cerca al 4 de julio, día de la independencia de Estados Unidos, el canal de televisión para niños Disney transmitió su clásico Pocahontas. Lo hizo como parte de una serie de películas para conmemorar la herencia americana. La historia de Pocahontas es conmovedora, y muy explicativa para cualquier niño estadounidense que se pregunte hoy día parte de la historia de la inmigración a estas tierras.

En 1607 John Smith, un inglés, joven y guapo, sin familia, viaja buscando oro y se encuentra en el Nuevo Mundo con Pocahontas. Pocahontas, un dibujo animado diseñado con todas las características del indio nativo americano, muy hermosa, le enseña a John Smith que los animales también tienen alma, y que no hay que matarlos, ni podar los árboles, y que se puede vivir en armonía aunque seamos diferentes. Smith y Pocahontas se enamoran, pero al final a John Smith lo van a matar por una ofensa de un amigo a la tribu de Pocahontas, y se debe ir de regreso a Inglaterra, se va herido. Ésta es la historia en dibujos animados. En la vida real sabemos cuál fue la historia. Seguro hubo algunas Pocahontas, pero también hubo muchos indios que no contaron con suerte.

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