La ciudad de Buenos Aires y la ejecución del presupuesto

Santiago Gambaro

Quien emerge como candidateable para el 2015 y busca consolidarse como referente de la oposición, Mauricio Macri, participó de un encuentro organizado por la fundación Clinton Global Iniciative, cuyo eje central fue el análisis de la implementación de políticas de desarrollo de infraestructura que permitan adaptar a las grandes ciudades a los desafíos del cambio climático. A los presentes (incluyendo al Presidente del BID, Luis Alberto Moreno) les informó que pese a que las lluvias en Buenos Aires son más intensas, el verdadero problema que enfrenta es de carácter presupuestario pues requiere de créditos a organismos internacionales que el Gobierno Nacional, por poseer una agenda de intereses diferente, le bloquea.

La situación financiera de la Ciudad de Buenos Aires es, por diversos motivos, privilegiada con respecto otras grandes ciudades del país. Parte de esos beneficios se deben a tener el puerto más importante del país, ser asiento de las autoridades federales -con el impacto económico que esto significa- y que muchas empresas nacionales tienen su domicilio fiscal -y por lo tanto tributan- allí. Sin embargo, parece que los recursos de su gobierno local no alcanzan. Por ejemplo, para 2011 el déficit fue de 2.132,8 millones de pesos, y para 2012 era estimado de 1.269,6 millones de pesos.

La Ciudad de Buenos Aires registra aumentos de su deuda pública. Según el informe elaborado por el Frente para la Victoria, en 2007 el total de la deuda ascendía a 1.800 millones de pesos, y en octubre de 2012 alcanzó los 6.400 millones (un 355 % más). Hace seis años la deuda estaba colocada en moneda extranjera en un 60 %, mientras que el año pasado ya había alcanzado un 90 %, según se desprende de un informe del Centro de Investigaciones del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.

Según el mismo estudio, el 57% de la nueva deuda tiene como destino el afrontamiento de obligaciones de corto plazo, mientras que el 43% se destina a la ampliación de infraestructura. El instrumento financiero elegido fue el llamado Bono Tango. En 2012 se colocó la décima edición, por un total de 415 millones de dólares, a una tasa fija del 9,95 % nominal anual.

El Gobierno de la Ciudad opta por endeudarse y aumentar impuestos. Pero lo curioso es que año tras año se observa una subejecución del presupuesto cercana al 70 %. Es decir, sólo un tercio de los recursos presupuestados fueron usados para su destino específico. Sucede con la mayor parte del presupuesto de obras públicas, y un caso particular es el Programa 31- Desarrollo de la Infraestructura Pluvial. Las obras de ese programa, necesarias para mitigar los efectos del crecimiento de las construcciones sobre el tejido urbano y las modificaciones que está sufriendo el clima a nivel planetario, fueron oportunamente proyectadas y presupuestadas.

El problema no es técnico, ya que el Plan Director Hidráulico de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires data de 1998. Tampoco es un problema de falta de recursos, ya que la previsión específica para atender situaciones de este tipo fue creada hace casi 10 años. El decreto 2.368 publicado el 5 de diciembre de 2003 formalizó un instrumento específico, el Fondo Anticíclico, que concentraría una reserva de recursos financieros. Este fondo se conformaría con los ingresos excedentes de cada ejercicio fiscal, y según el artículo 3° inciso 2° uno de sus fines era “sostener total o parcialmente la ejecución de los proyectos de inversión considerados prioritarios”. Claramente, es un problema de gestión.

Durante las dos últimas administraciones de la Ciudad de Buenos Aires el Fondo Anticíclico fue discontinuado. En particular desde que el PRO gobierna la ciudad, la estrategia financiera es otra.

En vez de separar recursos para momentos de necesidad, la administración macrista argumenta año tras año la necesidad de mayores recursos, e incurre en déficits fiscales en sus presupuestos. Todas estas fallas estratégicas de ejecución fueron desnudadas por la terrible tormenta que se abatió sobre la Ciudad de Buenos Aires y otras regiones del país a comienzos del mes de abril, de la que se acaba de cumplir un mes.

Según la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP) sobre la ejecución presupuestaria del Gobierno de la Ciudad y publicada en algunos medios, en el último cuatrimestre de 2012, el ingeniero Macri ejecutó para la unidad de proyecto especial arroyo Maldonado 170,6 millones de pesos de los 230,3 millones que habían sido adjudicados (el 74,1 %). Consultado por la falta de obras, Macri es consecuente en la orientación de sus respuestas; sostiene que la responsabilidad es del Gobierno Nacional por no permitirle contraer deuda internacional para financiarla. Es decir, se trata de un permanente intento por deslindar responsabilidades de quien maneja de los presupuestos más elevados del país y no los ejecuta.