Cristina, casi invicta en la derrota

Un dato interesante para analizar en las elecciones que se fueron dando hasta ahora pasa por cruzar el involucramiento personal de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a través de sus ilegales cadenas nacionales dedicadas a la campaña política, con el resultado electoral. El resultado es por demás interesante: salvo en el caso de las primarias de Chaco, donde el candidato del FPV ganó a la radical Aída Ayala, cada vez que la Presidenta expresó su respaldó públicamente, el candidato perdió.

En efecto, es lo que sucedió con Miguel Pichetto. Cristina hizo uso el 14 de mayo de la 17º cadena nacional en el año para promocionar la candidatura de Miguel Angel Pichetto, a quien presentó como “el futuro gobernador” de la provincia de Río Negro, y perdió. Un mes después, Alberto Weretilneck se imponía holgadamente al presidente del bloque de senadores del FPV por 52 a 33 por ciento.

El 3 de junio también respaldó en forma personal al postulante de su partido en Mendoza, Adolfo Bermejo. Viajó especialmente a Maipú, con un acto a donde acudieron 10.000 personas transmitido por cadena nacional y se vanaglorió de los “logros políticos y sociales” alcanzados gracias a las retenciones. El oficialismo quiso instalar el ya famoso “empate técnico” de los encuestadores pagados por el Gobierno, pero tampoco alcanzó. El radical Alfredo Cornejo venció ampliamente, con 47 por ciento contra 38 que sacó su contricante.

Ni qué decir del caso del candidato a gobernador del FPV en Córdoba, Eduardo Acastello, que también tuvo su momento ilegal en la cadena nacional hace pocos días, el 26 de junio, donde se inauguraron nuevas instalaciones de la Fábrica Militar de Río Tercero. También para Acastello los encuestadores pronosticaron un empate técnico por el segundo lugar con la fórmula UCR/PRO, pero los números marcaron algo bien distinto, ya que el candidato del PJ, Juan Schiaretti, ronda el 38.19 por ciento, Oscar Aguad, el 33.71 y el kirchnerista, apenas, 18.78.

Lo de Mariano Recalde no tuvo desperdicio. Cristina se lo tomó como algo personal, y apareció varias de veces por cadena nacional promocionando su candidatura. La última fue el jueves pasado, a horas del inicio de la veda electoral, cuando recorrió con él la Villa 20. Tampoco logró siquiera llevar al FPV al segundo lugar que tuvo en otros tiempos, y el presidente de Aerolíneas Argentinas tuvo que contentarse con superar, apenas, el 20 por ciento del electorado.

Ni siquiera en la interna del FPV en La Pampa tuvo suerte Cristina, a pesar de que también subió a una cadena oficial a Fabián Bruna, quien ayer cayó derrotado frente a Carlos Verna, de la ortodoxia peronista en esa provincia

Lo curioso es que a los candidatos oficialistas que Cristina no respaldó explícitamente, les fue bien en los comicios. Es lo que pasó con Juan Manuel Urtubey, que revalidó su liderazgo en Salta, sin aparecer en ninguna foto con la Presidenta. Después que ganó, sí se sacó una foto con ella, pero solo cuando había ganado. El caso de Oscar Perotti es parecido. Quedó en tercer lugar en Santa Fe, pero su perfomance tiene las características de la hazaña, ya que el FPV estaba en el piso y lo llevó a una posición competitiva con un esfuerzo notable, caracterizado por la ausencia absoluta de respaldo oficial. Y la única victoria que puede contar ayer el Gobierno, la del candidato Sergio Casas, tuvo gran respaldo de Daniel Scioli y el resto del Gobierno nacional, sobre todo en dádivas clientelares, pero Cristina ni apareció.

Es curioso lo que pasa. Las encuestas aseguran que la imagen de la Presidenta tiene altísimos niveles de aprobación, con picos justamente en provincias como Mendoza, donde se asegura que tiene 57 por ciento de imagen positiva, sin embargo, cada vez que promociona un candidato, lo hunde. O los encuestadores mienten para congraciarse con el Gobierno o la imagen de Cristina no tiene el poder de derramarse en sus candidatos.

 

El experimento Recalde

Artemio López se ufanaba el sábado en Twitter de que “PASO, PASO, PASO, se viene el recaldazo”, haciendo un puente en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias y el “peronazo”, el avance peronista al que había que dejarle espacio por su contundencia. Ya sabemos que eso no fue lo que sucedió el domingo. Más bien, la candidatura de Mariano Recalde expresó toda su debilidad y los festejos por un segundo lugar “recuperado” que no fue tal, se vieron ridículos.

“La Cámpora” volvió a fracasar en la escena electoral. Tenía tantas expectativas en la primaria porteña que hasta pudo verse a Andrés Larroque y Juan Cabandié monitoreando cada detalle de lo que más tarde sería una nueva fiesta kirchnerista descolgada de la realidad.

Ahora podrán decir que la culpa la tiene un encuestador que hizo mal las cuentas, pero la verdad es que se trató de un experimento discutido en la cúspide del poder, que tuvo a Cristina Fernández de Kirchner y su hijo Máximo como responsables de la decisión de llevar a un miembro de la agrupación paladar negro kirchnerista a competir en las elecciones más mediáticas de la Argentina.

Lo que se buscaba era mostrar un FPV conducido por “La Cámpora”,  polarizando ideológicamente con el PRO. “Recuperar” el segundo lugar era la metáfora de los nietos desaparecidos llevada ahora a la política, porque ahora se trataba de “recuperar” la Ciudad de Buenos Aires para “el proyecto”. No importaba que no tuvieran un candidato competitivo, la voluntad y la caja cubrirían esa falencia. En Olivos todos los proyectos suenan coherentes.

Entre Cabandié y Mariano Recalde eligieron al segundo porque, dijeron, el presidente de Aerolíneas Argentina tiene una gestión para exhibir. Notable. Además, el hijo del abogado laborista viene de una larga trayectoria de elecciones en la universidad. Lo que no dijeron es que perdió en todas. En agosto de 2009, su lista Abogados por la Justicia Social no logró acceder a ninguno de los cuatro consejeros para graduados que se disputaban, alcanzando un penoso 15 por ciento, frente a 59 por ciento que obtuvo Abogados Pluralistas  y 25 por ciento de Unión de Egresados. Pero ya venía acostumbrado a perder. En 2003, 2004 y 2005 su agrupación estudiantil Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) perdió sucesivamente cada vez que se presentó para disputar algún cargo del centro de estudiantes.

Tampoco le fue bien como candidato a legislador porteño del FPV cuando fue en la lista de Tito Nenna. Iba en el décimo lugar, y no entró. Poco después de esa nueva derrota, la Presidenta lo sorprendió convocándolo para una reunión. Al llegar a la cita, quedó desconcertado con el ofrecimiento que le hizo, conducir la aerolínea de bandera local sin tener ninguna experiencia previa en la materia. Una mezcla de audacia, ignorancia y lealtad parece ser la paleta de atribuciones que cotizan a la hora de conseguir algún conchabo en tiempos kirchneristas.

Hay que reconocerle al Gobierno que es  buen pagador con los suyos. El patrimonio de Recalde se ubicó en 5.225.000 en el 2012, el más alto de todos los miembros de “La Cámpora”. Fue acusado por Graciela Ocaña de enriquecimiento ilícito por cobrar tres sueldos del Estado y presentar declaraciones juradas irregulares. Pero nada de esto le interesa a los estrategas K, convencidos de que las críticas de corrupción forman parte de una agenda no ideológica (claro, se trata de moral) y que, finalmente, no hacen mella en el electorado.

Por estas horas, el kirchnerismo intenta encontrar el camino que les permita superar el papelón y retomar la ofensiva. Tienen un solo objetivo: colocar a la mayor cantidad de miembros de “La Cámpora” en todos los lugares posibles. Si es con el voto, mejor.