Adiós, Bill

William Weaver, un traductor que falleció en noviembre a la edad de 90 años, fue uno de los grandes. Se debe principalmente a él que la literatura italiana contemporánea sea conocida y amada en países de habla inglesa.

Weaver, estadounidense, fue un objetor de conciencia, pero también entendía que es imposible hacer caso omiso de los grandes conflictos. Durante la Segunda Guerra Mundial se integró al American Field Service como chofer de ambulancias y, al final, terminó en el ejército británico. Sirvió en Italia, se expuso al peligro, pero nunca cargó un rifle. Forjó amistades con muchos escritores italianos a lo largo del camino y se quedó en Italia después de la guerra.

Tradujo varias obras notables, incluidas Uno, ninguno y cien mil y El difunto Mattia Pascal, de Luigi Pirandello; El zafarrancho aquel de vía Merulana y Aprendizaje del dolor, por Carlo Emilio Gadda; La torcedura del mono y Si ahora no, ¿cuándo?, de Primo Levi; La mujer del domingo, de Carlo Fruttero y Franco Lucentini; La historia, por Elsa Morante; Una vida violenta, de Pier Paolo Pasolini, y no menos de una docena de libros de Italo Calvino.

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