Fuera los Milani y los Berni

Victoria Donda Pérez

A treinta y ocho años del último golpe de Estado cívico-militar en la Argentina, nuevamente se van a realizar actos de diversas agrupaciones políticas y sociales en todo el país. No se si tanta atomización sea lo mejor, pero sí es muy bueno que el ejercicio de la memoria sea activo por sobre todas las cosas.

Así como la vida quiso ponerme en un lugar de la historia que no elegí al haber nacido en la ESMA, esta situación me llevó a compartir una elección de vida similar a la de mis padres -antes de saber que eran mis padres- y eso realmente me pone orgullosa. Pero también sé que a la gente hay que juzgarla por lo que hace todos los días y en ese sentido siempre tuve en claro que ser hija de desaparecidos no me dio una moral especial. Sí me dio el nacimiento en un lugar horrible y el ser parte de una historia dolorosa, nada más.

Como le dije en una carta a la presidenta Cristina Fernández hace unos meses, en este 24 de marzo más que nunca sigo sintiendo que la obediencia debida goza de muy buena salud en nuestro país. Y me duele oír de personas que respeto decir que Milani “firmó algo que no podía no firmar, porque tenía 20 años”, como para justificar el oscuro prontuario de quien, a pesar de todas las impugnaciones presentadas, nombraron Jefe del Ejército. La simple duda debería ser más que suficiente para que Milani deba enfrentar los juzgados y mirar a la cara a aquellos que declaran haber sido secuestrados por él.

Soy de las personas que valoran que este gobierno haya impulsado los juicios a los genocidas, derogado las vergonzantes leyes del Obediencia debita y punto final, y recuperado la ESMA como un espacio para la memoria. Pero también de aquellas que no les da tregua por haber permitido que tipos como Milani vuelvan a ocupar puestos institucionales importantes; por haber hundido al país en un proceso de corrupción enorme donde la mayoría de los funcionarios públicos tienen en su poder graves acusaciones y hasta juicios en curso por su mal desempeño en la función pública; por haber puesto en un lugar clave para la seguridad ciudadana a un ex carapintada como Berni, quien llevó detenidos a mujeres, niños y ancianos a Campo de Mayo sin orden judicial y al que la presidenta defiende públicamente como cumpliendo debidamente su trabajo; por hacer un festival obsceno con nuestros recursos naturales con multinacionales salvajes como la Barrick Gold y ahora Chevrón; y por la persecución a las comunidades indígenas, entre otras decisiones políticas que no comparto. Y reniego y lucho contra eso porque representan la Argentina del pasado, de la violación a los Derechos Humanos, de la corrupción, del saqueo y de la impunidad, a la que cuando recuperamos la Democracia, juramos no volver NUNCA MAS.

Hoy puedo firmar esta nota con mi verdadero nombre debido a que un pueblo y las Abuelas en algún momento decidieron ir a buscar la verdad y la justicia, y estoy orgullosa y agradecida por eso. La conmemoración del 24 de marzo es un buen momento para renovar el compromiso por los DDHH, tanto de los que se violaron en la última dictadura como los que hoy, en nuestro país, se violan todos los días. Por ese país, por el que mis viejos y su generación dejaron todo. Un país que, con los últimos actos de gobierno, vuelve a aparecer cada vez más lejos.