Ley de “irresponsabilidad” del Estado

Mientras la justicia somete a proceso al Vicepresidente de la Nación por cohecho y tráfico de influencias, destacándose en el caso un sinnúmero de intervenciones de otros funcionarios del Estado que confluyeron en la compra de la empresa Ciccone Calcográfica por una empresa vinculada al círculo íntimo de Amado  Boudou, el Senado convirtió en Ley un inaceptable proyecto del Ejecutivo que impide que el Estado responda íntegramente  por los  daños causados por su actuación legítima e ilegítima. Dicha norma, conocida como “la ley de la irresponsabilidad del Estado”, fue anoche aprobada por 38 votos contra los 23 votos de toda la oposición, generando una fuerte polémica en el recinto, al igual que lo hizo el año anterior en la Cámara de Diputados, ya que esta desprotege al ciudadano frente al Estado y tolera la impunidad de los funcionarios públicos.

En otras palabras, mientras la ciudadanía se desayuna acerca de la manera en que funcionarios de este Gobierno habrían utilizado sus resortes de poder para apropiarse ilegítimamente de la imprenta que puede fabricar billetes de curso legal, un Congreso virtualmente paralizado, que sólo homologa los proyectos que manda el poder Ejecutivo e ignora los de los representantes del Pueblo de la Nación, busca restringir injustificadamente la forma en que el Estado debe hacerse responsable de sus actos frente a los ciudadanos con esta ley sancionada.

Este no es un tema menor, si se considera que la tendencia jurisprudencial nacional e internacional ha sido la de ampliar los supuestos de reparación -y no restringirlos-, en el marco de la normativa que surge del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos que goza de jerarquía constitucional luego de la reforma de 1994. Es una contradicción que pueda hablarse desde los palcos oficiales de “ampliación de derechos”, y que a su vez se restrinja injustificadamente el derecho a una reparación integral, cuando el autor del obrar ilícito es justamente el propio Estado. Estado que además es el garante ante los Organismos Internacionales del cumplimiento de los compromisos asumidos por nuestra República Argentina.

El kirchnerismo, gozando de mayoría propia en ambas cámaras legislativas, no permitió realizar ningún avance en ampliar los criterios en los casos de daños cometidos por empresas concesionarias de  servicios públicos, sino todo lo contrario.

Por dar un ejemplo concreto, este proyecto impide que el Estado Nacional responda patrimonialmente en un caso como el de  la masacre de Once, puesto que, en el artículo 6º, y a pesar de que la jurisprudencia venía flexibilizando el criterio acotado de los años 90, se excluye expresamente la reparación por parte del Estado, aún en forma subsidiaria, por perjuicios ocasionados por los concesionarios o contratistas de los servicios públicos. O sea, los damnificados de este hecho aberrante no podrán reclamar al Estado y a los funcionarios, sino que deberían accionar directamente contra el concesionario. En este sentido, se puede verificar que ninguna de las víctimas de la masacre de Once ha contado con ningún tipo de ayuda oficial, tal como ellas mismas han relatado en las audiencias que se llevan adelante en la actualidad, en Comodoro Py.

De esta forma, podemos advertir cómo este gobierno pretende contar con todas las herramientas legales a su alcance para garantizar su impunidad, aunque ello implique un grave retroceso para nosotros, simples ciudadanos y ciudadanas, al aplicar leyes como esta “Ley de irresponsabilidad del Estado”.

Boudou no puede seguir siendo Vicepresidente

Finalmente, el juez Ariel Lijo dictó el auto de procesamiento del Vicepresidente de la Nación. La defensa de Amado Boudou no logró refutar la cantidad de pruebas que demuestran que el Vice no estaba ajeno a la operatoria de compra de la empresa Ciccone Calcográfica; más aún, con su  defensa, al parecer reafirmó el convencimiento del Magistrado de que debe continuar atado a un proceso penal por haber sido la pieza clave para que la Administración Pública (Afip- e IGJ  incluidas) actuase de manera inédita  e  incoherente con una empresa privada a la que se le solicitó la quiebra para luego negociar su compra con la intervención de amigos prestos a realizar todo tipo de negocios.

Algunas voces oficiales, por cierto muy pocas, y el propio Vicepresidente, destacan el interés de otros factores de poder sobre la compañía de los billetitos, pero esas acusaciones, fundadas o no, no motivaron ningún accionar legítimo por parte del Estado. Recordemos que la expropiación llegó luego de que el Vice se encontraba acorralado por la causa judicial en la que se acumulaba prueba y más prueba en su contra. Boudou pensó que su mejor defensa era un buen ataque,  que  podía ensayar una defensa política en el escenario de los medios de comunicación. No se quiso enterar de que sus movimientos habían dejado muchas huellas, que en un proceso penal se llaman PRUEBAS.  Ninguna de las pruebas fue rebatida por Boudou con argumentos serios, es decir, lo que cualquier mortal llamaría una explicación verosímil y con cierto grado de sensatez.

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Lamentablemente y como es de público conocimiento, en lo más alto de los niveles de responsabilidad del Poder Ejecutivo Nacional viene avanzando la investigación que involucra al vicepresidente Amado Boudou en la causa Ciccone Calcográfica.

Es sabida nuestra postura respecto de esta situación: Boudou, actualmente citado a declarar por el Juez Lijo, debería pedir licencia a su cargo y prestar su colaboración para que la justicia vaya a fondo con la investigación en el corto plazo. De determinarse que tiene responsabilidad en la causa por incumplimiento con los deberes de funcionario público, el Vicepresidente debería renunciar inmediatamente y someterse a lo que dictamine la sentencia del juez.

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