El mundo busca autoridad

La autoridad influye en la política a través de la libertad. El poder es siempre fuerza ejercida y, por lo tanto, se extingue si no se legitima.

La naciones desarrolladas perdieron poder efectivo frente a los poderes supranacionales que crean las circunstancias, de tal modo que las instituciones mundiales que reúnen y representan a las naciones han liquidado su autoridad por la vía del ridículo o la inacción.

En ese espacio vacío medraron los poderes intermedios. Los nichos de influencia dentro de los propios Estados generaron intereses por debajo y por encima de la geopolítica. Produjeron así un cuentapropismo de la violencia mundial. La Tercera Guerra Mundial en cuotas.

Para retomar la iniciativa mundial, las naciones desarrolladas necesitan recostar su poder en una autoridad para que las conduzca a legitimar sus intereses.

Hoy la autoridad es el papa Francisco y, por lo tanto, es la meta para unos y el blanco para otros. Su autoridad puede ser el puente que vincule intereses y Roma puede ser el manto de piedad al que las partes en conflicto recurran para acercar posiciones sin humillarse. La autoridad del Papa, como el fiel de una balanza, indicará el ritmo de las acciones y las reacciones de un mundo violento.

El papa Francisco y el presidente de Irán Hasán Rouhaní debían reunirse el sábado 14 en el Vaticano. En la víspera ocurrió el atentado terrorista en París. Del 25 al 30 de noviembre el Papa visitará la República Centroafricana. El 20 tres yihadistas tomaron rehenes en Bamako, capital de Malí, en África Occidental. El terror corre detrás de la paz. Continuar leyendo

Década sin herederos pero con secuelas

El problema es la hipocresía, hija pródiga de la cobardía y el cálculo.

“Muy bien, señores. El que esté con esos intereses se saca la camiseta peronista y se va”, dijo Juan Domingo Perón a los diputados de la Juventud Peronista en 1974.

Treinta años después esa juventud creyó que llegaba su oportunidad de ejercer el poder. Pero accedió al Gobierno traccionada por un peronismo ocasional. Porque el modelo kirchnerista de poder, a falta de sustancia propia, se inoculó las consignas del “entrismo” y las usó para justificar ideológicamente su proyecto familiar de matriz económica.

Terminada la gestión kirchnerista, aquella vieja juventud que pretendió corregir los éxitos de Perón se va del poder sin herencia ni transferencia de autoridad, subsumida en un peronismo que la eyecta nuevamente. Una década de pura espuma.

El kirchnerismo usó sin convicción las banderas de una corriente política que hace 40 años quiso usar al peronismo sin compartir su doctrina. Era la fórmula perfecta de la nada y fue un éxito. Continuar leyendo

La codicia, el quinto jinete sobre Siria

Filólogo, poeta, profesor universitario, escritor, lingüista y ferviente católico, el británico John Ronald Reuel Tolkien nos dice desde una de sus obras: “Un anillo, para gobernarlos a todos”.

La globalización nos ha estallado en las manos como un fenómeno mundial hábilmente descontrolado, prolijamente anárquico y sin valores que lo sustenten. Su único interés es su propia propagación, como un virus. Su esencia tecnológica, opuesta a la naturaleza del hombre, ha convertido a la tecnocracia en la filosofía predominante, dejando fuera de la pauta cultural mundialmente extendida a los valores que protegen la vida como bien supremo, sagrado y trascendente.

Hoy sabemos a cuántos años luz está el planeta más parecido a nuestra Tierra y exploramos Marte con transmisión en vivo. ¿De qué sirve si Aylan Kurdi está muerto?

Este fenómeno transnacional privilegia la tecnología por sobre el hombre. Tiene sus justificativos en el economicismo duro y estéril. El desprecio por la vida humana, que bajo el camuflaje del entretenimiento nos encierra en una red de indiferencia, apatía y cinismo, alimenta una industria armamentista global, con más poder que las naciones mismas, a las que somete bajo su imperio, y deja el campo libre para extender su codicia global. Continuar leyendo

La comunidad desorganizada

La nacionalidad es un sentimiento de pertenencia y de responsabilidad. Es la intuición del conjunto que nos contiene y la aspiración a un destino superior que nos mueve al unísono. Para ser viable, una nación requiere la comunión balanceada de los intereses de sus individuos dentro de esa gran intuición de conjunto. Debe ser, antes que nada, una comunidad. Es decir: el común de muchos. Y quienes aspiren a ser sus dirigentes deberán poseer el arte de comprender ese anhelo, de sentir el pulso subterráneo que aglutina a un grupo de individuos en una comunidad y entonces cumplir con el deber de darle forma, en sus derrotas y en sus victorias. El dirigente debe darle estructura política a la esencia cultural de un pueblo que quiere ser comunidad.

El nuevo Código Civil recorre el camino inverso. Desanda el rumbo de la comunidad. Desteje el entramado (roto) del tejido social y lo suplanta por una legislación con el foco sobre el individuo. Consagra la arbitrariedad del hombre solo. Representa la renuncia de la dirigencia a su deber de proteger la comunidad que le da su razón de ser a la nación. Configura, desde su núcleo conceptual, la rendición en toda la línea al intento de ser una comunidad. Formula la consagración, en cuerpo legal, del individualismo. Sustancia la pauta progresista que bajo la falsa bandera de la ampliación de derechos nos deja el presente griego de este código que mina la superestructura de la sociedad. Continuar leyendo

Yuyetas

Cuando los espacios de los dirigentes son ocupados por compatriotas envilecidos o derrotados, la vida de una sociedad pierde su sentido heroico. Y sin heroísmo, ganan los “yuyetas”, los engreídos figurones, los delatores, los ortivas.

La dirigencia está en pleno renuncia a su deber de proveer la sustancia vital para que la comunidad se encienda con el alma electrizada: el esfuerzo. La vida misma es despreciada. En una sociedad abandonada y sin dirigencia el sentido heroico de la vida es sustituido por la cobardía del egoísmo. La imagen propia, el individualismo y la insustancialidad del propio interés sustituyen a la idea como móvil político.

Por eso el oficialismo nacional se permite el lujo de la indiferencia y la arrogancia, mientras la oposición se refugia en un formalismo indigno. Porque no habiendo héroes que los dejen en offside, unos y otros promueven la sobreactuación mediática y paralizan la verdadera discusión política. Continuar leyendo

Sin público visitante

Así como la violencia de arriba engendra la violencia de abajo, la indiferencia, el egoísmo y el sectarismo de la dirigencia configuran una sociedad tribal.

El fútbol, al igual que la sociedad en la que transcurre, ha pervertido su esencia colectiva cambiándola por una idolatría auto referencial. Hoy los hinchas son hinchas de su hinchada. Son hinchas de su propia agresividad.

Los dirigentes políticos, cristalizando su abandono del pensamiento, usan al Estado para hacer negocios con esa violencia. Instauran y alimentan la pauta cultural “tumbera” para cobrar tributo del “aguante”.

La política, renegando de su esencia,  usa la disgregación social como herramienta de poder y usa al fútbol como arma de disgregación. Es la desaparición de la idea de Nación para medrar sobre un territorio arrasado.

¿Qué hace si no el Estado Nacional subvencionando al fútbol profesional con dineros públicos vía pauta publicitaria en Fútbol Para Todos, financiando a clubes que están cooptados y extorsionados por “barras”. que a su vez mantienen estrecha y pública relación con dirigentes políticos de primera línea nacional?

En octubre del 2012 una facción de la barra de Quilmes, denominada “Los Álamos”, interrumpió a los tiros un partido de la reserva entre el local y Unión, para “velar” en la tribuna al hijo del jefe de la barra, muerto en un accidente de tránsito al chocar con su moto mientras era perseguido por la policía luego de haber asaltado a una pareja.  El árbitro suspendió el partido hasta finalizar el velatorio y una vez retirada la barra con el ataúd, siguieron jugando.

El actual Jefe de Gabinete del gobierno nacional era el presidente de Quilmes en ese momento y lo sigue siendo.

Hoy, desde el mismo Estado, aparecen las vestiduras rasgadas por los incidentes en la Bombonera antes del segundo tiempo del Boca-River.

La relación entre delitos comunes, violencia en el fútbol e intereses económicos por prebendas estatales es evidente. Está a la vista de todos. En nóminas de comisiones directivas. En fotos de actos partidarios. En tomas de predios públicos. En aprietes. La pregunta es: ¿la trama entre el poder político, los dirigentes de los clubes  y los “barras” es una relación de impotencia e intimidación o de complicidad?

Hasta ahora, las respuestas de los dirigentes políticos sólo nos dejan ver hipocresía.

El fútbol es el deporte más popular y profesionalizado del mundo. Nuestro país vive y late a su ritmo. Los mejores jugadores del mundo y los mejores entrenadores de los mejores clubes suelen ser argentinos. El mundo entero goza de nuestro fútbol. Sin embargo, la realidad puertas adentro es de subsidio, violencia, amargura, delito, corrupción, complicidad e impunidad.

¿Qué ha hecho el gobierno con esta situación? Lo de costumbre: se metió en la parte del negocio y dejó configurada una situación de precariedad, marginalidad y violencia.. para no estigmatizar a los hinchas. La respuesta de los dirigentes, tanto deportivos como políticos, fue cercar el fútbol, poner un cepo y prohibir el público visitante. El resultado evidente de esta amargura es que las barras consolidaron su poder y ampliaron su rango de acción, sin competencia.

La historia de la violencia en las canchas argentinas no es reciente pero durante la administración kirchnerista esa violencia se ha cristalizado. Más allá de la elocuente y encendida apología de los “barras” que hizo la Presidente, alabando su pasión. Más allá de la organización oficialista “Hinchadas Unidas”. Más allá de las presidencias de clubes a manos de jefes de gabinetes.

El vínculo entre el poder político de primera línea nacional y los zócalos de la violencia del fútbol está regulado por contrato triangulando el dinero del Fútbol Para Todos.

Después viene la violencia. Solo después de la complicidad entre el poder político y la criminalidad aparece al violencia impune. En aras de una corrección política irreal al fútbol del han robado su “agresividad” y la reemplazaron con violencia. La “puteada” le cedió lugar a la criminalidad.

Montada sobre esa violencia, la “vergüenza frente al mundo”  se pasea dueña del campo de juego, de los medios, de los discursos, de las charlas. La cultura de la vergüenza por ser argentinos está venciendo y lo hace apañada desde la complicidad. Nos encierra en un discurso bochornoso, tímido, culposo. Nos desangra el orgullo y nos prohíbe alentar.  Más vergüenza, más desesperación, más “tribu”. Menos Nación.

Poco a poco, nuestra realidad se fracciona y de convierte en un menudeo social. Una sociedad sola. Una sociedad aterrada. Una sociedad que es materia prima. Una sociedad sin público visitante.

El Mediterráneo y la Argentina, dos cementerios

“La vida es un tesoro incalculable, porque cada hombre alberga en su corazón el rasgo indeleble de la huella de la mano de Dios”, Juan Domingo Perón.

Esa idea hemos perdido. La han perdido nuestros dirigentes. Han extraviado la dimensión sagrada de la vida y el aspecto trascendente del Hombre. Por eso, desde la dirigencia, se ha permitido que la sociedad caiga en la indiferencia ante la muerte porque la dirigencia es indiferente ante la Vida.

Esa indiferencia es la que permite que las villas en nuestro país configuren campamentos de refugiados. Son millones de argentinos refugiados en su propio país. A la vera del Estado. En la periferia de las instituciones. Al costado de la sociedad que sigue su camino hasta que la salpica la sangre. A espaldas de una dirigencia indiferente y permisiva que los eterniza en la marginalidad celebrándoles su Día de los Valores Villeros.

La indiferencia de la sociedad europea por los inmigrantes que se ahogan frente a las costas de Grecia y de Italia, plasmada en el silencio ante el pedido de ayuda de esos países, es igual nuestra indiferencia y a nuestra inacción por las villas.

Hace unos meses el Papa Francisco se refirió en el Parlamento Europeo a las muertes de los inmigrantes africanos en los hundimientos de las barcazas con las que escapan de sus países:

“¡No se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio! La ausencia de un apoyo recíproco dentro de la Unión Europea corre el riesgo de incentivar soluciones particularistas del problema, que no tienen en cuenta la dignidad humana de los inmigrantes, favoreciendo el trabajo esclavo y continuas tensiones sociales”.

Cambiar Unión Europea por Argentina no cuesta mucho.

En nuestro país las villas también se alimentan de una masa de compatriotas que migran desde la pobreza hacia la marginalidad. Aquí no los matan las tormentas ni la mala construcción de las embarcaciones en las que naufragan. Aquí, en su migración, mueren por la violencia homicida de los delitos cada vez más salvajes. Aquí mueren esperando turnos en hospitales. Aquí, nuestros “refugiados”, corren el riesgo (o la certeza) de caer muertos por la violencia narco.

¿Cuántos son los muertos de ISIS? ¿Cuántos son los muertos por los naufragios de inmigrantes? ¿Cuántos son nuestros muertos por hambre, enfermedad y violencia?

Siendo el país del Papa que denuncia ante el mundo la indiferencia por los refugiados, estamos obligados a dar el ejemplo de amor y de caridad erradicando las causas profundas que han convertido a nuestra Nación en un territorio y a nuestros ciudadanos en habitantes. Siendo el país que somos, un enorme y desaprovechado despoblado, es inexcusable no encontrar ya mismo la solución a los dramas que trae la desesperada migración interna hacia las villas.

Nuestras villas deben dejar de ser campos de refugiados, campo de muerte y territorio del narco. Sus causas tienen que ser eliminadas inmediatamente porque la vida no puede esperar a que el cántaro rebose tanto que sus gotas lleguen pocas y tarde donde son más necesarias. Las soluciones deben empezar por las periferias: las mejores escuelas, los mejores hospitales, la mejor atención institucional deben estar en las villas.

Recordando las palabras de Su Santidad al Parlamento Europeo volvemos a encontrar el rumbo:

”Espero ardientemente que se instaure una nueva colaboración social y económica, libre de condicionamientos ideológicos, que sepa afrontar el mundo globalizado, manteniendo vivo el sentido de la solidaridad y de la caridad mutua, que tanto ha caracterizado el rostro de Europa, gracias a la generosa labor de cientos de hombres y mujeres – algunos de los cuales la Iglesia Católica considera santos – que, a lo largo de los siglos, se han esforzado por desarrollar el Continente, tanto mediante la actividad empresarial como con obras educativas, asistenciales y de promoción humana. Estas últimas, sobre todo, son un punto de referencia importante para tantos pobres que viven en Europa. ¡Cuántos hay por nuestras calles! No sólo piden pan para el sustento, que es el más básico de los derechos, sino también redescubrir el valor de la propia vida, que la pobreza tiende a hacer olvidar, y recuperar la dignidad que el trabajo confiere”.

Si la geopolítica, a la señal de Francisco, se encamina a un consenso de ayuda y solución a nivel regional y global, nosotros no podemos seguir anteponiendo excusas a la solidaridad y al deber.

¿Cuántas divisiones tiene el Papa?

La anécdota es repetida pero válida: “¿Cuántas divisiones tiene el papa?”, ironizó un despectivo Stalin cuando, en la conferencia de Yalta, Churchill sugirió invitar a Pío XII a las negociaciones de paz después de la Segunda Guerra Mundial. Pero la ironía final fue del papa Eugenio Pacelli que con la Democracia Cristiana frenó en Italia el poder del Partido Comunista.

Es un error común de quienes detentan el poder creer que la circunstancia que los hace poderosos es duradera. Por imaginar que lo circunstancial del poder será permanente, no advierten que lo único permanente es la autoridad que está por encima del poder. El poder real se desagrega del ejercicio de la autoridad, como un subproducto. Nunca a la inversa. 

La autoridad persuade y conduce a los pueblos y son éstos los que traccionan el poder hacia el centro de autoridad. Si el poder no lo entiende y no migra hacia la autoridad como le pide su pueblo, está perdido.

Los presidentes Barack Obama y Raúl Castro parecen haber comprendido esto. Después de más de 50 años de ejercicio de poderes opuestos y estériles se recostaron en la autoridad de Francisco para legitimar la salida del laberinto en el que habían metido a sus países. Autoridad espiritual, moral y geopolítica.

 

La Iglesia hace política con la eternidad

Parada sobre sus 2.000 años de política entre poderes mundiales y con los ojos puestos en la eternidad, la Iglesia Católica no maneja circunstancias sino hechos históricos.

El hecho histórico de ayer marcado por la recomposición de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EEUU, después de 53 años, tiene raíces en enero de 1998 cuando Juan Pablo II visitó Cuba, siendo el primer papa en visitar la isla desde el triunfo de la revolución castrista en 1959.

“Qué Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba” pidió Juan Pablo II pidió en la isla. Se lo pidió a Cuba pero también al “mundo”. 16 años después, tarea cumplida.

Por eso la gratitud hacia el Papa que Castro y Obama hicieron pública ayer ante el mundo, es “ingrata” desde algún lugar porque omite recordar a Juan Pablo II.

Del mismo modo vale recordar que Benedicto XVI, también en Cuba en marzo del 2012, dijo estar convencido de que “… Cuba, en este momento especialmente importante de su historia, está mirando ya al mañana, y para ello se esfuerza por renovar y ensanchar sus horizontes”.

En términos futbolísticos, la Iglesia hizo una pared triple entre lustros, decenios y Papas.

 

Juego de roles

Francisco no inventó el acercamiento de EEUU y Cuba pero hizo algo mucho mejor y más difícil: vio los intereses de ambos y los condujo.

Por su lado, EEUU entendió que América podía convertirse en “el patio de atrás” de Rusia y de China. Cuba entre tanto, se enfrenta a la pérdida del último garante de su revolución por la crisis en Venezuela de Maduro con la caída en el precio del barril de crudo.

Los pueblos, cuando no se atienden los intereses de sus naciones, migran desde el poder transitorio hacia la autoridad permanente.

Con esta sutil y fina juagada, Francisco reacomoda el tablero de Occidente, en línea con su discurso frente el Parlamento Europeo el pasado noviembre y la celebración de la Festividad de la Nuestra Señora de Guadalupe con la Misa Criolla en el Vaticano.

EEUU a América. Rusia a Europa. ¿China a Dios?

 

El papel de La Argentina

Juan José Amondarain, diputado provincial de Buenos Aires, me comentó en una charla informal: “Francisco va a pacificar el país por muchos motivos pero también porque es el final de la discusión: no hubo, no hay ni habrá, ningún argentino más ilustre”.

Ante la figura de Francisco estamos obligados a dar de baja los protagonismos personales y optar por un acuerdo entre fuerzas políticas sobre el país que podemos construir. El país posible.

Francisco acaba de plantear un esquema geopolítico que cierra un ciclo histórico y abre otro.

¿Dónde nos encuentra parados? No podemos ni debemos seguir gritando solos en una discusión ya terminada y resuelta.

Es importante que nuestra dirigencia política, oficialismo y oposición, comprenden que de cara al futuro gobierno debemos tomar una decisión a nivel regional para afrontar y aprovechar un mundo en cambio que se modifica rápido en plena crisis. Un mundo que será el mundo de las vacas flacas.

¿En cuál autoridad se recostará el poder del próximo gobierno?

Con los muros que derrumba la Iglesia, Francisco construye puentes. Quedar a mitad de un río seco, es la peor opción.

Geopolítica de la vida II

El aborto no punible ya está contemplado en la legislación nacional. ¿Entonces qué estamos debatiendo cuando planteamos la despenalización absoluta del aborto?

Significa poner en debate el derecho individual de algunas personas humanas a terminar con la vida de otras.

Plantear el aborto no punible libre y gratuito es proponer la peor solución a un problema y significa obturar la posibilidad de pensar soluciones humanas para la vida humana.

Si hablamos del “aborto saludable” omitimos por fuerza hablar de políticas de Estado que cuiden los embarazos no deseados, tanto a la madre como al hijo. Omitimos hablar de la ley de adopción. Omitimos hablar de un registro de familias dispuestas a adoptar hijos no deseados. Omitimos acordar con los diversos cultos que pueden, desde la fe, acompañar esos embarazos. Si debatimos la peor solución como única solución, ignoramos el resto de las soluciones posibles. Omitimos la Vida. Continuar leyendo

Geopolítica de la vida

Instalar el derecho al aborto como un “tema de debate” configura desde ya un empobrecimiento del debate mismo. 

La protección de la vida humana es superior a cualquier otro interés, coyuntura o pauta cultural.

La más amplia defensa de la vida debe ser es un objetivo primario porque nuestra vida tiene una dimensión que nos precede y nos excede, nos trasciende como individuos hacia el conjunto y hacia lo divino.

La vida y su dignidad no son derechos sino la condición necesaria para el ejercicio de los mismos. Acotar la vida a un enunciado jurídico es relativizar su valor y por eso mismo. Continuar leyendo