Decálogo de la degradación K

La democracia requiere no solo que las personas puedan votar libremente, sino que antes, durante y después de la votación se respeten ciertos derechos, libertades y garantías que sirven para que dicho voto sea reflejo fiel de la voluntad independiente del votante y no se encuentre perturbado o afectado por maniobras fraudulentas.

Me tomé unos minutos para reflexionar acerca de qué cosas actualmente debilitan o han debilito a la democracia. Llegué rápidamente a diez motivos por los cuales podemos afirmar que el kirchnerismo ha debilitado a la democracia: Continuar leyendo

Los responsables de los destrozos en el Obelisco

La fiesta mundialista terminó súbitamente cuando un grupo de estúpidos decidió convertir la fiesta popular en un despliegue de violencia y destrucción. Esto no fue un accidente, esto no fue algo casual. La responsabilidad es del Gobierno Nacional. En concreto hay que analizar las leyes para saber quién se supone que haga qué cosa.

Antes que nada vale mencionar que en la Capital Federal persiste un problema de superposición jurisdiccional donde las funciones de policía se distribuyen entre la Policía Federal y la Metropolitana, quedando la primera a cargo de la mayoría de los delitos federales y la segunda a cargo de cuestiones contravencionales. Esto hace que en situaciones de desmanes como las que vivimos ayer la competencia rápidamente se vuelva concurrente, ambas policías deberían intervenir. Por ese motivo no corresponde que la Metropolitana actuase sola, mucho menos estando la Policía Federal también presente.

El problema de esta duplicidad de competencia es que no se pueden tener dos operativos policiales en paralelo. Para resolver este problema, la ley de seguridad interior (ley N° 24.059, a la cual la CABA adhirió según la ley 2.894 art 13) establece la responsabilidad del Ministro de Seguridad (art. 8) “ejercerá la conducción política del esfuerzo nacional de policía” y “Coordinará también el accionar de los referidos cuerpos y fuerzas entre sí y con los cuerpos policiales provinciales, con los alcances que se derivan de la presente ley. A los fines del ejercicio de las funciones señaladas en los párrafos precedentes, contará con una Subsecretaría de Seguridad Interior.”. Tenemos, entonces, dos responsables: la Ministra de Seguridad María Cecilia Rodríguez y el Secretario de Seguridad Sergio Alejandro Berni.

Disturbios obelisco

La responsabilidad del susodicho queda confirmada cuando el artículo 17 de la ley expresamente contempla que será su responsabilidad “b) Planificar, coordinar, supervisar y apoyar las operaciones policiales interjurisdiccionales o entre las instituciones que integran el sistema;”. Y aún si fueran insuficientes los efectivos el Secretario Berni podría haber recurrido a la intervención de la Prefectura y la Gendarmería. Por lo que no hay excusa para que no hubiese intervenido. Es el Secretario de Seguridad Nacional, una vez presente la PFA, el responsable de coordinar las fuerzas de seguridad.

Berni y la Ministra Rodríguez permitieron por inacción o inoperancia que destruyeran el centro de la Ciudad de Buenos Aires. El Gobierno Nacional permitió la destrucción contando con los medios y la responsabilidad de evitarlo.

Juicios por jurado, una solución posible

No entiendo cómo el kirchnerismo no supo ver que los linchamientos son el ejemplo más acabado de justicia popular. Capaz que lo vieron pero temen que los tribunales ad hoc conformados por vecinos, sin margen para excepciones procesales, jueces amigos del poder y recursos que retarden el fallo son quizás inmanejables. Evidentemente el kirchnerismo confía en lo popular pero sólo cuando puede controlarlo. Raro, ¿no? Hago esta sátira para poner en evidencia que no toda democratización es buena o constitucional.

Los linchamientos, aunque nos enfrentan a una de las facetas más crudas de nuestra sociedad, donde el desamparo, la desesperación y el miedo se convierten en una reacción violenta que ejemplifica el castigo en un pobre diablo, generan una fuerte tensión dentro del sistema político, forzándolo a adaptarse para dar respuesta al problema que nos aqueja. Una de las soluciones posibles, que no agota el acervo de reformas necesarias, es el juicio por jurados o la participación popular en la Justicia.

La institución del juicio por jurados no es nueva y ha aparecido insistentemente a lo largo de nuestra historia: Grecia, Roma, Inglaterra y hasta Francia tuvieron sus experiencias y la primera aparición de juicios por jurados en Argentina fue en la “Ley de Administración de Justicia” de una colonia galesa en Chubut allá por 1873 donde funcionó exitosamente. La Constitución Nacional de 1853 ya obligaba a que se instaure este instituto y más de 160 años después persiste el incumplimiento del mandato constitucional (para que nadie diga que es culpa de tal o cual Gobierno).

En la actualidad, algunas provincias han avanzado en desarrollar la institución sancionando leyes o explorando el instituto. La Ciudad de Buenos Aires acaba de impulsar un modelo experimental de juicios por jurados. Por su partes, la Provincia de Buenos Aires instauró recientemente el sistema de juicios por jurados para delitos graves (cuya pena máxima en abstracto supere los 15 años) pero lo instrumentaron de tal manera que no sirve absolutamente para nada más que para encarecer los procesos judiciales. Los legisladores irresponsables han establecido que el juicio por jurado es un “derecho” (una opción) para el imputado y resulta así renunciable por él además excluye en la práctica a los delitos contra la administración pública.

A pesar de su inutilidad operativa es un primer paso en favor de la instauración efectiva del sistema. Dejo video explicativo del modelo bonaerense (noten el golpe a Massa que le pega Télam):

Reconozco que se puede realizar una crítica desde lo técnico en tanto pone en mano de legos (personas sin formación especializada en el tema) la decisión sobre la culpabilidad de una persona, pero también es cierto que existen múltiples referencias de modelos escabinados o mixtos donde se combina en el jurado representantes con y sin formación legal procurando así nivelar las posiciones como es el caso de Córdoba.

En lo personal, creo que es una institución necesaria que servirá fundamentalmente para limitar el daño que generan los delitos de guante blanco (de los criminales premium) y, a su vez, permitirá un mayor control popular de las sentencias, promoviendo una simplificación progresiva de los mecanismos y el lenguaje judicial. No perdamos la oportunidad de sacar de la crisis algo útil.

Linchar y pensar

Hace unos meses me preguntaba cómo podía ser que no hubiera linchamientos. Notaba un desencaje entre el nivel de saturación de las personas y la reacción ante los distintos casos de inseguridad. El caldo de cultivo estuvo hirviendo hace tiempo.

Un día alguien decidió cruzar el límite. Un límite que como quedó después verificado era fácil de cruzar y las sanciones escasas. Algo que muchos de los linchados habían aprendido hace tiempo. Acción y reacción son fruto de un Estado fallido, del desplazamiento del Estado de Derecho por resultar insuficiente para satisfacer las necesidades de las personas.

Pero el sadismo que se traduce en sangre no debe explicarse sólo en este punto. Hay un elemento de control en la violencia ejercida, en poder personificar nuestros males y angustias y cuando por fin se tiene la posibilidad de repeler alguna de ellas la reacción es desproporcionada, destructiva, criminal.

¿Por qué? Porque sufrimos un desequilibrio interno producto de la ausencia de la idea de justicia. Este es el fracaso más abismal del kirchnerismo: haber destruido la gran mayoría de los incentivos para la cooperación y la concordia social. La violencia es síntoma de la impotencia.

Las causas que permiten explicar las reacciones lejos están de justificar el océano de miserias que inspiran a quienes gozan de promover y ejercer la violencia.

Puedo entender las causas pero ceder ante la tentación de transformar nuestras frustraciones en sangre nos degrada a pesar de la historia que nos contemos.