Curiosa coincidencia: la marcha de silencio en homenaje a la muerte de Alberto Nisman, convocada por un sector importante de fiscales y magistrados de la Nación y acompañada fuertemente por gran parte de la ciudadanía, se realiza un día después de que se conmemora un nuevo aniversario de uno de los procesos judiciales más importantes de Italia, la denominada “mani pulite” o “mano limpia”.
El 17 de febrero de 1992, y a instancias del fiscal Di Pietro, se puso al descubierto una red de corrupción e impunidad de gran magnitud que involucraba a sectores importantes del gobierno, empresarios, entre otros protagonistas. A través de dicho proceso se denunció a la cúpula del poder de aquel momento, con un fuerte respaldo de la ciudadanía y de algunos medios de comunicación.
En aquella oportunidad hubo un fiscal que, dispuesto a cumplir con su trabajo y consciente de los riesgos que implicaba, decidió enfrentar al poder. Un fiscal que decidió investigar a fondo sin medir las consecuencias, abriendo en toda Italia un nuevo capítulo en su historia, un capítulo de renovada confianza y esperanza en sus instituciones.
En Argentina todavía hay sectores que ven en la marcha del 18 de febrero un intento desestabilizador. Una vez más nuestro querido país se encuentra divido.
¿Será esta marcha, encabezada por jueces y fiscales de la Nación, el comienzo de una nueva etapa? ¿Será que la hora de una Justicia independiente y sin miedos ha comenzado?
Siempre es delicado investigar al poder pero, un país que sueñe con ser realmente justo y desarrollado, no sólo debe tener un sistema institucional que así lo permita, sino también debe contar con hombres y mujeres que, con idoneidad, honestidad y coraje estén dispuestos a afianzar la justicia y consolidar la paz interior.
Se abre una nueva oportunidad para que los argentinos nos encontremos y decidamos apostar por la búsqueda de la verdad. Se abre una oportunidad para que el Poder Judicial recupere su credibilidad y su confianza. ¿Podremos aspirar a nuestra mani pulite?