La inmadurez de Maduro

La situación venezolana se pone más ríspida de lo que ya estaba debido al empecinamiento del conversador con pajaritos de no reconocer lo más elemental de la democracia cual es el voto popular. En este caso, además de la catástrofe institucional y del colosal descalabro económico que ha provocado en todo este tiempo su socialismo que siempre está de emergencia en emergencia, siguiendo las huellas de su maestro, el peligroso bufón del Orinoco, resulta que ahora pretende poner palos en la rueda para el funcionamiento de la Asamblea Nacional.

¿Es que este grandote irresponsable teme que los integrantes de la recientemente electa Asamblea permita la libertad de los presos políticos o que confirmen la mayoría calificada para reclamar el referendo revocatorio que autoriza la Constitución? ¿Hasta donde puede tolerarse tanto desvarío del gobierno en funciones que cuenta con el entusiasta apoyo verbal de la isla-cárcel cubana?

Entre otras entidades de prestigio internacional, Human Rights Foundation exige que la OEA aplique la cláusula de condena por procedimientos claramente antidemocráticos y que, por consiguiente, convoque a una sesión extraordinaria del Consejo Permanente para ese fin.

El despacho de la referida entidad emitido en New York continúa explicando que después de la antedicha elección parlamentaria, el presidente venezolano y quien presidía la Asamblea Nacional antes del triunfo electoral de la oposición, dispusieron muchas medidas completamente arbitrarias al efecto de bloquear los cambios en el Poder Legislativo.

En esta misma línea argumental, el presidente de Human Rights Foundation, Thor Halvorssen, declaró que “La OEA no puede seguir callada ante las maniobras ilegales realizadas por el régimen chavista para prevenir una transición democrática en Venezuela. El régimen no debería gozar de la desafortunada y similar indiferencia que la OEA mostró con las dictaduras militares que gobernaron en el continente décadas atrás” y agregó que “Previo a las elecciones, Maduro y Cabello advirtieron que el chavismo utilizaría todos los recursos a su alcance, incluso la violencia, para defender su ‘revolución’ […] Esto no fue un simple despliegue de bravuconería; ellos están cumpliendo con su amenaza”. Continuar leyendo

Rusia, una historia desoladora

Con algunos agregados, reitero en parte lo escrito antes sobre este caso patético. Rusia está dominada por un Gobierno de mafias desde el colapso del comunismo. Los mismos capitostes de la KGB se instalaron en el Gobierno y se repartieron empresas y mercados cautivos como botín de guerra.

La historia de Rusia es en verdad muy desoladora, primero el terror blanco de los zares y zarinas, luego el terror rojo y ahora las mafias. En sus memorias, Vladimir Bukovsky, uno de los tres disidentes de mayor calado junto con sus amigos Solzhenitsyn y Sajarov, declara: “El monstruo que crearon nuestros Frankenstein mató a sus creadores, pero él está vivo, muy vivo. A pesar de los informes optimistas de ciertos medios de comunicación occidentales, que en los años transcurridos desde entonces han proclamado que Rusia entró en la era de la democracia y la economía de mercado. No hay evidencias, ni siquiera perspectivas de que así sea. En lugar de un sistema totalitario, ha surgido un Estado gangsteril, una tierra sin ley en la cual la antigua burocracia comunista, mezclada con el hampa, se ha convertido en una nueva elite política, así como en una nueva clase de propietarios”.

Como es sabido, la Unión Soviética provocó el mayor descuartizamiento humano desde 1917 a 1989, matanzas sin precedentes llevadas a cabo por un Gobierno (solo sobrepasadas por Mao) y, sin embargo, Vladimir Putin reivindica en la Universidad de Moscú a los verdugos y también enaltece las atrocidades en Hungría, en la ex Checoslovaquia y en Chechenia en un contexto de mordazas a la prensa y simulacros electorales administrados por la antigua nomenklatura.

Yuri Y. Agaev explicó en una visita a Buenos Aires que después del fiasco de Mijaíl Gorbachov y su perestroika (un subterfugio para implantar “el verdadero socialismo”), el Fondo Monetario Internacional desbarató la posibilidad de contar por primera vez con liberales en el Gobierno al financiar abundantemente al grupo opositor que finalmente se hizo con el poder.

Personas de gran coraje como los mencionados y como lo fue Anna Politkovskaya antes de su asesinato, han contribuido a poner su valioso granito de arena para modificar la dramática situación de los rusos. Politkovskaya nació en Nueva York, hija de diplomáticos rusos ante las Naciones Unidas, estudió en los Estados Unidos para luego vivir en la tierra de sus ancestros, donde se graduó en la carrera de periodismo en la Universidad de Moscú y allí tuvo su primera confrontación seria al presentar su tesis sobre Marina Tsvetaeva, la poetisa condenada por el régimen estalinista. En Moscú, con un grupo de amigos fundó un diario, la Novaya Gazeta, con la idea de competir nada menos que con Pravda, el periódico oficial que paradójicamente significa verdad.

Desde ese nuevo periódico denunció permanentemente la corrupción y los atropellos del Gobierno de Putin en todos los frentes. Como sucede en esos sistemas, fue reiteradamente amenazada de muerte y advertida de los serios peligros que corría incluso por amigos periodistas de Occidente, como el director de The Guardian de Londres. Esto ocurría en un contexto donde, según el Grupo Helsinki, solamente en Moscú durante los Gobiernos de Putin, fueron sido asesinados por los sicarios del régimen seis periodistas, sesenta y tres fueron golpeados malamente, cuarenta y siete fueron arrestados, y cuarenta y dos fueron imputados penalmente.

A pesar de todo, la extraordinaria periodista de marras proseguía con sus denuncias en sus valientes artículos de investigación. Consignó que el fundamento de su actitud era: “si alguien cree que puede vivir una vida confortable con base en pronósticos optimistas, allá ellos, es la forma más fácil pero también constituye la pena de muerte para nuestros nietos” (este pensamiento hay que refrescarlo también en otros lares).

Randon House de Nueva York publicó su impresionante y muy ilustrativo diario bajo el título de A Russian Diary. A Journalist Final Account for Life, Corruption and Death in Putins Russia. La autora murió asesinada en el ascensor de su casa a manos de los matones del Gobierno. Salman Rushdie escribe: “Como toda buena investigadora periodística, Anna Politkovskaya presentó verdades que reescribieron los cuentos oficiales. La continuaremos leyendo y aprendiendo de ella a través de los años”. Antes de eso publicó un libro de una notable investigación cuyo título en la versión castellana es La Rusia de Putin (Barcelona, Debate) donde documenta muy acabadamente los reiterados atropellos y las iniquidades llevadas a cabo por los hampones de Putin y los desaguisados y la miseria que debe sufrir el común de la gente.

Desafortunadamente la caricatura de democracia no solo tiene lugar en Rusia donde ganan tiranuelos de diversos colores, se habla de elecciones limpias como si se tratara de un torneo irrelevante sin otro fondo que lo numérico, aunque se haga tabla rasa con los derechos. Esta irresponsabilidad mayúscula recuerda a los que después de secuestrados por malhechores declaran que fueron “tratados con cortesía” haciendo gala del síndrome de Estocolmo, tal como ocurre muchas veces en las cleptocracias modernas disfrazadas de democracias.

La rapidez de la cronología de hechos bochornosos dependerá del peso que cada uno le atribuya a lo que viene ocurriendo. Al fin y al cabo, como ha escrito el gran George Steiner, el tiempo y la duración son dos conceptos distintos, uno se refiere a la convención del reloj, mientras que el otro alude a la experiencia individual. Está en las manos de cada uno calibrar la duración en los fueros internos respecto al significado y la trascendencia de los padecimientos de las personas valientes y extraordinarias que han defendido y defienden la libertad en territorios rusos.

En el prefacio a un proyectado libro de Collingwood titulado The New Leviathan (incluido en su célebre colección de ensayos sobre filosofía política), sostiene que la revuelta contra la civilización consiste en la actitud parasitaria de quienes pretenden vivir compulsivamente a expensas del fruto del trabajo ajeno en el contexto del pensamiento único.

En esta línea argumental, consigno en esta nota a vuelapluma una reflexión del antes mencionado Bukovsky (que también nos visitó en Buenos Aires con motivo de un acto académico), elucubraciones apuntadas en sus antedichas memorias tituladas To Built a Castle. My Life as a Dissenter: “Miles de libros se han escrito en Occidente y cientos de diferentes doctrinas han sido creadas por políticos encumbrados al efecto de encontrar un compromiso con los regímenes totalitarios. Todos evaden la única solución correcta: la oposición moral. Las mimadas democracias occidentales se han olvidado de su pasado y de su esencia, es decir, que la democracia no es una casa confortable, un automóvil elegante o un beneficio de desempleo, sino antes que nada la disposición y el deseo de defender nuestros derechos”.

En estos climas mafiosos siempre aparecen dictadores (de facto o electos) que resumen bien lo que ocurre, Putin no es el único ejemplo: Rafael Trujillo en la República Dominicana y Getúlio Vargas en Brasil dijeron en sendos discursos: “A los amigos todo, a los enemigos la ley”, a sabiendas de lo horrendas de sus normas legales y Domingo Perón, en la Argentina, espetó “Al enemigo, ni justicia”, por ello, contrariando toda la mejor tradición, fabricó el billete de un peso con el símbolo de la Justicia con los ojos destapados y fue uno de los pioneros en cambiar la Constitución para reelegirse e hizo tabla rasa con la noción del derecho, lo cual reiteró en sus tres mandatos (el último, principalmente a través de sus ministros José López Rega y José Ber Gelbard). En nuestros días han surgido nuevos sátrapas liderados por los Castro, Chávez-Maduro y la infame dinastía norcoreana y sus imitadores que achuran todo vestigio de libertad y dignidad bajo diversos ropajes y trampas inauditas.

Ya 400 años antes de Cristo, Diógenes recurría a la alegoría de andar con una lámpara “en busca de un hombre honesto”. Ahora rindo este modesto pero muy sentido homenaje a los que se ponen de pie y son capaces de escribir y decir lo necesario para cambiar. Tal como repetían los padres fundadores en Estados Unidos: “El costo de la libertad es su eterna vigilancia”. En cada acto el hombre no parte de cero, no podemos apreciar el presente ni conjeturar sobre el futuro sin basarnos en el pasado, por tanto, tomemos los casos de los que hablan fuerte y claro sin concesiones al efecto de dar cabida a la luz diogenista.

En el último libro de los citados aquí de Politkovskaya se lee un párrafo que puede resumir la obra, al tiempo que pone al descubierto la raíz del problema que debemos combatir y no solo en Rusia: “Nadie acude a buscar justicia a unos tribunales que alardean sin tapujos de su servilismo y su parcialidad. A nadie en su sano juicio se le ocurre ir a buscar protección a las instituciones encargadas de mantener el orden público, porque están corrompidas por completo”.

Por todo esto es que resultan tan cruciales los marcos institucionales que apuntan a preservar y garantizar los derechos de las personas: el derecho a la vida, a la propiedad privada y a la libertad de hacer o no hacer lo que se estime pertinente sin lesionar iguales posibilidades de terceros. En otros términos, proteger la santidad de las autonomías individuales. Tal como apuntaba el decimonónico Benjamin Constant: “Pidámosle a la autoridad que se mantenga dentro de sus límites. Que ella se dedique a ser justa; nosotros nos encargaremos de ser felices”.

Ni bien los burócratas comienzan a articular discursos tendientes a elaborar sobre lo que le conviene y lo que no le conviene a la gente en sus vidas privadas, comienzan los peligros ya que a poco andar esos megalómanos se constituirán en los árbitros forzados para manejar a su antojo el fruto del trabajo ajeno con lo que se apoderan de sus vidas.

Por otra parte, debe estarse muy alerta con los llamados empresarios que pretenden vivir a costa de los demás vía privilegios otorgados por el poder de turno.

Entonces, los severos y muy necesarios límites al Leviatán deben incluir defensas de los atropellos de ladrones de guante blanco que se disfrazan de empresarios, al efecto de dejar expedito el camino por el que prosperan aquellos que sirven los intereses de sus congéneres en mercados abiertos y competitivos en un contexto de respeto recíproco amparado por Gobiernos circunscritos a esa faena.

Como queda dicho, el sistema gangsteril impuesto en Rusia es lamentablemente la continuación por otros medios de los horrores establecidos por el terror blanco y el aun más tremebundo terror rojo. Horrores basados en mentiras, no en errores, lo cual es humano, sino en falsear deliberada, voluntaria y sistemáticamente todo cuanto esté al alcance de gobernantes inescrupulosos. Hoy vemos con tristeza que no son pocos los Gobiernos que apuntan en esa dirección. En definitiva, solo la ocupación y la preocupación por las tareas educativas pueden revertir ese cuadro de situación, entendiendo por educación la trasmisión de valores y principios de una sociedad abierta, una de cuyas metas prioritarias es decir lo que se estima es la verdad sin tibiezas y medias tintas.

De cómo puede el humor afectar a los políticos

No es muy fácil escribir sobre el tema de esta nota dadas las trifulcas y turbulencias del momento algunas sobre las cuales también hemos escrito, pero de todos modos puede ser saludable un ejercicio de concentración y prestar un instante de atención a este asunto que abre un paréntesis a las preocupaciones cotidianas.

Debemos tener muy presente que nos encontramos ubicados en un universo en el que existen millones de galaxias con altísimas probabilidades de vida inteligente en otros mundos y concientes de nuestra inmensa ignorancia de casi todo. Estas son poderosas razones para no tomarnos demasiado en serio y andar con pies de plomo. 

El sentido del humor es esencialísimo para la vida, no solo por lo dicho sino por respeto a uno mismo que demanda la debida humildad y también por razones de salud ya que reduce el nivel de hormonas vinculadas al stress, mejora la digestión, aumenta el volumen respiratorio, mejora la circulación de la sangre y potencia los factores inmunológicos. Pero el motivo central es que mejora la calidad de vida con alegría y contrarresta los problemas que a todos les circundan.

Se dice que hay dos puntos clave para evitar el stress: primero no preocuparse por nimiedades y segundo, tener en la mira que, bien visto, todo es una nimiedad. Esto está bien como chiste pero el sentido del humor no significa para nada frivolidad, es decir aquel que se toma todo con superficialidad y descarta y desestima los temas graves. Es un irresponsable que resulta incómodo para encarar temas que por su naturaleza requieren análisis prudentes y atentos. Tampoco el sentido del humor alude a lo hiriente y agresivo, ni las referencias a temas que no son susceptibles de risa.

Es de interés el experimento de contar en reuniones sociales las estupideces que uno hace, no solo para liberar tensiones sino para observar la reacción de los demás que en general son de dos tipos. Unos se manifiestan sorprendidos en el sentido de que como puede ser que se comentan determinados errores garrafales. Son los amargos de la reunión, los que miran desde arriba los acontecimientos como si ellos fueran incapaces de una equivocación. Es bueno tenerlos en cuenta para no mantener una conversación seria con ellos. Los hay también que se ríen a sus anchas del tropiezo y relatan acontecimientos similares que les han sucedido a ellos. Con estos puede conjeturarse una conversación fértil.

En cuanto a la humildad de la que, como queda dicho, el humor es una manifestación (y muy especialmente bienhechora si incluye la capacidad de reírse de uno mismo), lo cual no debe ser confundido con la falsa humildad que oculta una gran soberbia. “La humildad, siempre que no sea ostentosa” ha sentenciado bien Borges.

Cultivar el sentido del humor no significa que se sea alegremente optimista, más aun el pesimista del presente es en verdad un optimista del futuro porque ve posibilidades de mejorar en un contexto en el que atribuye potencialidades de excelencia para lograr metas. El optimista del presente, en cambio, es un pesimista del futuro porque estima que no es posible mejorar y, por ende, se conforma con lo que sucede. Se puede ser realista y al mismo tiempo tener muy buen sentido del humor.

Platón sostenía en La República que “los guardianes del Estado” debían controlar que la gente no se riera puesto que eso derivaría en desorden (lo mismo sostuvo Calvino). De esta tradición proceden las prohibiciones de mofas a los gobernantes autoritarios en funciones. Nada más contundente para gobernantes que se burlen de ellos, por ejemplo, en nuestra época probablemente lo más filoso haya sido la producción cinematográfica El gran dictador de Charles Chaplin para ridiculizar a la bestia de Hitler. Y más recientemente, los chistes en torno a los discursos de Nicolás Maduro con respecto a “la multiplicación de los penes” o a “los millones y millonas”, Cristina Kirchner que habla de “oficiales y oficialas” o que, en pleno Mundial,  destacó que los equipos de fútbol tienen “once jugadores y un arquero”. Y, en sendas conferencias de prensa, primero en Oregon y luego en Jordania, Obama manifestó que “he visitado 57 estados de mi país, creo que me falta uno” y “quiero ser absolutamente claro, Israel tiene estrechos lazos de amistad con Israel”.

Estos tropiezos -unos más grotescos que otros- ocurren desde tiempo inmemorial, más graves aun si recordamos que había que tomar seriamente el justificativo de los incestos de Calígula “para preservar la pureza de la sangre”. El ridículo es lo que más afecta a los megalómanos porque consideran que están más allá “del llano” y del error; cuando son sorprendidos con “las manos en la masa” robando dineros públicos, se disgustan, cuando son descubiertos en otros delitos, se quejan y buscan subterfugios, pero cuando los ponen en ridículo estallan en rabietas que no pueden absorber ni digerir. Los gobernantes suelen adoptar actitudes de estar haciendo cosas sublimes pero lo que no tienen en cuenta es que “entre lo sublime y lo ridículo hay solo un paso”. 

Muchos han sido los estudios detallados sobre aspectos filosóficos del humor, comenzando por Henri Bergson, pero es relevante subrayar que, de lo conocido, es una característica solo humana puesto que requiere comprensión de lo dicho. La hiena no tiene humor, no se ríe -hace ruidos que se asemejan a la risa- del mismo modo que puede hacerlo un ser humano cuando le hacen cosquillas donde solo existen fenómenos musculares y nerviosos. Por otra parte, no necesariamente se sigue la risa del humor, sin embargo, a la inversa, cada vez que hay risa está presente el humor.

En otro orden de cosas, como parte de la educación familiar, no es pertinente reírse delante de los hijos de temas que tienen gracia pero están cargados de contravalores ya que la educación, precisamente consiste en la trasmisión de valores. Asimismo, chanzas que intercalan lenguaje soez, contribuyen al deterioro de valores básicos. No es que los que se abstienen de recurrir a improperios y equivalentes carezcan de imaginación, sino que no lo hacen para evitar que todo se convierta en una cloaca.

El sentido del humor entonces refleja un aspecto sustancial de la personalidad, en realidad, por las razones apuntadas, se hace muy difícil que transcurra la vida sin el valiosísimo ingrediente del humor  y, además, de muchos chistes contestatarios al status quo surgen ideas novedosas y de gran utilidad para sustituir lo vigente por otras perspectivas de gran calado. En no pocas ocasiones la fina ironía ha permitido poner al descubierto grandes verdades. En otros casos, la comedia ha desentrañado aspectos ocultos que era necesario develar.

Pocas cosas son más cómicas -tragicómicas- que observar funcionarios gubernamentales con rostros adustos y gestos graves portando gráficos (generalmente mentirosos), pontificando acerca de cómo debe el aparato estatal administrar los bolsillos ajenos, siempre con resultados calamitosos pero adjudicando las culpas a “la especulación”, a “golpes de mercado” y otras gansadas que, según ellos, oscurecen el panorama a pesar de la supuesta sapiencia de los burócratas.

De todos modos, somos mortales y la vida es corta y hay que contribuir en lo que se pueda para mejorarla en cuanto expandir los espacios de libertad para que cada uno se encamine hacia su proyecto. Respecto al final de los días, Woody Allen en un arranque de humor negro escribió: “Me gustaría morir como mi padre que se quedó dormido y no como los otros que iban gritando en el automóvil”.

En lo que fue la primera vez que dictaba clase en la universidad, después de desarrollar una tesis del autor que mencionaba a continuación, quise decir que la elucubración pertenecía a “Hans Sennholz, que es un alemán…” pero dije “Hans Sennholz, que es un animal…”, con lo que quedé un tanto estupefacto, estado que inmediatamente se intensificó a raíz de las sonoras carcajadas de mis incipientes alumnos.

Cierro este apunte sobre el humor con cuatro chistes (y no tan chistes) de economistas y uno de política:

“La economía es el único ejemplo en el que pueden obtenerse premios Nobel por decir cosas opuestas entre si” (y a veces en el mismo acto, como fue el caso de Hayek y Myrdal).

“Un economista es quien se hace rico explicando porqué otros son pobres”.

“¿Porqué Dios creó a los economistas? Porque de esa manera los pronosticadores de meteorología no quedan tan mal parados”.

“¿Qué tienen que hacer esos hombres con trajes grises en este desfile militar? Son economistas, no saben el daño de que son capaces”.

“Los políticos en funciones son como los pañales, tienen que cambiarse y por los mismos motivos”.