Hay que andarse con pies de plomo en cuanto a pretendidos correlatos entre las ciencias físicas y las sociales, puesto que extrapolaciones en temas metodológicos pueden ser fatales, tal como ha sido una y otra vez demostrado por filósofos de la ciencia y economistas de fuste.
Dicho esto, es de interés aludir brevemente a lo que generalmente se entiende por estados caóticos en física. Ilya Prigogine, en su obra con un título que puede aparecer paradójico, Las leyes del caos, nos dice: “La palabra ‘caos’ hace pensar en desorden, imposibilidad de previsión. Pero no es así. Al contrario, como veremos en estas páginas, se puede incluir el caos en las leyes de la naturaleza”.
En realidad, la teoría del caos en física se refiere a perturbaciones que se amplifican, tal como Lorenz se refirió en su célebre ejemplo de cómo el aleteo de la mariposa en un lugar del orbe genera otros fenómenos en otros lugares y que una causa se desdobla en varios efectos que con el estado actual del conocimiento no pueden ser vaticinados.
Como explican David Bohm y David Peat en Ciencia, orden y creatividad, el caos en física no es más que otro tipo de orden que en una etapa del conocimiento podrán (y pudieron) explicitar fenómenos que aparecían escondidos para la mente del científico; es el mensaje que trasmite James Gleick en Chaos, Making a New Science. Continuar leyendo