Parecería que todos o casi todos los analistas de la economía y la política se circunscriben a lo que estiman es una transición puesto que consideran que no resulta posible ir directo a la meta (porque es “políticamente incorrecta”).
Pero en esto viene un primer asunto que no es para nada menor: muy pocos se refieren a la meta porque en realidad nunca pensaron en qué consiste, más bien solo son capaces de concebir lo que creen es “una transición” aunque, como queda dicho, no saben de dónde a dónde. Ya hemos citado antes a Séneca quien ha consignado que “no hay vientos favorables para el navegante que no sabe hacia donde se dirige”.
Por todo esto es que se navega en la mediocridad, más bien haciendo la plancha con pretendidas correcciones que son muy menores o insignificantes que frente a cualquier barquinazo se vuelve a las andadas ya que no se han hecho correcciones de fondo modificando instituciones. Son apenas picotazos a una estructura que se mantiene intacta. Continuar leyendo