La inseguridad, esa prioridad postergada

No existe encuesta de opinión en la que este tema no ocupe el podio. En la inmensa mayoría de ellas, la inseguridad lidera el ranking de las preocupaciones cívicas. Sin embargo, su abordaje siempre queda pospuesto.

Probablemente esto tenga que ver con la percepción que tiene la política acerca de la escasa chance de lograr triunfos en el corto plazo y su natural inclinación hacia aquellos tópicos en los que puede torcer el rumbo con celeridad, siempre dentro del mandato del poderoso de turno. Temáticas como la educación, la seguridad y otras tantas similares, que ameritan enormes esfuerzos y cuyos resultados positivos no se consiguen con rapidez, por exitosas que sean las decisiones tomadas, no entusiasman a la clase dirigente. Prefieren ocuparse de aquello que genera impactos más inmediatos, como la economía o el reconocimiento de nuevos derechos.

Nadie desconoce el complejo entramado del problema de la inseguridad. Tiene múltiples aristas, sus causas no son fáciles de enfrentar y las soluciones de fondo demandan tiempo y paciencia. Pero justamente por eso hay que arrancar ahora, porque modificar esta inercia llevará décadas. El solo hecho de detener la escalada justifica invertirle ingenio y dedicación. No es que no se haga algo al respecto. Brotan, con alguna frecuencia, propuestas interesantes, debates apasionados y hasta medidas concretas, pero siempre son aisladas, divorciadas del conjunto, por lo que se torna difícil ser optimistas con la eficacia de ese tipo de determinaciones. Continuar leyendo

Acorralados

Casi sin querer, la política fue girando progresivamente, fue mutando lentamente, y por esas vueltas que plantea lo electoral, casi todos los candidatos deberán responder a la agenda que propone la sociedad. 

La inseguridad, la inflación y el empleo, lideran las preocupaciones de la gente. Más allá del autismo de la cúpula gobernante, que ha optado por negar la realidad, minimizar indicadores y construir un relato que tiene cada vez menos adeptos, lo cierto es que todo se hace demasiado evidente y ya son pocos los que se animan a desmentir lo que está a la vista.

Frente al inminente proceso electoral, los postulantes buscan diferentes formas de aproximarse de un modo elegante a esa lista de asuntos que la comunidad plantea como la de los grandes desafíos por enfrentar.

Los más opositores, desde la comodidad que implica esa posición, critican a mansalva a los que gobiernan por su inacción, por sus persistentes medidas inadecuadas y hasta por sus torpezas indisimulables.  Continuar leyendo