Resulta más que obvio destacar que el domingo próximo cuando se abran las urnas empezará a definirse la transición hacia 2015. Teniendo en cuenta la mayoría de los pronósticos electorales todo parece indicar que la presidenta Cristina Fernández no va a salir fortalecida de las PASO, posiblemente deba conformase con que el Frente para la Victoria sea la fuerza más votada a nivel nacional como escenario más agradable.
¿Cómo salva la ropa la jefa de Estado? Dicen en la Casa Rosada que superar el techo electoral del 35% a nivel nacional sería la única opción viable para avanzar con la reforma constitucional y lograr habilitar a CFK para competir en las próximas presidenciales. De ese número psicológico para abajo se abren toda clase de especulaciones respecto al futuro rol de la presidenta como “lame duck” (pato rengo) y el volumen de poder con que contará los últimos dos años de su mandato.
Precisamente, lo que más abunda son las especulaciones. Todos analizan hipótesis y cursos de acción sin conocer los resultados electorales y menos aún la lectura que haga de ellos Cristina el domingo a la noche. Por eso las alternativas son variadas pero se habla en ambientes políticos de tres escenarios concretos. El más anhelado por el cristinismo fue planteado en el párrafo anterior y tiene que ver con “Cristina eterna”, como lo bautizara la inefable diputada Diana Conti, pero a la vez luce como el menos probable.
Igualmente, conviene no descartarlo totalmente aunque el FpV no tenga los números para modificar la constitución. Todo depende si sigue vigente o no el “vamos por todo”. No es sencillo imaginarse a CFK replanteando su estilo de gobierno y de toma de decisiones. Pero a veces la realidad frena al voluntarismo. Sin margen concreto para lograr la re-reelección parecería que la señora de Kirchner intentaría transformarse en la gran electora en 2015 y elegir un heredero como Lula con Dilma Roussef. Claro que ese escenario no es comparable ya que el líder del PT terminó su segundo mandato con más del 70% de imagen positiva.
Claro que Cristina puede intentar igual respaldar a un candidato propio que garantice la continuidad del modelo como lo viene haciendo en Buenos Aires con Martín Insaurralde. El test bonaerense puede dar una pauta de las chances de esa movida a nivel nacional para 2015. Postulantes a jugar ese rol protagónico no hay muchos. La búsqueda de personal apunta a un dirigente, gobernador o legislador, con edad intermedia, si es posible sub 50. Pero la exigencia más estricta tendrá que ver con su perfil ideológico y la confianza que le genere a la jefa de Estado.
En la búsqueda de esa imaginaria oficina de recursos humanos queda afuera inicialmente el gobernador Daniel Scioli. Esperar que agradezca el esfuerzo del mandatario bonaerense en la campaña de Insaurralde y le regale la candidatura presidencial es no conocer a la señora de Kirchner, aseguran en el oficialismo. Dicen que ella nunca va a confiar plenamente en el vicepresidente de su esposo y no se olvida que a fines de junio estuvo a punto de arreglar con Sergio Massa una alianza que hubiera sido letal para el cristinismo.
En todo caso agotará todas las instancias previas. Su preferido es Carlos Zannini, secretario legal y técnico, pero no será fácil instalarlo en la sociedad y él siempre ha sido reacio a levantar el perfil. A lo sumo lo podrá preservar como compañero de fórmula del elegido. Sergio Uribarri si gana bien en Entre Ríos se va a anotar rápidamente al igual que otros gobernadores. Pero a la jefa de Estado no es fácil imponerle un nombre aunque se transforme en “pato rengo”. Se va a manejar en base a su mirada del escenario político y sólo una necesidad impostergable la llevaría a respaldar a Scioli. Hay muchas reticencias pero no es un escenario para descartar.
Entre voceros kirchneristas se escucha una referencia central para comprender cómo puede ser la transición hacia 2015. Aceptan que eventualmente las legislativas de octubre marquen un fin de ciclo pero destacan que no se trata del epílogo del “relato” y el modelo. Con mucha expresión de deseos dan a entender que si Cristina debe irse a El Calafate en 2015 eso no significa que se termina el “proyecto de Néstor”. Paradójicamente esa es la cuestión que se va a empezar a definir más rápido, quizás se perciban algunas pistas entre las PASO y las legislativas de octubre.
No cabe ninguna duda que la definición más concreta surgirá del escenario electoral. Ahí se podrá medir claramente si hay o no fin de época y en todo caso si surge una alternativa que representa ese eventual cambio de régimen. En ese contexto el peronismo podrá ser un jugador decisivo. Los gobernadores del PJ empezaron a moverse distinto y la semana pasada en Ezeiza hasta se animaron a decir que el próximo presidente iba a salir de los participantes de esa reunión. Y ya se sabe que los peronistas no están enamorados del modelo.
Quizás el escenario más probable que puede empezar a conformarse tenga que ver más con el fin de ciclo por falta de poder político. Incluso, hasta se habla de un resultado electoral que golpee a CFK pero que a su vez no surja ninguna alternativa competitiva como fueron Antonio Cafiero y Carlos Menem en 1987 o la Alianza 10 años después. Una situación complicada por donde se mire ya que todos van a decir que ganaron pero quedará trabado el cuadro institucional. Ni Cristina podrá seguir expropiando ni la oposición tendrá margen para imponer su agenda en el Congreso.
Esto podría ocurrir con un resultado electoral que deje al Frente para la Victoria como la primera minoría cerca de su piso histórico y con serias limitaciones en el Poder Legislativo, sobre todo en el Senado. Lo que más preocupa evidentemente no sólo será la interpretación que haga Cristina sino cuál va a ser su reacción y cómo va a seguir gobernando. O mejor dicho cómo aceptará que su poder puede limitarse mucho y ya no podrá tomar decisiones como si tuviera el 54%.
Esa incertidumbre ya se percibe en el mundo económico y financiero donde el establishment hace la plancha, no invierte y empieza a no obedecer ciegamente a Guillermo Moreno. Crece el temor a que el secretario de Comercio se radicalice aún más por el fracaso del Cedin y la agobiante carencia de dólares del Estado. Probablemente, la administración de los límites fiscales, la emisión descontrolada y una inflación que se fortalece sean el primer test para comprobar cuanto volumen político le queda a CFK después de las PASO.