En su artículo “El odio y la visión canalla del mundo”, Ricardo Forster utiliza el concepto de Nicolás Casullo “progresismo reaccionario”, también incorporado en la extensa carta abierta Nº14 de Carta Abierta: un típico oxímoron de Casullo, que solía divertirse con el absurdo. En retórica, el oxímoron supone unir en una expresión dos conceptos contradictorios -como monja cabaretera- y, en este caso, hace referencia a alianzas de sectores progresistas con fuerzas reaccionarias que “se preparan para convertirse en parte de la restauración conservadora pero, eso sí, en nombre de los ideales progresistas. No otra cosa es la que constituye el núcleo decisivo de la alianza entre Pino Solanas y Elisa Carrió y que alimenta a UNEN.” Siguiendo las premisas de Ernesto Laclau, Forster y Carta Abierta consideran al kirchnerismo como el BIEN por excelencia; quienes se oponen son de derecha y están impregnados de odio, con una visión canalla del mundo.
Si Forster y Carta Abierta pertenecen al progresismo kirchnerista, vale preguntarse sobre sus propias alianzas: destacados Barones del Conurbano como Raúl Othacehé, Hugo Curto, Alberto Descalzo o Alejandro Granados, ahora ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. Estos aliados conforman la base del poder territorial del kirchnerismo y son conocidos por la habilitación mafiosa de desarmaderos, dealers de droga y prostíbulos, sin descartar la trata de personas. Entre los gobernadores sobresalen Gildo Insfrán de Formosa o José Alperovich de Tucumán; todos ellos protagonistas de la hegemonía neoliberal: con la cultura del “yo no fui”, olvidan que Carlos Menem es un aliado del kirchnerismo en el Senado y en los noventa tuvo como aliados a muchos que promueven el actual modelo, incluyendo a sus máximos referentes.