Como parte de una típica campaña sucia, Daniel Filmus ha publicado en Página 12 -ese periódico que hiciera un giro de 180º desde la tradición crítica de sus inicios hacia un lamentable seguidismo oficialista- una lista de ausencias de Pino Solanas en la Cámara Baja: vale mencionar que tales ausencias rondan el 10% de las sesiones realizadas en los años que corren entre diciembre de 2009 y agosto de 2013. Pero sus comentarios no tienen desperdicio: convoca a los votantes a apoyar solamente a los candidatos que trabajan. Al respecto, es pertinente evaluar los trabajos realizados por Daniel Filmus en su ya larga carrera política de más de veinte años, para información de los votantes.
1) Sus comienzos en el campo académico, luego de terminar los estudios en los años 80, serán una advertencia sobre sus futuros trabajos. Como presidente del Colegio de Graduados de Sociología, hacia 1988 promovió una ley destinada a regular el ejercicio profesional de “las y los sociólogas/os”. Cabe mencionar que ese Colegio de Graduados había nacido por resolución ministerial del 29 de febrero de 1976, cuando Alberto Ottalagano se desempeñaba como interventor de la Universidad de Buenos Aires y la carrera de Sociología, expulsando a miles de docentes entre los que me encontraba: sin lugar a dudas, institución signada por una fuerte impronta policial. La ley 23.553, de 1988, creó el Consejo de Profesionales en Sociología, con la atribución de controlar el ejercicio profesional y el gobierno de la matrícula, así como el control disciplinario a través del Tribunal de Ética. Pocas cosas más ridículas que este trabajo de Filmus: como todos saben, las ciencias sociales son esencialmente polémicas y, en sus facetas más ricas, se articulan con el pensamiento político-social extraacadémico. Por lo tanto, la necesidad de exhibir una matrícula para el “ejercicio profesional” implica que quien no la tenga -por ejemplo, periodistas de investigación o intelectuales como José Aricó, Gregorio Selser o Nicolás Casullo, que no eran graduados pero dieron clases en la Universidad- al aplicarse el “control disciplinario” podrían ser acusados de “ejercicio ilegal de la Sociología”.