Impulsada por la integración global, las exportaciones de servicios atraviesan actualmente una etapa de crecimiento mundial, con montos que en 2012 alcanzaron los USD 4,2 millones de millones.
A nivel interno, la Argentina ha desarrollado significativamente el sector de servicios: hoy representa aproximadamente el 42% del PBI, con una plataforma con capacidad exportadora disponible para satisfacer a los mercados más demandantes del mundo, entre los que se destaca Estados Unidos y la Unión Europea.
El desarrollo y crecimiento de este sector, en el que coexisten 23 rubros económicos potencialmente involucrados, constituye una oportunidad concreta para la Argentina de aumentar significativamente la inversión directa, las exportaciones, los recursos económicos y fiscales, la transferencia de tecnología y del conocimiento, y de generar puestos laborales de calidad.
Un estudio de PwC asegura que si se generan las condiciones para el crecimiento de las exportaciones de servicios en los próximos 2 años (4% en el corriente y 8% en 2015), se desarrollarían más de 15.000 puestos de trabajo adicionales.
Para tomar debida dimensión: cada punto adicional de participación argentina en este negocio representaría aproximadamente un 8,8% de crecimiento del PBI de nuestro país.
¿Por qué es una oportunidad concreta de crecimiento? La respuesta es sencilla: Argentina cuenta con numerosas ventajas comparativas ante otros países de la región.
En primer lugar, tenemos un gran caudal de mano de obra calificada con las competencias necesarias para ofrecer los servicios demandados en el mercado internacional de manera eficiente y profesional, sumado a un buen manejo de idiomas extranjeros (en especial el inglés) y la ventaja de contar con husos horarios compatibles con los países demandantes.
Además, el país ha desarrollado una infraestructura de telecomunicaciones y tecnología de la información adecuada, permitiendo abastacer a la demanda brindando servicios de calidad.
Por último, el progreso y la formación de importantes centros urbanos y la afinidad cultural con muchos países que son potenciales compradores resulta una ventaja comparativa clave frente al resto de los oferentes en la región.
Solo para mencionar un país, Israel encaró este desafío con éxito: ha demostrado que la participación y el rol del Estado en la promoción de la exportación de servicios es condición necesaria para garantizar su crecimiento sostenido.
Para potenciar el atractivo hacia el desarrollo de servicios de exportación, debemos trabajar en fortalecer una serie de factores de competitividad: podemos mencionar, entre otros, la estabilidad política, las condiciones macroeconómicas, la legislación y los costos laborales, el desarrollo de recursos humanos específicos, la calidad de la tecnología de la información, la infraestructura física y las comunicaciones.
No debemos dejar de lado otros elementos de igual importancia, como el respeto a la confidencialidad de la información y la política de propiedad intelectual, velar por un sistema impositivo equitativo y por la confiabilidad del sistema legal, contar con métricas eficaces de medición del sector, y fomentar fuentes de innovación y el espíritu emprendedor.
Hay aquí, sin duda, una enorme oportunidad. Ahora bien, sin un Estado que incentive este desarrollo a través de un marco regulatorio favorable, todo se hará cuesta arriba.
Las proyecciones económicas y las perspectivas de generación de empleo indican que sólo es cuestión de poner manos a la obra para lograrlo.