Después de 32 años como Juez de la Corte Suprema, renunció el doctor Carlos Fayt.
Durante su vida escribió varios libros importantes, enseñó a un innumerable número de estudiantes y dictó sentencias de gran trascendencia.
Pero todo tiene un final y el 11 de diciembre no tendremos más a Fayt en la Corte.
Nuestro desafío como país será ser buenos alumnos de Carlos Fayt y entender cuáles fueron sus enseñanzas profundas.
Obviamente que en los distintos campos jurídicos que recorrió ha dejado muchas ideas que ojalá sean prolíficas, pero en estos días tan especiales, donde termina un Gobierno que es el que más ha durado desde 1852, probablemente el mayor desafío para los que, por nuestra edad, debemos tomar la posta del doctor Fayt, es saber cuáles han sido las esencias de su larga actuación pública.
No es difícil. Ha sido decente, serio, trabajador, coherente, librepensador y, sobre todo, valiente.
Con un gobierno en contra, como el de Cristina Kirchner, no se asustó. No optó por el cómodo retiro dorado de un Juez de la Corte.
Siguió dando batalla porque un juez independiente se retira cuando él decide, no cuando lo ordena el Presidente de turno o lo pretenden un grupo de legisladores sumisos al Ejecutivo.
El kirchnerismo jamás entendió que no todos se asustan o se venden.
Al agredir y agraviar a Fayt no solamente se ganaron algunas páginas en la antología de las bajezas políticas y humanas, sino que además le renovaron su fuerza vital.
Porque Fayt, como todo verdadero hombre de derecho, es un luchador.
Ignoro si hoy se sigue estudiando el libro “La lucha por el derecho” de Rudolf von Ihering, pero lo concreto es que el Juez Fayt personifica al verdadero hombre de derecho, que quiere un mundo mejor y mas justo, y está dispuesto a pelear para lograrlo.
La enseñanza más trascendente de la vida del Juez Fayt es la de haber luchado por el derecho y por la Justicia hasta sus venerables 97 años.
No lo hizo en un país nórdico sino en la Argentina, un país presidencialista donde algunos mandatarios han creído ser dueños de la vida y honor y fortuna de los argentinos, pese a que lo prohíbe la Constitución.
El Juez Fayt no lo ha permitido y, por eso, nos deja una herencia de fortaleza, que nosotros deberemos emular.
Porque él pudo, deberán poder quienes lo sucedan en la Corte.
Ese será su gran legado: el ejemplo.