Hay que reconocer que el kirchnerismo es muy hábil para sorprender con iniciativas políticas que suelen ponerlo a la vanguardia en la construcción de la agenda; sin embargo, a la hora de las excusas, es altamente previsible. El uso de argumentos falaces y chicanas políticas es un elemento fundamental de su discurso. El paro nacional del pasado jueves ha hecho que sus dirigentes ensayen un compendio de pretextos, justificaciones y evasivas para explicar y desvirtuar la medida de fuerza. Repasemos algunas de ellas:
- “Barrionuevo es el líder de la oposición, de la izquierda y del Frente Renovador”: la Presidente ha elegido al sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo (quien arrastra pésima imagen pública) para desdibujar una serie de reclamos con los que coinciden incluso los integrantes de la CGT, por ahora oficialista, que conduce el metalúrgico Antonio Caló. Aprovechó para ello la fulgurante reaparición del gastronómico de la mano de un Hugo Moyano que recobró fuerza a través de la inestimable colaboración de Roberto Fernández (secretario general de la UTA) y de Omar Maturana (secretario general de La Fraternidad). No tuvo en cuenta que Sergio Massa ha dado evidentes muestras de querer mantener alejado de su espacio a Barrionuevo, justamente por su mala imagen. Analizar si el gastronómico es también el líder de la izquierda, como dijo Jorge Capitanich, no vale el esfuerzo intelectual.
- “El paro de transporte no les permitió asistir al trabajo a quienes quisieron hacerlo; fue un paro extorsivo y un apriete”: la primera parte de la afirmación es una verdad de Perogrullo que está presente como posibilidad en todas y cada una de las medidas de fuerza que se tomen. Es difícil de justificar para cualquier gobierno democrático el intento de impedir que los trabajadores de medios de transporte no puedan adherirse a un paro general. En tal caso, lo que deberían preguntarse es por qué algunos gremios habitualmente cercanos al gobierno se plegaron y lograron darle al paro una masividad inusitada.
- “Los piquetes impidieron el paso de quienes quisieron ir a su trabajo; intentaron sitiar las ciudades”: tanto la ciudad de Buenos Aires como sus accesos están habituados a los piquetes y de alguna manera sus habitantes se han acostumbrado a sortear estos obstáculos. Además vale recordar que el kirchnerismo ha tolerado y, en algunos casos, fomentado el piqueterismo como forma de protesta. De hecho varias de las agrupaciones políticas que a fines de los 90` adoptaron esa metodología son hoy parte del movimiento kirchnerista Unidos y Organizados.
- “El mensajero es más importante que el mensaje”: la respuesta del kirchnerismo ante una protesta o crítica es siempre cuestionar al mensajero sin analizar el mensaje. Lo que hoy se intenta criticando a los impulsores de esta medida (Moyano, Barrionuevo, la Sociedad Rural, etc.) es un comportamiento habitual en el kirchnerismo. El intento de descalificación se repite así las críticas provengan del FMI (aunque luego se envíe al ministro de Economía a negociar allí), la Sociedad Interamericana de Prensa, los organismos internacionales, la “corpo” nacional (Clarín, La Nación, Perfil, etc.) o internacional (O´Globo, Wall Street Journal, El País, etc.) y cualquiera que ose formular algún reparo a sus políticas. Lo mismo sucedió con las marchas y cacerolazos que coparon las plazas del país en varias ocasiones durante los últimos dos años.
- “Es un paro político”: Es obvio que todo reclamo tiene componentes de distinta índole, incluyendo la motivación política, pero lo llamativo de este contundente 10-A es que las principales figuras de la oposición se han manifestado en contra del mismo o bien han puesto reparos a algunos de los mecanismos que lo potenciaron (ausencia de servicios de emergencia en transporte y piquetes). Además no hubo coordinación total de lo que se conoce como movimiento obrero sino que hubo una confluencia de reclamos hacia el gobierno nacional.
- “Se intenta la desestabilización y provocar la renuncia de la presidente”: Nuevamente la versión destituyente en primera plana en las voces del oficialismo. Sucede con bastante asiduidad desde el año 2008 cuando las protestas del campo marcaron un primer cimbronazo para un gobierno no acostumbrado por aquellos años a recibir críticas. Salvo contadas excepciones hay una manifiesta voluntad de todo el arco político y de la dirigencia en general de que este gobierno finalice su mandato en diciembre de 2015.
- “El daño a la economía del país hecho por una pelea política es enorme”: esto es cierto técnicamente (calculado por algunos informes se perdieron alrededor de U$D 1.000 millones), pero no menos cierto es que la economía también se ve dañada con todos los feriados que el gobierno nacional ha agregado al calendario durante el transcurso de su mandato, algunos de ellos sin razón que lo amerite. En tal caso, si la presidente quisiera, podría eliminar del calendario alguno de estos para recuperar el día perdido con esta huelga.
La única respuesta que ofreció el gobierno a la protesta fue criticarla y anticipar que no va a atender ninguna de sus demandas; y en una suerte de resumen de este pensamiento, el jefe de Gabinete sostuvo que lo que hubo en realidad fue un “gran piquete nacional con paro de transporte”.
Vale recordarle al gobierno que todos los sectores criticados y denostados fueron los aliados de ayer y quien le dio poder a estos, de manera irregular o no, fue el kirchnerismo que además, en forma simultánea, ha combatido y ninguneado de manera salvaje a los partidos políticos opositores hasta ponerlos al borde de la disgregación.
Si hay algo que siempre obsesionó al fallecido ex presidente Néstor Kirchner fue el control de la calle. En pos de lograr esto fue que fomentó, benefició y cobijó a sindicalistas y piqueteros. Seguramente tiene bastante asidero aquello de que la política es el arte de lo posible, y ese ha sido el derrotero del kirchnerismo en el poder; tal vez lo que no estaba entre sus planes era tener que enfrentarse con las consecuencias de esos actos.