Los canjes de deuda de la Argentina

El presente es el escrito de Alfonso Prat-Gay como amicus curiae -término legal utilizado para definir a quienes se presentan para argumentar a favor de una parte del conflicto- en defensa de la República Argentina ante la Corte de Apelaciones de Nueva York en el juicio iniciado por los bonistas que quedaron fuera de los canjes de deuda.

 

Amicus curiae 

Alfonso Prat-Gay es diputado nacional en la República Argentina representando a la Ciudad de Buenos Aires y preside el bloque de diputados de la Coalición Cívica-ARI, uno de los muchos partidos opositores en el Congreso argentino. Debido a que los intereses de sus conciudadanos y de la ciudadanía de su país se ven afectados por el resultado del fallo de la Corte en los temas abordados en este documento, y dado que hay algunos datos relevantes que no han sido presentados a la corte por ninguna de las partes o por ningún otro amicus curiae, Prat-Gay respetuosamente acerca esta presentación como un interesado, no participante, amicus curiae en apoyo de la petición de la República Argentina de una nueva audiencia de panel, nueva audiencia en banc, y apelación de la decisión de la Corte de Distrito del 21 de noviembre de 2012.[1]

 

Interés de Alfonso Prat-Gay

Prat-Gay era presidente del Banco Central de la República Argentina (el BCRA), una institución independiente, cuando el ex-presidente Néstor Kirchner asumió la presidencia en mayo de 2003. Prat-Gay dejó el BCRA en septiembre de 2004 cuando finalizó su mandato institucional. Previo a su cargo en el BCRA, Prat-Gay trabajó más de siete años en JPMorgan y JPMorgan Chase, como Economista para Mercados Emergentes, Estratega en Mercados Emergentes, y Jefe de Estrategia Global de Monedas, basado en Nueva York, Buenos Aires y Londres respectivamente. En estas diversas funciones, tuvo la posibilidad de ser testigo de primera mano de diversas crisis de mercados emergentes, especialmente la Crisis del Tequila en México en 1995, la del Sudeste asiático en 1997, la crisis Rusa de 1998 y la crisis de la moneda brasilera de 1999.

En el año 2004 la revista Euromoney distinguió a Prat-Gay como el Banquero Central del Año (“Prat-Gay gana algo de respeto para la Argentina” fue el título utilizado elegido para el artículo). Y poco después de haber dejado el BCRA, Prat- Gay fue contactado por el Banco de Pagos Internacionales de Basilea (el “BIS”), la entidad financiera de los Bancos Centrales, para ocupar un alto cargo ejecutivo. Sin embargo, Prat-Gay declinó la oferta para quedarse por seis años más como presidente del Banco Central por, entre otros diversos motivos, su desacuerdo con el presidente y el ministro de Economía con respecto al proceso de renegociación de la deuda, que eventualmente fue lanzado a principios de 2005, cuando él ya había finalizado su mandato.

 

Argumento

Consideraciones políticas han sido la base de diversas órdenes judiciales en este caso. (Véase por ejemplo la transcripción de la audiencia del 9 de noviembre en la página 10.) Parece, sin embargo, que no todos los hechos han sido proporcionados a la Corte.

Por ejemplo, la administración Kirchner anunció un enorme éxito en la negociación de la deuda: “con la reestructuración de 2005 y esta [la reestructuración de 2010], hemos alcanzado una tasa de participación del 92%. Y es la primera vez que en 200 años de historia pudimos reducir la deuda en un 75%, en estos últimos siete años [es decir, desde que los Kirchner asumieron]”; “Cristina Kirchner celebra los resultados de la reestructuración de la deuda [de 2010]: ‘hoy es el día del desendeudamiento’” (23 de junio 2010). “Les ganamos la pulseada a los bonistas más hostiles”, (24 de junio de 2010). Estos comentarios son slogans políticos y emocionales conocidos en Argentina y, teniendo en cuenta la opinión internacional sobre Argentina, parece que también son convincentes creíbles para la audiencia internacional. Efectivamente, esa visión sobre el canje de deuda parece haber dado forma a algunas de las decisiones en este ámbito.  (Veéase  NML Capital, Ltd., et al. v. Republic of Argentina, Docket No. 12-105(L), página 6) (2d cir. Oct. 26, 2012)  (“En 2005, Argentina inició una oferta de canje en la cual permitió a los tenedores de bonos FAA cambiar sus bonos en cesación de pagos por nueva deuda no asegurada y no subordinada, a una tasa de25 a 29 centavos por dólar.”)

Sin embargo, al compararla con reestructuraciones de deuda de otros países emergentes la última reestructuración de la deuda Argentina es modesta, en el mejor de los casos. En el primer canje en 2005, Argentina canjeó bonos por un valor de U$S 78.000 millones (incluyendo capital e intereses vencidos y no pagados) por U$S 700 millones en efectivo y U$S 35.300 millones en nuevos bonos más de plazo más largos. A primera vista esto parece una quita de 54%, similar al promedio de reestructuraciones de deudas de otros mercados emergentes. De hecho, esta es exactamente la misma reducción que obtuvo Grecia en la reciente (e insuficiente) renegociación de su deuda.

Pero a diferencia de otras experiencias en el mundo (con la única excepción de Bulgaria en los ‘90), Argentina también ofreció un gran y jugoso bonus a aquellos bonistas que ingresaron al canje: un dividendo anual atado a la performance del PBI, lo que pasó a ser conocido como “Cupón del PBI”. El crítico rol del Cupón del PBI no debería debe ignorarse a la hora de juzgar si la renegociación de la deuda fue justa o no. Este instrumento hizo que el canje fuera muy caro para la Argentina desde el momento en que se cerró, resultando en una pesada carga financiera de largo plazo conforme se van acumulando los pagos del cupón del PBI. Consecuentemente, esto redujo las pérdidas de los bonistas que aceptaron el canje.

El último mes [de diciembre de 2012] Argentina pagó su séptima cuota (en los ocho años que transcurrieron desde el primer canje), en esta ocasión por un monto de U$S 3.500 millones. De un total de U$S 42.000 millones de nuevos bonos emitidos en ambas renegociaciones de deuda, estos U$S 3.500 millones representan un bonus de 8,3% de rendimiento anual, un dividendo que muy pocas compañías pagan en estos días. Por más que haya años como el 2013 en el que este dividendo no se va a pagar, cuando sí se pague, por construcción, el porcentaje sólo puede subir. De hecho, la estructura fue tan generosa para los bonistas que participaron del canje que Argentina incluso puso un tope en los pagos acumulados que realizará sobre el cupón del PBI durante sus 30 años de vida:

“El monto total a pagarse durante la vida del Cupón Atado al PBI, por cada unidad de Cupón Atado al PBI, no excederá  0,48 medido por unidad de moneda.  Nos referimos a este monto como el “tope de pago del Cupón Atado al PBI”. Por ejemplo, si usted recibe un Cupón Atado al PBI en una suma en teoría igual a U$S1 millón, el tope de pago para su Cupón Atado al PBI será igual a U$S 480.000.

Si el tope de pago del Cupón Atado al PBI es alcanzado en un año previo a la expiración estipulada del Cupón Atado al PBI, el Cupón Atado al PBI será considerado como expirado en ese año.

Si, para un determinado año el pago agregado adeudado del Cupón del PBI es mayor que el monto remanente del tope de pago del Cupón del PBI, entonces el monto remanente por debajo del límite de ese cupón del PBI se distribuirá al tenedor del activo.”

Suplemento del prospecto de emisión (Estados Unidos, 2005), página 35.

Ese tope de pago del Cupón de PBI alcanzaba los U$S 29.900 millones para el primer canje.

La cantidad de recursos ociosos de la economía argentina en el año 2004, con alto desempleo y baja utilización de la capacidad instalada, significaba que el PBI estaba muy por debajo de su potencial. Pero Argentina ofreció dividendos atados al crecimiento de su PBI de inmediato, a diferencia de Bulgaria donde los pagos comenzaron sólo cuando el nivel de PBI precrisis fue alcanzado. El “Escenario Base del PBI” indicado en el prospecto presentado en Estados Unidos iba a estar siempre sumamente subestimado en cuanto la economía regresara a su potencial de largo plazo, como usualmente pasa cuando la crisis termina. El Cupón del PBI paga un 5% de la esa brecha del PBI todos los años durante 30 años. Por ello, la recuperación natural desde el punto más bajo de la crisis (el PBI per cápita había caído casi 20% entre 1998 y 2002) y la inevitable recuperación del tipo de cambio real, más la subsecuente tendencia de crecimiento por sí misma -casi con seguridad a juzgar por la vasta experiencia en crisis financieras- garantizaban que ese límite se alcanzaría eventualmente tarde o temprano. Por su construcción, el cupón era un pago de capital encubierto, y uno muy significativo. Así, la oferta realizada por Argentina en 2005 implicó una reducción de 15,6% (1- (35.300+700+29.900)/78.000). Muy lejos de la presunta y popularmente aceptada quita del 75%, y un esfuerzo mínimo para los bonistas teniendo en cuenta la profundidad de la crisis financiera, política, social y económica por la que atravesaba el país.

En una razonable búsqueda de justicia, la Corte reconoció que era entendible que la Argentina realice una reducción tan drástica de la deuda cuando era insolvente, pero que hoy, dado que la economía se ha estabilizado, el país debería pagar el total de la deuda (como fuera mencionado por la Corte). Este razonamiento parece ser la base sobre la que descansan los fundamentos de la orden de pagar en efectivo y de manera acelerada a los bonistas litigantes. (Véase la opinión de la Corte del Distrito del 21 de noviembre en la página 7) (“Pero el hecho es que el monto debido a los litigantes por la Argentina es el capital acelerado más los intereses acumulados. La Argentina debe esto y lo debe ahora. Nadie ha sugerido en el contrato ni en ningún lado que Argentina merece pagar su deuda dividida a lo largo del tiempo.”)

Por el contrario, la oferta realizada por Argentina fue extremadamente generosa desde el comienzo dado que Argentina se comprometió a realizar pagos significativos en el futuro, aun cuando esto no fuera claro para todos los acreedores en el momento del canje. Tómese, como ejemplo, un bonista promedio participante del canje de 2005 que no haya vendido los nuevos bonos recibidos. El valor de mercado de la combinación de bonos Par y Discount es actualmente de 36 centavos por cada dólar de bonos canjeados, unos pocos centavos por encima del valor de mercado promedio de los bonos defaulteados al momento del primer canje (entonces de 32 centavos por dólar). Inmediatamente después del canje de 2005, los tenedores de bonos recibieron además un promedio de 2 centavos por dólar por pagos en efectivo. Pero es aquí donde el Cupón del PBI hace toda la diferencia. Su valor de mercado es actualmente de 7 centavos por dólar de los bonos canjeados. Y sus pagos en efectivo, hasta ahora, representan 18 centavos por dólar. Por lo tanto, el bonista promedio participante del canje ha realizado una ganancia de 19 centavos, o 58%.

El PBI real per cápita de la Argentina creció 46% desde abril de 2005. Esto significa que un ciudadano promedio de la Argentina se benefició menos que un bonista promedio que ingresó al canje (46% vs. 58%). Y el paso del tiempo hace que por el cupón del PBI los bonistas se benefician relativamente más que el ciudadano promedio. ¿Cuán justo es eso? Más aún, ¿cuán justo sería que los bonistas litigantes en esta causa reciban un mejor trato, incluso un centavo más que la generosa oferta de canje que ya se realizó?

Argentina no realizó una “quita” masiva de la deuda cuando estaba en una crisis económica grave. Más bien, hizo una oferta extremadamente generosa, aun cuando entonces ni los bonistas ni los ciudadanos vieron con claridad cuán beneficiosa era. Pero ya ha pasado suficiente tiempo y se ha acumulado suficiente evidencia como para ignorar esta realidad. Por ello, a la hora de impartir justicia, la Corte debe estar completamente debidamente informada.

Tampoco la Argentina cuenta con recursos abundantes como sugieren los acreedores. En efecto, los acreedores litigantes frecuentemente sugieren que el Banco Central de nuestro país cuenta con suficientes reservas para afrontar cualquier pago. Esto también es inexacto. Mientras que la administración Kirchner aprovechó las reservas del Banco Central para pagar deuda soberana por U$S 58.500 millones, estas reservas del Banco Central no son inagotables y se compran con emisión monetaria. La inflación en Argentina excedió ya excede el 25% anual. El cepo cambiario ratifica también que, en todo caso, las reservas de Argentina son escasas, no son abundantes.

 

4 de enero de 2013, Nueva York, Nueva York

 

 

1. De acuerdo con las reglas de procedimientos de NY Fed R. App. P 29(c)(5) and L.R. 29.1, este escrito fue elaborado por la oficina de Alfonso Prat-Gay, y editado por un abogado. Ni Prat-Gay ni su abogado han contribuido dinero para financiar la preparación o presentación de su escrito.