Certidumbre e incertidumbres

El reciente proyecto de ley antidespidos contiene una certidumbre y varias incertidumbres. La certidumbre es que la oposición le puede imponer una ley al Gobierno, ya que lo aprobado por el Congreso tiene el valor de un derecho reconocido constitucionalmente.

Claro que también es legítima la atribución presidencial de recurrir al veto. Pero este tiene un carácter teñido por una conveniencia política y se lo puede considerar más un acto de naturaleza política del que no conviene abusar. Para algunos analistas es una potestad que juega a favor de la división de poderes y del sistema republicano de gobierno.

Sin embargo, el Congreso puede insistir en aprobar la ley vetada, para lo cual necesita contar con los dos tercios de los votos en cada Cámara, según el artículo 83 de la Constitución Nacional.

Por otra parte, las incertidumbres están dadas por la interpretación que los posibles inversores extranjeros puedan hacer de esta reciente controversia entre el Presidente y el Congreso, finalmente clausurada con el veto. Tampoco escaparía a ese análisis externo que el Gobierno acaba de sufrir un nuevo paro sorpresivo por parte de los docentes bonaerenses; que los taxistas, en su pelea con Uber, cortaron 25 puntos de la ciudad y ocasionaron un caos vehicular sin que el Gobierno pudiera evitarlo y, finalmente, que la Iglesia insiste en señalar su honda preocupación por el aumento de los niveles de pobreza y desocupación. El Gobierno aceptó culpas y tomó algunas medidas para paliar la situación, aunque los reclamos continúan. Continuar leyendo

El Congreso está en deuda

Recientemente una diputada del Frente por la Inclusión Social, ex aliada de Raúl Castells, que habitualmente vota con el kirchnerismo, levantó la mano para aprobar una ley acerca de la cual, luego se supo, tenía muy poco conocimiento. Se trataba nada menos que de la ley para reformar el Código Civil y Comercial de la Nación. Hubo otros casos anteriores de características similares, o sea de leyes que los legisladores del Gobierno aprueban sin hacer un análisis riguroso de sus alcances. Son votos por “disciplina partidaria”, se atajan los involucrados. Se infiere entonces que lo que viene ordenado desde “arriba” tiene el valor de un “cúmplase”. En virtud de que el Poder Ejecutivo tiene mayoría en ambas cámaras, los proyectos que le interesan son generalmente aprobados sin mayor dificultad, con algunas excepciones. ¿Se puede interpretar así que estamos frente a una sumisión del Congreso ante el Poder Ejecutivo? Continuar leyendo

El Gobierno está fuerte

En las últimas elecciones legislativas el Gobierno logró más votos que ningún otro partido a nivel nacional. Ello le permitió ampliar la cantidad de legisladores propios y por lo tanto tiene amplia mayoría, junto con sus aliados, en ambas cámaras del Congreso. También le pertenecen la mayoría de las gobernaciones provinciales, las intendencias y los legisladores que se desempeñan en los consejos deliberantes.

Por otra parte, la Presidenta se muestra muy recuperada de sus últimas dolencias, los partes médicos conocidos son auspiciosos y sólo recomiendan la lógica cautela para no caer en una situación de excesivo cansancio que la pueda afectar como a cualquier persona mayor.

Ante este cuadro de fortaleza política han comenzado a escucharse frases y conceptos que vienen a contradecir el panorama mencionado. Lo más curioso es que la mayoría de esas voces pertenecen, casi en su totalidad, a sectores afines al oficialismo.

Un análisis fino de esas expresiones puede servir para sacar alguna conclusión. El ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, dijo que el Gobierno no se va a ir antes de 2015. Y agregó: “Si hay algo que caracteriza a Cristina y a quienes la acompañamos es que estamos dispuestos a dar la pelea”. La pregunta que surge es: ¿qué pelea tiene que dar un Gobierno que asegura que todo marcha de maravillas? Cabe recordar que Randazzo ya se postuló públicamente como candidato a suceder a la señora presidenta.

Agustín Rossi, otro importante funcionario del gabinete nacional, aseguró que la mandataria ejercerá el cargo hasta el último día “porque demostró que tiene el control de las variables económicas”. Las variables económicas las cambia el propio Gobierno casi a diario, y a veces  se contradicen apenas pasadas las 48 horas, según el comentario de los usuarios y de los operadores. En estos días, por ejemplo, la gente no sabe si aceptar la invitación del Gobierno a comprar dólares porque amenazan con quitarle los subsidios. En realidad, los dichos de Rossi parecieron estar más que nada dirigidos a halagar los oídos presidenciales.

El propio Daniel Scioli, gobernador de la principal provincia argentina y el candidato más firme a reemplazar a la primera mandataria, dijo que se está atravesando un momento sensible y pidió “acompañar a nuestra Presidenta por todo el esfuerzo que está haciendo para llevar al país a un gran desarrollo”. ¿Acaso es que en el seno del oficialismo hay alguien que no acompaña a la Presidenta? es la pregunta que cabe hacer. Porque en el juego natural de la democracia ningún gobierno puede pretender que la oposición aplauda cualquier cosa como si fuera parte del oficialismo. Por definición la oposición está para marcar errores y si de embarrar la cancha se trata el peronismo sabe mucho de eso. Por todo lo expuesto, convendría que dentro del Gobierno no se reclame apoyo para Cristina. No le hace bien a ella ni tampoco a la tambaleante economía que, como se sabe, tiene un gran componente de expectativas. El Gobierno está fuerte; que gobierne pues.