La reciente carta presentada por prestigiosos economistas de renombre mundial (entre ellos Joseph Stiglitz y John Roemer) para apoyar la posición argentina ante la ONU, a los efectos de que esta última regule las negociaciones de la deuda soberana, parece adolecer de cierto defecto: una de las firmas que lleva es la de Albert Hirschman, uno de los cientistas sociales más famosos del siglo XX, quien falleciera hace dos años.
Como no faltarán seguramente las voces opositoras que aprovecharán la ocasión para poner el grito en el cielo, nos vemos en la obligación de recordar la reacción de Madame Du Deffand, amiga de Voltaire, ante la extática narrativa del Cardenal de Polignac sobre San Denis, el santo patrón de París. En efecto, el Cardenal le había contado que San Denis luego de haber sido decapitado en el siglo XXIV antes de Kirchner (III a. C. en la vieja terminología), recogió su cabeza y se puso a recorrer varios kilómetros de París con la cabeza bajo el brazo. Cuando, entonces, Madame Du Deffand escuchó esta historia de boca del Cardenal, comentó: “¡Ah Monseñor! ¡Es sólo el primer paso el que cuesta!”.
Ahora bien, las muy tendenciosas notas publicadas sobre el aparente defecto de la carta no solamente pasan por alto la historia del santo patrón de París que acabamos de recordar, sino que además se olvidan de más que comparables y seculares hechos nuestroamericanos. En efecto, la muerte no le había impedido a Chávez probablemente designar funcionarios y sucesores sino incluso hablar con Maduro en estado metempsicótico en la forma de un ave (de hecho, aunque creemos que lo hizo en vida, Chávez viajó en el tiempo para firmar la Declaración de Independencia de Venezuela). Por lo demás, Hirschman bien pudo haber dejado una hoja firmada en blanco por si aparecía eventualmente una causa que valiera la pena luego de su fallecimiento. Después de todo, su familia no desmintió su posibilidad ni tampoco la biblioteca en la cual obran los documentos inéditos de Hirschman.
Y hablando de Hirschman, su libro Exit, Voice, and Loyalty (Salida, voz y lealtad) nos da el pie ideal para tratar el muy interesante artículo publicado en Perfil por el Prof. Guido Croxatto, uno de los afortunados ganadores de la beca Néstor Kirchner, miembro de Justicia Legítima, ex asesor de la Secretaría de DD.HH. de la Nación (en la época de Eduardo Luis Duhalde) y aparentemente actual asesor de la Presidenta de la Nación en materia de política nacional (a juzgar por lo que el autor, v.g., cuenta en otra nota: “Recordarás, Cristina, lo que pienso de Moreno, lo que te escribí desde Alemania lo sostengo punto por punto”). En esta nota, el autor muestra su preocupación por cómo el personalismo hiperpresidencialista pone a la sociedad bajo la dominación demagógica dando lugar entonces a lo que entendemos la historia recordará como el nacimiento del kirchnerismo deliberativista.
Nuestros lectores se imaginarán nuestra curiosidad intelectual acerca de la posición de Croxatto: ¿cómo pensar al kirchnerismo sin la demagogia hiperpresidencialista? ¿No es acaso la noción de kirchnerismo republicano, un kirchnerismo sin Néstor ni Cristina, una contradicción en sus términos, algo así como un contractualismo sin contrato o Hamlet sin el Príncipe, como se suele decir en inglés? ¿No será entonces que Croxatto, retomando a Hirschman, ha decidido salir del movimiento, poniendo en duda de este modo su lealtad? Croxatto, con razón, podría replicar que el Peronismo sin Perón todavía subsiste, quizás más fuerte que nunca. Pero mucho nos tememos que la idea de un peronismo deliberativista tiene problemas estructurales muy similares a los del kirchnerismo deliberativista propuesto por Croxatto. Así y todo, como cuentan (aunque equivocadamente) que dijo Chou en Lai sobre la Revolución Francesa, todavía es algo apresurado para juzgar.
Este artículo fue publicado originalmente en el blog de Andrés Rosler, La Causa de Catón