Un balance positivo

El Día de la Tierra, que se celebrará mañana, es una oportunidad para hacer un balance: ¿cuál es el estado del medioambiente mundial? Nuestra reacción instintiva es pensar que está empeorando. Pero, eso no es solo mayormente incorrecto. También nos impide aprovechar el Día de la Tierra para ayudar a hacer el mayor beneficio posible para que el medioambiente sea aún mejor.

¿Cuál es el problema medioambiental mundial más grande? Uno podría estar tentado a decir que es el calentamiento global. Después de todo, el tema ocupa la mayor parte de los titulares y representa gran parte de las noticias con las que nos encontramos referidas al inexorable e inminente deterioro medioambiental. Pero desde todo punto de vista razonable esto es totalmente erróneo. El más importante es, de hecho, la contaminación del aire interior. Actualmente un tercio del mundo -2.9 mil millones de personas– cocinan y se calientan quemando ramitas y estiércol, que emiten gases mortales.

La Organización Mundial de la Salud estima que la contaminación del aire interior mató a 4,3 millones de personas en 2012. La contaminación interior conduce a accidentes cerebrovasculares, enfermedades cardíacas y cáncer. Tristemente, esto afecta de manera desproporcionada a mujeres y niños. Al incluir el recuento más pequeño de mortalidad por contaminación del aire exterior, la contaminación del aire causa una de cada ocho muertes en el mundo.

Compare estos números con el calentamiento global. El nuevo informe del Panel Climático de la ONU concluye que, “en la actualidad la incidencia mundial de problemas de salud humana debido al cambio climático es relativamente pequeña en comparación con los efectos de otros factores de estrés”. La contaminación del aire no conquista los titulares que ocupa el calentamiento global ya que no es tan sexy. Es anticuada, aburrida, y no capta el mismo nivel de recaudación de fondos que el cambio climático. El calentamiento global es un problema real, pero su amenaza es mucho, mucho menor. Estimaciones de la Organización Mundial de la Salud y otros, muestran que entre 50 y 250 veces más personas mueren por los efectos de la contaminación del aire.

Es por eso que podemos decir con confianza que el medio ambiente está mucho mejor ahora que antes. Medido a partir del, por lejos, más importante indicador medioambiental, la contaminación del aire, el riesgo de muerte se ha reducido drásticamente y consistentemente, tanto en el mundo desarrollado como en el mundo en desarrollo. Con la contaminación del aire exterior rampante en Beijing, que puede parecer sorprendente, nos olvidamos de que la contaminación del aire interior siempre ha sido mucho, mucho más importante. En 1900 casi todas las muertes por contaminación en los países en desarrollo provenían de la contaminación del aire interior -y el riesgo individual de morir por todo tipo de contaminación del aire era más de cinco veces mayor que la actual.

Incluso hoy en día, cuando la contaminación del aire exterior ha aumentado los riesgos de muerte ya sea debido a una mayor población urbana, como a la presencia de más emisiones, los riesgos de muerte por contaminación del aire interior todavía superan a los riesgos de contaminación exterior en 2 a 1, y los riesgos por contaminación interior han estado cayendo mucho más rápido. Esto es esencialmente debido a que cada vez más personas salen de la pobreza y pueden permitirse el lujo de no cocinar con estiércol.

En el mundo rico, también es obvio que la mayoría de los otros indicadores ambientales ha mejorado dramáticamente. Todos los países desarrollados han reducido su contaminación del aire exterior y han logrado manejar gran parte de su contaminación del agua, han aumentado el número y tamaño de las áreas protegidas, a la vez que regularon fuertemente incluso los riesgos pequeños como los pesticidas y otros temores químicos. Gran parte del progreso es, sin duda, debido a la regulación medioambiental, pero el progreso es inconfundible. En el mundo desarrollado, los ríos simplemente ya no se incendian como el río Cuyahoga (Ohio, Estados Unidos), un hecho ocurrido justo antes del primer Día de la Tierra.

La historia es diferente en el mundo en desarrollo. Aunque, en general, el medio ambiente también ha mejorado debido a la drástica disminución de 8 veces en la contaminación del aire interior durante el siglo pasado, la contaminación del aire exterior ha aumentado. Pero esto no hace más que confirmar un hallazgo de larga data según el cual algunos indicadores ambientales tienden a empeorar en primera instancia y luego mejoran con el desarrollo económico. En esencia, los países pobres están compensando el desarrollo económico con la contaminación del aire exterior. Esta prosperidad compra alimentos, educación y vacunas para sus hijos, mientras que la electricidad erradica la contaminación del aire interior. Y a medida que se hacen más ricos, también pueden darse el lujo de acceder a una mayor protección de la naturaleza y a una mayor reducción de la contaminación. En algunos de los países en desarrollo más ricos como Chile y México, la contaminación del aire está disminuyendo.

Pero seguimos sin hacer frente al calentamiento global. Es por eso que muchos mensajes del Día de la Tierra ignorarán la evidencia imperante de progreso y enfatizarán el deterioro y el colapso. La intuición parece ser que un poco de pesimismo adicional ayudará a movilizar más atención para mejorar el medio ambiente. Sin embargo, la emisión de mensajes estridente simplemente refuerza el pánico, lo que obstaculiza nuestra capacidad para tomar decisiones inteligentes. Para hacer frente al problema ambiental más importante del mundo referido a la contaminación del aire interior, tenemos que ayudar a los 1,2 mil millones de personas en el mundo atrapados en la pobreza extrema. En poco más de tres décadas, China ha sacado a 680 millones de personas de la pobreza, más que nunca antes en la historia humana. Ellos no lo hicieron mediante paneles solares ambientalmente populares o turbinas eólicas, sino a través de un aumento dramático en el acceso a la energía moderna, sobre todo impulsada por el carbón.

Asimismo, el pánico sólo trae políticas costosas e ineficientes para el calentamiento global, como la solar y la eólica. Estas cuestan $ 60 mil millones en subsidios, pero sólo proporcionan un tercio del uno por ciento de la energía mundial. Incluso con políticas muy optimistas proporcionarán sólo el 3,5% en el plazo de una generación.En lugar de ello, debemos invertir muchos más recursos en los investigadores para lograr innovar las próximas generaciones de energía verde. Si finalmente podemos hacer que las tecnologías verdes sean más baratas que los combustibles fósiles, todo el mundo va a cambiar a ellas. Esto significa emisiones de carbono drásticamente más bajas al tiempo que se proporciona energía que posibilita el desarrollo a miles de millones de pobres.

Este Día de la Tierra, deberíamos celebrar el éxito que hemos obtenido hasta ahora y tener en cuenta que, en general, hemos resuelto más problemas de los que hemos creado. En lugar de ceder al pánico, debemos establecer correctamente nuestras prioridades.