El suburbio de Alajo, en la ciudad capital de Ghana, Accra, está muy alejado de los hoteles de lujo de París. Pero los burócratas y los políticos aquí en Francia están negociando un tratado sobre el clima para “ayudar a los más pobres del mundo”, incluyendo miles de millones de dólares en garantías de ayuda climática a las naciones en desarrollo.
He argumentado en mis artículos que este tipo de ayuda no es lo que se quiere. He señalado una encuesta mundial masiva de 8 millones de personas mostrando que la gente en los países más pobres del mundo clasifica la política climática en último lugar, detrás de otras prioridades políticas.
Pero para entender mejor por qué es esto —y para dar voz a aquellos a quienes los activistas climáticos dicen representar— el Copenhagen Consensus entrevistó a personas de todo el mundo. Una de ellas fue Esther Gyan, viuda y madre de ocho hijos, de 46 años de edad, que vive en Alajo.
Alajo es un suburbio pobre densamente poblado. Las paredes de las viviendas están hechas de barro, madera no tratada y tejas de zinc. Hay un desagüe deficiente que crea inundaciones. Continuar leyendo