Lo más alarmante del alarmismo climático

Es un hecho indiscutible que las emisiones de carbono están aumentando, y más rápido de lo que la mayoría de los científicos predijeron. Pero muchos alarmistas del cambio climático parecen afirmar que todo el cambio climático es peor de lo esperado. Esto ignora que muchos de los datos son, en realidad, alentadores.

Hechos como éste son importantes debido a que enfocarse unilateralmente en las historias más desfavorables es un mal cimiento para establecer políticas acertadas. Sí, el hielo del mar Ártico se está derritiendo más rápido de lo que los modelos esperaban. Pero los modelos también predijeron que el hielo del mar Antártico disminuiría, sin embargo, va en aumento. Sí, los niveles del mar están subiendo, pero el aumento no se está acelerando, en todo caso, dos recientes trabajos han demostrado una pequeña disminución en la tasa de aumento del nivel del mar.

A menudo se nos dice que estamos viendo más y más sequías, pero un estudio publicado en la revista Nature en realidad muestra una disminución de la superficie del mundo que ha sido afectada por sequías desde 1982.

Los huracanes se utilizan del mismo modo. Si analizamos a los EEUU, donde tenemos las mejores estadísticas, los costos por los daños de los huracanes están aumentando, pero sólo porque hay más gente, con propiedades más costosas, que viven cerca de las costas. Si nos ajustamos a la población y a la riqueza, el daño por huracanes durante el período 1900-2013 se redujo ligeramente.

En la conferencia climática de la ONU en Lima, Perú, en diciembre, se les dijo a los asistentes que sus países deberían reducir sus emisiones de carbono para evitar futuros daños por tormentas, como el tifón Hagupit que azotó Filipinas durante la conferencia, matando al menos a 21 personas y obligando a más de un millón a acudir a refugios. Sin embargo, la tendencia de los tifones que tocan tierra alrededor de las Filipinas en realidad ha disminuido desde 1950, según un estudio publicado en 2012 por el Journal of Climate de la Sociedad Americana de Meteorología. Una vez más, se nos dice que las cosas están peor que nunca, pero los hechos no respaldan esto.

Esto es importante porque si queremos ayudar a las personas pobres que están más amenazadas por los desastres naturales, tenemos que reconocer que no se trata tanto de reducir las emisiones de carbono, sino de sacarlos de la pobreza.

La mejor manera de evaluar esto es examinar las muertes en el mundo por desastres naturales a lo largo del tiempo. En la base de datos de la Universidad de Oxford sobre las tasas de mortalidad por inundaciones, temperaturas extremas, sequías y tormentas, el promedio en la primera parte del siglo pasado fue de más de 13 muertos al año por cada 100.000 personas. Desde entonces, las tasas de mortalidad han disminuido un 97% a un nuevo mínimo en la década de 2010 de 0,38 por cada 100.000 personas.

La dramática disminución se debe principalmente al desarrollo económico que ayuda a las naciones a resistir las catástrofes. Si eres rico como la Florida, un gran huracán podría causar mucho daño a los edificios caros, pero mata a pocas personas y causa una mella temporal en la producción económica. Si un huracán semejante golpea a un país pobre como Filipinas o Guatemala, mata a muchos más y puede devastar la economía.

En resumen, el cambio climático no es peor de lo que pensábamos. Algunos indicadores son peores, pero algunos son mejores. Eso no significa que el calentamiento global no es una realidad o no es un problema. Definitivamente lo es. Pero el cuento que el clima mundial está cambiando de mal a peor es alarmismo inútil, que nos impide centrarnos en soluciones inteligentes.

Un ambientalista bien intencionado podría argumentar que, puesto que el cambio climático es una realidad, por qué no reforzar la retórica y centrarse en las malas noticias para asegurarse de que el público entienda su importancia. Pero, ¿no es eso lo que se ha hecho durante los últimos 20 años? El público ha sido bombardeado con titulares dramáticos y fotos apocalípticas del cambio climático y sus consecuencias. Sin embargo, a pesar de interminables sucesiones de cumbres del clima, las emisiones de carbono continúan aumentando, sobre todo en países de rápido desarrollo como la India, China y muchos países africanos.

El alarmismo ha alentado la búsqueda de una política climática unilateral consistente en tratar de reducir las emisiones de carbono mediante la subvención de los parques eólicos y los paneles solares. Sin embargo, hoy en día, según la Agencia Internacional de Energía, sólo alrededor del 0,4% del consumo mundial de energía proviene de la energía solar fotovoltaica y las turbinas de viento. E incluso, con suposiciones excepcionalmente optimistas sobre el futuro despliegue de la energía eólica y solar, la AIE prevé que estas formas de energía proporcionarán un minúsculo 2,2% de la energía mundial en 2040.

En otras palabras, por lo menos durante las próximas dos décadas, la energía solar y la energía eólica son simplemente medidas costosas, para la tranquilidad de conciencia, que tendrán un impacto climático imperceptible. En su lugar, debemos centrarnos en la inversión en investigación y desarrollo de la energía verde, incluyendo la nueva tecnología de baterías para almacenar y descargar energía solar y eólica y reducir sus costos. También necesitamos invertir y promover el crecimiento en las naciones más pobres del mundo, que son las que más sufren por los desastres naturales.

A pesar de los agoreros del cambio climático, necesitamos urgentemente equilibrio si vamos a tomar decisiones sensatas y elegir la política climática adecuada que puede ayudar a la humanidad lenta e inevitablemente a adaptarse al cambio climático.

Un balance positivo

El Día de la Tierra, que se celebrará mañana, es una oportunidad para hacer un balance: ¿cuál es el estado del medioambiente mundial? Nuestra reacción instintiva es pensar que está empeorando. Pero, eso no es solo mayormente incorrecto. También nos impide aprovechar el Día de la Tierra para ayudar a hacer el mayor beneficio posible para que el medioambiente sea aún mejor.

¿Cuál es el problema medioambiental mundial más grande? Uno podría estar tentado a decir que es el calentamiento global. Después de todo, el tema ocupa la mayor parte de los titulares y representa gran parte de las noticias con las que nos encontramos referidas al inexorable e inminente deterioro medioambiental. Pero desde todo punto de vista razonable esto es totalmente erróneo. El más importante es, de hecho, la contaminación del aire interior. Actualmente un tercio del mundo -2.9 mil millones de personas– cocinan y se calientan quemando ramitas y estiércol, que emiten gases mortales.

La Organización Mundial de la Salud estima que la contaminación del aire interior mató a 4,3 millones de personas en 2012. La contaminación interior conduce a accidentes cerebrovasculares, enfermedades cardíacas y cáncer. Tristemente, esto afecta de manera desproporcionada a mujeres y niños. Al incluir el recuento más pequeño de mortalidad por contaminación del aire exterior, la contaminación del aire causa una de cada ocho muertes en el mundo.

Compare estos números con el calentamiento global. El nuevo informe del Panel Climático de la ONU concluye que, “en la actualidad la incidencia mundial de problemas de salud humana debido al cambio climático es relativamente pequeña en comparación con los efectos de otros factores de estrés”. La contaminación del aire no conquista los titulares que ocupa el calentamiento global ya que no es tan sexy. Es anticuada, aburrida, y no capta el mismo nivel de recaudación de fondos que el cambio climático. El calentamiento global es un problema real, pero su amenaza es mucho, mucho menor. Estimaciones de la Organización Mundial de la Salud y otros, muestran que entre 50 y 250 veces más personas mueren por los efectos de la contaminación del aire.

Es por eso que podemos decir con confianza que el medio ambiente está mucho mejor ahora que antes. Medido a partir del, por lejos, más importante indicador medioambiental, la contaminación del aire, el riesgo de muerte se ha reducido drásticamente y consistentemente, tanto en el mundo desarrollado como en el mundo en desarrollo. Con la contaminación del aire exterior rampante en Beijing, que puede parecer sorprendente, nos olvidamos de que la contaminación del aire interior siempre ha sido mucho, mucho más importante. En 1900 casi todas las muertes por contaminación en los países en desarrollo provenían de la contaminación del aire interior -y el riesgo individual de morir por todo tipo de contaminación del aire era más de cinco veces mayor que la actual.

Incluso hoy en día, cuando la contaminación del aire exterior ha aumentado los riesgos de muerte ya sea debido a una mayor población urbana, como a la presencia de más emisiones, los riesgos de muerte por contaminación del aire interior todavía superan a los riesgos de contaminación exterior en 2 a 1, y los riesgos por contaminación interior han estado cayendo mucho más rápido. Esto es esencialmente debido a que cada vez más personas salen de la pobreza y pueden permitirse el lujo de no cocinar con estiércol.

En el mundo rico, también es obvio que la mayoría de los otros indicadores ambientales ha mejorado dramáticamente. Todos los países desarrollados han reducido su contaminación del aire exterior y han logrado manejar gran parte de su contaminación del agua, han aumentado el número y tamaño de las áreas protegidas, a la vez que regularon fuertemente incluso los riesgos pequeños como los pesticidas y otros temores químicos. Gran parte del progreso es, sin duda, debido a la regulación medioambiental, pero el progreso es inconfundible. En el mundo desarrollado, los ríos simplemente ya no se incendian como el río Cuyahoga (Ohio, Estados Unidos), un hecho ocurrido justo antes del primer Día de la Tierra.

La historia es diferente en el mundo en desarrollo. Aunque, en general, el medio ambiente también ha mejorado debido a la drástica disminución de 8 veces en la contaminación del aire interior durante el siglo pasado, la contaminación del aire exterior ha aumentado. Pero esto no hace más que confirmar un hallazgo de larga data según el cual algunos indicadores ambientales tienden a empeorar en primera instancia y luego mejoran con el desarrollo económico. En esencia, los países pobres están compensando el desarrollo económico con la contaminación del aire exterior. Esta prosperidad compra alimentos, educación y vacunas para sus hijos, mientras que la electricidad erradica la contaminación del aire interior. Y a medida que se hacen más ricos, también pueden darse el lujo de acceder a una mayor protección de la naturaleza y a una mayor reducción de la contaminación. En algunos de los países en desarrollo más ricos como Chile y México, la contaminación del aire está disminuyendo.

Pero seguimos sin hacer frente al calentamiento global. Es por eso que muchos mensajes del Día de la Tierra ignorarán la evidencia imperante de progreso y enfatizarán el deterioro y el colapso. La intuición parece ser que un poco de pesimismo adicional ayudará a movilizar más atención para mejorar el medio ambiente. Sin embargo, la emisión de mensajes estridente simplemente refuerza el pánico, lo que obstaculiza nuestra capacidad para tomar decisiones inteligentes. Para hacer frente al problema ambiental más importante del mundo referido a la contaminación del aire interior, tenemos que ayudar a los 1,2 mil millones de personas en el mundo atrapados en la pobreza extrema. En poco más de tres décadas, China ha sacado a 680 millones de personas de la pobreza, más que nunca antes en la historia humana. Ellos no lo hicieron mediante paneles solares ambientalmente populares o turbinas eólicas, sino a través de un aumento dramático en el acceso a la energía moderna, sobre todo impulsada por el carbón.

Asimismo, el pánico sólo trae políticas costosas e ineficientes para el calentamiento global, como la solar y la eólica. Estas cuestan $ 60 mil millones en subsidios, pero sólo proporcionan un tercio del uno por ciento de la energía mundial. Incluso con políticas muy optimistas proporcionarán sólo el 3,5% en el plazo de una generación.En lugar de ello, debemos invertir muchos más recursos en los investigadores para lograr innovar las próximas generaciones de energía verde. Si finalmente podemos hacer que las tecnologías verdes sean más baratas que los combustibles fósiles, todo el mundo va a cambiar a ellas. Esto significa emisiones de carbono drásticamente más bajas al tiempo que se proporciona energía que posibilita el desarrollo a miles de millones de pobres.

Este Día de la Tierra, deberíamos celebrar el éxito que hemos obtenido hasta ahora y tener en cuenta que, en general, hemos resuelto más problemas de los que hemos creado. En lugar de ceder al pánico, debemos establecer correctamente nuestras prioridades.