Barack Obama viajará a Cuba. Su visita es más importante que la de los papas. Obama es la persona más popular en Cuba. En la isla, después de cincuenta y ocho años de comunismo, no quedan muchos católicos, y apenas hay marxistas, pero existen millones de personas delirantemente pronorteamericanas.
¿Servirá la visita de Barack Obama para acortar la vida de la dictadura? Los cubanos no lo creen y continúan huyendo del país por cualquier vía. Obama, a estas alturas, tampoco lo cree. Ha advertido que nadie debe hacerse ilusiones con el régimen castrista. Es una dinastía militar tercamente estalinista. A lo mejor, dentro de muchos años, el comercio ablanda al régimen y, poco a poco, surgen vestigios de democracia, pero no hay la menor garantía de que eso suceda. Casi todos los ejemplos demuestran lo contrario.
La Constitución especifica que el comunismo es irreversible y que el país está condenado a la dirección eterna del Partido Comunista. Se lo acaba de reiterar Granma al presidente Obama en un editorial terminante. Seguramente, el próximo congreso del partido, anunciado para mediados de abril, ratificará ese rumbo siniestro.
El sistema no tiene cura. Es como el que nace bobo, enano o cabezón. No existen los ex bobos o los ex enanos, y no se conoce la existencia de ex cabezones. Así serán hasta que mueran. Han abierto un mínimo espacio económico, pero muy vigilado y sin otro objeto que apoyar al capitalismo militar de Estado diseñado por Fidel y Raúl Castro. Continuar leyendo