YouTube salpica sangre en estos días. Los videos tienen una audiencia tan numerosa como horrorizada.
Me refiero a las crueles decapitaciones de los periodistas norteamericanos Steven Sotloff y James Foley, presumiblemente a manos de educados árabes de cultura y formación inglesas, y las filmaciones de las matanzas masivas de prisioneros que son ejecutados con disparos en la cabeza, administrados sin el menor dramatismo por asesinos vinculados al califato islámico.
Estas imágenes estremecedoras suelen provocar dos preguntas entre los espectadores. Continuar leyendo