La vía china hacia el fracaso

China ha devaluado su moneda varias veces. Es una medida de crisis que tiene aspectos muy negativos. Por ejemplo, la caída del valor de las propiedades chinas. El mayor millonario chino ya perdió once mil millones de dólares en la bolsa a causa de esa prestidigitación. Devaluar es una forma instantánea de destruir capital.

¿Por qué China lo ha hecho? Sus exportaciones han bajado un 8 % en un año y desea repotenciarlas. Es difícil que lo logre de manera sostenida por ese procedimiento. Los países que habían restringido sus importaciones no van a reanudarlas porque sean un poco más baratas. Las redujeron, como sucede con Brasil y los exportadores de petróleo, por el descenso del precio de las materias primas. Carecen de tantos recursos como en el pasado para adquirirlas.

Es una ingenuidad creer que se puede crecer indefinidamente al 10 % anual. Japón, que lo hizo durante 25 años, logró construir una de las sociedades más prósperas de la historia, al extremo de que los futurólogos vaticinaban que el siglo XXI sería japonés, pero desde hace muchos años su economía se estancó. No obstante, en el camino creó unas vastas clases medias y un aparato productivo capaz de generar casi pleno empleo. En medio del enfriamiento de su economía cuenta con un PIB per cápita anual de 37.800 dólares medido en poder adquisitivo. El mismo de Inglaterra. Continuar leyendo

La psicopatología de los censores

N. de E.: Reproducimos aquí el discurso brindado por Carlos Alberto Montaner ante la Sociedad Interamericana de Prensa (Miami) el pasado 30 de noviembre y que llevara como subtítulo “Radiografía latinoamericana: la libertad de prensa y la democracia”.

En memoria de Agustín Alles, buen periodista y buen amigo

En foros como éste, generalmente, y es una labor muy útil, se suele hacer una descripción detallada de cuáles son los peligros que acechan a la libertad de prensa, quiénes son sus más encarnizados enemigos y cuáles son las deplorables acciones que realizan.

No obstante, voy a acercarme al fenómeno desde una perspectiva diferente: ¿por qué sucede? Es decir ¿por qué hay gobernantes que requieren del aplauso absoluto de la sociedad?  ¿Por qué hay personas que necesitan silenciar a sus opositores y construir un mundo irreal de apoyos, como aquellas “aldeas Potemkin” que se construían en Crimea para persuadir a la implacable zarina y a quienes visitaban a Rusia de que en el enorme país se vivía una realidad espléndida y próspera? ¿Por qué estos gobernantes dedican enormes recursos a la innoble tarea de edificar sociedades corales que repitan mecánicamente el discurso oficial? Y con el objeto de lograr esa conducta de los asustados ciudadanos, convertidos en súbditos obedientes, ¿están dispuestos a crear estados policíacos dedicados a vigilar y confirmar que todos suscriban las mismas ideas y a castigar a los que se desvíen del guión obligatorio? ¿Por qué el gobierno de Cuba, y en menor escala (todavía) los de Venezuela y Nicaragua, impiden las manifestaciones de los opositores y las enfrentan con actos de repudio orquestadas por la policía política para acallar las voces de protesta, como si la unanimidad fuera un comportamiento normal, cuando sucede exactamente lo contrario?

¿Por qué se presentan los actos de repudio, esos pogromos modernos, como si fueran expresiones espontáneas de la sociedad ofendida por los disidentes, cuando todo el mundo sabe que se trata de manifestaciones de odio organizadas y dirigidas por el grupo dominante para aplastar o silenciar la inconformidad de ciertas personas y, de alguna manera, para ratificar el supuesto apoyo mayoritario que tienen el líder supremo y su gobierno? ¿Por qué hay gobernantes que necesitan tener razón siempre, y, cuando no la tienen, ocultan la realidad, deforman los hechos y convierten la divulgación de la información que los contradice en un delito de lesa patria? ¿Quién puede creer en la neurótica uniformidad de Corea del Norte? ¿No se ha visto, tras la caída de todas las dictaduras, las de derecha e izquierda, que esos regímenes monolíticos, empeñados en mostrar panoramas sociales y políticos uniformes, son pura coreografía dirigida por los comisarios políticos? En definitiva: ¿por qué ocurre este comportamiento anómalo?

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