El gobierno de la presidente Cristina Fernández ha completado un círculo perfecto de infalibilidad. Como un espejo de lo que Mariano Recalde dijo luego del acto de La Cámpora y Máximo Kirchner en Argentinos Juniors, cuando el presidente de Aerolíneas dijo que no se podía vencer al kirchnerismo sin ganarle a Cristina, completando un perfecto silogismo de victoria (premisa mayor: Cristina es la única referente del kirchnerismo; premisa menor: Cristina no puede presentarse a las elecciones; conclusión: el kirchnerismo es invencible) ahora el oficialismo sugiere la existencia de un plan diabólico para destruir a la Argentina, diseñado en el seno del Imperio Norteamericano, lo que torna de paso explicables los insoslayables problemas por los que atraviesa la economía del país que están haciendo mella en el nivel de vida de todos los argentinos.
De esta forma el Gobierno siempre sale bien parado: si las cosas van bien, porque por supuesto los resultados estarán a la vista de que todo es consecuencia de sus aciertos; y si van mal (como es el caso) sería la confirmación de que el programa es tan exitoso y tan revolucionario que los problemas que hay no son otra cosa que la manifestación de la existencia de intereses que se están afectando y que, como consecuencia de los planes que estos enemigos de la patria implementan para defenderse, hay dificultades. Es decir, nunca soy responsable de nada. Es extraordinario.
Ahora, luego de que el último buitre hiciera su jugada (American Airlines restringiendo la venta de boletos a más de 90 días) la Presidente salió a revelar un plan maestro de cinco puntos que aparentemente habría conocido a través del ex secretario de Comercio del segundo gobierno de Bush, Carlos Gutiérrez, que forma parte del estudio de la ex funcionaria Madeleine Albright, y que plantea que la estrategia de los fondos buitre con Argentina se basaría en lo siguiente:
1. Esmerilar y desgastar la figura de la Presidenta de la Nación, con ataques permanentes desde el punto de vista mediático y denuncias sistemáticas en diversos lugares de Estados Unidos y a nivel internacional.
2. Propiciar ola de rumores para generar inestabilidad económica, impulsando ataques especulativos para minar la credibilidad y confianza en el Gobierno, sobre todo con la variación del tipo de cambio marginal o “blue”, que constituye un mercado ilegal promovido por cuevas financieras auspiciadas en forma indirecta por los bancos.
3. Establecer una política agresiva en el mercado financiero internacional para impedir el acceso de la República Argentina a financiamiento en el mercado de capitales, tanto del sector público como del sector privado, con el objeto de asfixiar al Gobierno e impedir a las empresas acceder a líneas de crédito.
4. Propiciar una estrategia para ganar tiempo y lograr un acuerdo favorable a los intereses de los fondos buitre en el año 2016 con un nuevo gobierno, admitiendo los deseos de que efectivamente un gobierno afín a sus intereses pueda gobernar el país a partir del 10 de diciembre de 2015.
5. Contratar periodistas, medios de comunicación en Argentina y otros países para atacar al Gobierno y financiar, directa o indirectamente, a políticos y sindicalistas de la oposición para esmerilar al gobierno y provocar acciones de desgaste permanente.
Como se ve el “Plan Buitre” está redactado en coloquialismos muy argentinos, como el uso del término “esmerilar”, “blue”, “cuevas”, “fondos buitre” (resultaría increíble que los fondos buitre se llamen a sí mismos “fondos buitre”) con lo que uno no sabe muy bien si tomarse esto como un enorme chiste de mal gusto y de baja calidad o si preocuparse y confirmar que el Gobierno está dispuesto a hacer cualquier cosa para terminar con la libertad de expresión.
El hecho de que la propia Cristina Fernández se haya hecho eco de este “plan” en su Twitter oficial, llamando a la gente a que preste atención a los “puntos 1 y 2” como si realmente hubiera tenido acceso a un documento secreto que hace las veces de Acta Constitutiva de la Conspiración, es también poco serio y coloca a la Argentina en el escenario internacional al borde de la risa y el papelón.
Resultaría francamente increíble que los enemigos que quieren destruir al país tomen una hoja de papel y escriban, en negro sobre blanco, los pasos a seguir para derrumbar a este Quijote de la Justicia Social Universal. Nadie puede creer semejante fábula.
Otra de las estrategias del Gobierno podría consistir en darle formato de “plan” a cuestiones que ya ocurren en la realidad (provocadas por las propias impericias profesionales del ¿equipo? económico) para, justamente, deslindar la responsabilidad y atribuir las consecuencias a un designio maléfico.
Así, por ejemplo, se sabe que en otros casos de países deudores con presidentes que tenían fortunas dudosas, los holdouts iniciaron investigaciones judiciales sobre esas riquezas para intentar demostrar que habían sido hechas mediante el aprovechamiento de recursos públicos. Si eso llegara a ocurrir con la Argentina, inmediatamente se diría que se trata de la puesta en marcha del punto 1 del plan.
Respecto de lo que está ocurriendo con la cotización del dólar libre se dirá que es la ejecución del punto 2. El hecho de que la Argentina no pueda conseguir un peso de crédito, no sería el resultado del desdén con que históricamente el kirchnerismo trató a los mercados internacionales y de los serios desequilibrios que la política económica ha provocado, sino la implementación del punto 3 del plan.
El eventual arreglo que un futuro Presidente logre en el tema de la deuda no sería una negociación racional y conveniente para la Argentina sino el fruto del punto 4 del plan, con lo que el próximo Gobierno sería un agente más de los buitres.
Y finalmente los comentarios, noticias e ideas que se contrapongan con las posturas del oficialismo no serían el ejercicio de la libertad de expresión sino la manifestación pecuniaria de la ejecución del punto 5.
Más allá de los serios problemas que tenemos, estas aristas nos van acercando cada vez más a un escenario venezolano de la realidad; a un decorado que la platea mundial observa disimulando la risa. Mientras Maduro habla con los pájaros y denuncia un plan para desatar una guerra biológica en Venezuela, la Sra. de Kirchner tuitea planes de “esmerilización”, protagonizados por “cuevas” y supuestamente plasmados en un documentado que huele más a estar redactado en un bar de San Telmo que en una logia secreta de Wall Street.
Es imperioso que la sociedad reclame sensatez. El Gobierno podrá tener la ilusión de engañar con éstos cuentos, pero si la sociedad es seria y a su vez reclama seriedad, finalmente obligará a los funcionarios a decir la verdad y a dejar de fabricar excusas permanentes para justificar el enorme fracaso de sus políticas. La Argentina no puede transformarse en la excepción a aquella regla que muchos le atribuyen al presidente Lincoln: “Uno puede engañar a algunos todo el tiempo o a todos algún tiempo; pero no puede engañar a todos todo el tiempo”.