Los confines del asombro parecen no tener límites. Es la sensación que uno siente cuando habla la Presidente. Es obvio que alguien está muy equivocado en la Argentina. Y la cosa va quedando cada vez más clara: es ella o nosotros. Las dos visiones de la Argentina y del mundo no pueden ser tan opuestas y al mismo tiempo verdaderas ambas. Una de las dos es una ilusión óptica y la otra, aunque no la verdad revelada, una aproximación mucho más verosímil a la realidad.
La señora Cristina de Kirchner, ayer, en Misiones, avanzó al punto de decir -ni sugerir, ni insinuar, decir- que los medios informativos esconden a propósito las noticias internacionales para evitar que la gente se de cuenta del país maravilloso en el que está viviendo… Si, si, así como lo leen: que la prensa oculta lo de afuera para que no podamos medir la genialidad que tenemos aquí…
El país que incrementó en 60% en los últimos diez años su población en villas miseria; el país que no tiene agua potable en una provincia que nada en agua como Formosa; el país en donde cada vez hay mas chicos que no estudian ni trabajan; el país en donde la desidia, la apatía y la abulia se ha instalado en millones de mantenidos a fuerza de planes estatales miserables; el país que ha caído al sexto lugar regional en recibir inversión extranjera; el país que era exportador de energía y que ahora la debe importar a razón de 13 mil millones de dólares; el país que podría alimentar a 400 millones de personas pero en donde los chicos se mueren por desnutrición; el país que vive bajo el cepo cambiario; el país que -por ese mismo motivo- prohíbe el ahorro y que está a punto de levantar barreras aun más altas para ejercer el derecho constitucional de salir del territorio, convirtiendo por lo tanto a ese derecho en una prerrogativa de privilegiados como los funcionarios o los ricos; el país que hace 10 años vive bajo emergencia económica declarada por ley; el país que ha tenido conflictos con prácticamente todo el mundo, que está a punto de caer en default nuevamente; el país que debe mentir sus estadísticas oficiales para no admitir que la inflación llega al 30% anual; el país que financia sus gastos con la plata futura de los jubilados; el país que quebró su Banco Central; el país donde no es seguro salir simplemente a la calle; ese país, la señora de Kirchner dice que es “maravilloso” y que es la maldad de la prensa la que no quiere admitirlo al punto de ocultar las espantosas noticias internacionales para evitar que la gente compare la joya que tiene en casa. Es lisa y llanamente increíble…
Pero hay más. La Presidente lamentó que el presupuesto no fuera aprobado por unanimidad y reprendió a la oposición por votar en contra; por tener una idea del arreglo económico-financiero de la Nación distinto al de ella.
Se trata de una reconfirmación de la cosmovisión totalitaria que tiene la presidente del poder. Cristina dijo que hay “cosas que no podemos seguir discutiendo porque tenemos la obligación de ponernos de acuerdo…” ¿Ponernos de acuerdo en que la inflación es inferior al 10% , señora Presidente?, ¿ponernos de acuerdo en que vamos a crecer a más del 6% o que fue cierto acaso el crecimiento del último lustro que su gobierno dibujó?, ¿en eso quiere que nos pongamos de acuerdo? ¡¿Pero con qué cara los legisladores que saben que todo eso no es más que una sarta de mentiras levantarían la mano para darle el gusto a usted!?
La Presidente encomiando su gestión dijo que “todo lo que hicieron” lo hicieron teniendo “un poder y medio”, en una queja directa por no disponer -según ella- de una mitad del Congreso y de la Justicia. ¿Pero qué esta sugiriendo?, ¿tener la suma del poder público que la Constitución prohíbe en su artículo 29?, ¿acaso se esta inculpando sola del delito de “infame traidora a la Patria”?, ¿o está sugiriendo, tal vez, que una verdadera evolución de Derecho consistiría en volver a los poderes reales absolutos de la Edad Media?
La psicología ha estudiado los casos de delirios como aquellos en donde las personas creen vivir una realidad ajena a la real. Las víctimas de este mal viven en una burbuja delirante que los convence de que las cosas son como ellos las ven. La patología puede ser espasmódica o durar lapsos más largos. Pero en todos los casos existe un convencimiento de que lo que se cree como real, es real. En ese sentido, el delirante se diferencia del cínico que sabe a ciencia cierta que lo que dice es mentira pero que lo sostiene contra viento y marea para lograr lo que se propone, incluyendo la caída en contradicciones groseras y evidentes que luego aceptará o negará según también le convenga.
Ambos casos son gravísimos porque suponen la toma de decisiones sobre parámetros falsos. Y la salida de ese pantano debe ser más o menos rápida para no profundizar las descabelladas consecuencias que traería aparejada su continuidad.
Que la Presidente diga seriamente que esperaba la aprobación unánime del presupuesto y que manifieste su descontento porque las distintas corrientes representadas en el Congreso hayan tenido la peregrina idea de oponérsele habla de un ensoberbecimiento con el poder francamente peligroso. Que la señora de Kirchner realmente crea que los noticieros de los medios ocultan lo que ocurre en el exterior para evitar que la gente lo compare con las maravillas internas, habla de paranoia enfermiza y que veladamente proponga la unificación de los tres poderes en uno solo es directamente un acto revolucionario contrario a la Constitución, al Estado de Derecho y a la institucionalidad democrática.
La Argentina vive tironeada por dos mundos. En uno de ellos la Presidente cree estar al frente de uno de los países más felices y mejor realizados de la tierra. En el otro, la realidad de la escasez, la desigualdad, la ignorancia, la abulia y la ausencia del Derecho dan forma a una Argentina que no tiene nada que ver con aquella que el mundo parecía venerar hace tan sólo un siglo.