Fin de año agitado: entre amotinamientos de policías que ganan miseria, gobernantes que gastan más tiempo en pelearse entre ellos que en resolver problemas y cortes de energía al parecer no programados, los argentinos vamos de la indignación al asombro.
Pero cuando esta mañana tomé el subte, mis emociones –negativas- se concentraron en la última idea del Jefe de Gobierno de la Ciudad: que los porteños que vivimos en edificios de más de 6 pisos –se me ocurre que debemos ser unos cuantos, sobre todo considerando el boom de construcción de los últimos años- nos aseguremos nuestro propio suministro de energía.
Así es. Mauricio Macri anunció que presentará un proyecto de ley para que los edificios de más de 6 pisos cuenten con un grupo electrógeno para garantizar agua y ascensor. Generoso, el jefe de Gobierno previó también créditos del Banco Ciudad para que los consorcios puedan afrontar el gasto que su iniciativa les acarreará.
Esto me hace acordar a los abogados zaffaronistas que culpan a la víctima por haberse resistido. Los usuarios que padecemos las consecuencias de la mala política energética de este Gobierno –consecuencias profetizadas desde hace años- somos los culpables de nuestra miserable situación: de tener que vaciar heladeras y tirar a la basura la compra del mes, mudarnos a casa de papá y mamá o de amigos para poder ducharnos y dormir sin desmayarnos, y llamar incansable e inútilmente a las empresas de no-servicios.
Ahora, gracias a la iniciativa de gente que toma medidas a costa del bolsillo de los demás, podremos hacer una vaquita en el consorcio y terminar con esta odisea. ¿A quién no le gusta pagar expensas extraordinarias?
¿Y qué tendrá que ver esto con el subte?, se preguntarán algunos. Es que se me ocurre que ya que el Jefe de Gobierno de la Ciudad está interesado en que los porteños pasemos un mejor verano, ¿por qué no le exige a la concesionaria del subte que ponga YA aire acondicionado en TODAS la líneas y en TODOS los vagones? Si quiere, que ofrezca créditos blandos también para eso. Están en eso, ya sé, pero con una demora injustificada.
No soy usuaria habitual del subte no porque no quiera sino porque de mi casa al trabajo lamentablemente no tengo ninguna línea y creo que me cansaré de esperar que construyan una, aunque buena falta hace. Pero cada vez que tengo que ir al centro, me compadezco de los pobres vecinos que lo toman todos los días. Más aun, me pregunto ¿cómo sobreviven a semejante trance?
Si hace calor afuera, bajo tierra es el infierno. No sólo por las deficiencias de ventilación y la falta de aire en muchos vagones, sino por la densidad de pasajeros por metro cuadrado.
¿En qué cabeza cabe que se puede extender un subte 2, 3, 4 estaciones, sin aumentar la frecuencia? Y claro que no estoy criticando que se hayan abierto nuevas estaciones. Todo lo contrario. Pero sumar barrios enteros al servicio y no incrementar la frecuencia es inhumano. La gente viaja literalmente enlatada, y en hora pico hay que dejar pasar varios trenes antes de poder subir a uno.
Entonces me pregunto por qué los funcionarios no se hacen cargo de su responsabilidad en vez de pergeñar ideas para que la gente solvente su ineficiencia. Los errores de gestión y la desidia de las autoridades la tenemos que pagar nosotros.
Me resulta además sospechosa esta actitud tan solícita de buscarle soluciones no a la gente sino al Gobierno nacional.
¿No es bastante con que éste no brinde seguridad pública, y los vecinos deban gastar en alarmas, rejas, vigilancia y -triste y peligrosamente- también en armas?
¿No basta con que estén dejando colapsar la educación pública y los padres opten por los colegios privados?
¿No basta con que el transporte sea catastrófico y haya que pagar un plus para viajar en combis?
¿No basta con la crisis del hospital público y el desmanejo de las obras sociales que empuja a la gente hacia las prepagas y hace de la salud un negocio?
No. Ahora cada cual deberá también proveerse su propia fuente de energía.