Una vez más nos enfrentamos con la realidad de casos de violencia entre niños y jóvenes que esta vez termina con la vida de una chica de 17 años en Junín, y con otra niña de 8 años internada por una golpiza en Hudson. No importa el lugar o el tiempo porque esta es una escena recurrente de nuestras escuelas, nuestras calles y barrios. Allí confluyen la intolerancia, el desprecio hacia el otro y la discriminación. En estos hechos de violencia hay no solamente un acto de agresión brutal y repudiable como el de estos días, sino también omisión por parte de muchos otros jóvenes que miran como testigos activos lo que acontece. El carácter ordinario, encadenado y estructural que tiene la violencia para niños y adolescentes, hace que resuelvan sus conflictos interpersonales y grupales por medios violentos. Muchas veces ante la pasividad de los adultos y de sus familias que no saben o no pueden abordar el problema, o en otros casos son parte de la cadena de violencia. Entonces estamos frente a un emergente social que nos pone en alerta.
Es cierto que la Ley nacional 26.892 para la Promoción de la Convivencia y el Abordaje de la Conflictividad Social en las Instituciones Educativas aún no fue reglamentada. De todos modos esto no impide que cada jurisdicción tome este asunto como prioritario en su agenda de gobierno. Desde la Subsecretaria de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural venimos desde el mes de mayo de 2013 trabajando en la implementación de mecanismos y dispositivos para concientizar, prevenir e intervenir sobre estas conductas en oportunidades invisibles o invisibilizadas de acoso o violencia entre pares, niñas, niños y adolescentes. Hemos impulsado en conjunto con el Ministerio de Educación y el Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad acciones de fortalecimiento de las prácticas institucionales que alienten la convivencia en la diversidad. Llevamos a las escuelas los talleres “Educando en la Diversidad”, que tienen por objetivo trabajar en el reconocimiento de estas situaciones por parte de alumnos y docentes, prevenir estas conductas desde la reflexión activa y participativa. Ya han pasado 2500 alumnos y más de 600 docentes por esta experiencia inicial de 7 meses. Hemos constituido un Centro de Orientación como dispositivo de consulta para directivos, docentes y alumnos de escuelas donde se reciben situaciones de acoso y/o violencia a partir de las cuales se realizan intervenciones en aulas.
Todos los actores estatales con capacidad de decisión e intervención debemos reforzar nuestro trabajo integral e inter-jurisdiccional en la prevención porque es el único camino para erradicar la violencia entre los jóvenes.