La respuesta es el pluralismo

La Argentina tempranamente en 1968 ratificó la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial y la incorporó a su plexo normativo por Ley Nº 17.722. Tenemos una sociedad plural, diversa y que reconoce las diferencias como una riqueza en el diálogo y la convivencia pacífica.

De todos modos, podemos reconocer la existencia de diferentes discursos racistas y xenófobos, de formas de racismo que simbólicas y en ocasiones violentas físicamente y que en muchos casos por omisiones u acciones del Estado y de otros actores vulnera y niega derechos. Según el último informe del Mapa de Discriminación del INADI del 2013, en la Ciudad Autónoma de Buenos aparece como primer tipo de discriminación el “Ser Migrante”. También hay algunas manifestaciones preocupantes de estigmatización y xenofobia antisemitas e islamofobicas. Y hay dos poblaciones invisibilizadas y que especialmente son víctimas de racismo y discriminación: los afrodescendientes y los gitanos.

Desde el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, venimos trabajando hace ya ocho años con el objetivo de erradicar estas prácticas minoritarias pero que en definitiva nos alejan de una cultura de Derechos Humanos. Tomamos como lineamientos de nuestra gestión a la ”Declaración y el Programa de Acción de Durban aprobadas en la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia. La idea de pluralismo cultural es la que nos mueve en el sentido de incluir e integrar desde las diferencias, lo que implica la promoción del respeto entre culturas pero también el intercambio. Celebrar las particularidades, generar una política de reconocimiento del otro en el espacio público, promover la cultura de los migrantes, generar espacios de intercambio y entendimiento entre las colectividades son algunos de los ejes de nuestras políticas públicas con enfoque en derechos humanos. Reconociendo que somos un mosaico de identidades, en el que cada parte brilla por su peso especifico, es que construimos una sociedad con más y mejor convivencia e integración.

Nuestro país ha tenido avances significativos con la creación del Instituto para la lucha contra la Discriminación Racial, la Xenofobia y el Racismo (INADI) –promovido de manera mancomunada en 1995 por la DAIA, FEARA y APDH entre otros organismos de derechos humanos-, la implementación del Plan Nacional contra la Discriminación, y el reconocimiento de la competencia del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de Naciones Unidas (CERD) para recibir y examinar comunicaciones de personas o grupos de personas comprendidas dentro de la jurisdicción de la Argentina que aleguen ser víctimas por parte del Estado Nacional de violaciones a los derechos estipulados en la Convención Internacional.

Sin embargo, compartimos la preocupación del Comité (CERD) respecto a la falta de actualización y ampliación de la legislación en materia de actos discriminatorios que incorpore la discriminación racial como delito tipificado penalmente; la falta de nombramiento desde 2009 del Defensor del Pueblo de la Nación; la persistencia en el Estado y en algunos ámbitos públicos y sociales de prejuicios y estereotipos negativos que afectan, entre otros, a los pueblos indígenas, a judíos, musulmanes y afrodescendientes; la necesidad de reforzar las actividades de capacitación de la policía y de los funcionarios de la justicia penal sobre los mecanismos y procedimientos de la legislación nacional en el campo de la discriminación racial; la jerarquización del INADI mediante la designación de un Presidente que concluya el largo período de intervención del organismo.

Todos desafíos que redoblan nuestro compromiso por trabajar de manera conjunta por la eliminación de la discriminación racial en nuestro país y en nuestra región latinoamericana.

Para erradicar la violencia entre los jóvenes

Una vez más nos enfrentamos con la realidad de casos de violencia entre niños y jóvenes que esta vez termina con la vida de una chica de 17 años en Junín, y con otra niña de 8 años internada por una golpiza en Hudson. No importa el lugar o el tiempo porque esta es una escena recurrente de nuestras escuelas, nuestras calles y barrios. Allí confluyen la intolerancia, el desprecio hacia el otro y la discriminación. En estos hechos de violencia hay no solamente un acto de agresión brutal y repudiable como el de estos días, sino también omisión por parte de muchos otros jóvenes que miran como testigos activos lo que acontece. El carácter ordinario, encadenado y estructural que tiene la violencia para niños y adolescentes, hace que resuelvan sus conflictos interpersonales y grupales por medios violentos. Muchas veces ante la pasividad de los adultos y de sus familias que no saben o no pueden abordar el problema, o en otros casos son parte de la cadena de violencia. Entonces estamos frente a un emergente social que nos pone en alerta.

Es cierto que la Ley nacional 26.892 para la Promoción de la Convivencia y el Abordaje de la Conflictividad Social en las Instituciones Educativas aún no fue reglamentada. De todos modos esto no impide que cada jurisdicción tome este asunto como prioritario en su agenda de gobierno. Desde la Subsecretaria de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural venimos desde el mes de mayo de 2013 trabajando en la implementación de mecanismos y dispositivos para concientizar, prevenir e intervenir sobre estas conductas en oportunidades invisibles o invisibilizadas de acoso o violencia entre pares, niñas, niños y adolescentes. Hemos impulsado en conjunto con el Ministerio de Educación y el Ministerio de Justicia y Seguridad de la Ciudad acciones de fortalecimiento de las prácticas institucionales que alienten la convivencia en la diversidad. Llevamos a las escuelas los talleres “Educando en la Diversidad”, que tienen por objetivo trabajar en el reconocimiento de estas situaciones por parte de alumnos y docentes, prevenir estas conductas desde la reflexión activa y participativa. Ya han pasado 2500 alumnos y más de 600 docentes por esta experiencia inicial de 7 meses. Hemos constituido un Centro de Orientación como dispositivo de consulta para directivos, docentes y alumnos de escuelas donde se reciben situaciones de acoso y/o violencia a partir de las cuales se realizan intervenciones en aulas.

Todos los actores estatales con capacidad de decisión e intervención debemos reforzar nuestro trabajo integral e inter-jurisdiccional en la prevención porque es el único camino para erradicar la violencia entre los jóvenes.