Sería imposible explicar nuestra identidad argentina, y en especial la porteña, sin reconocer el aporte de las distintas corrientes inmigratorias que conforman nuestra sociedad.
Cuando hablamos de colectividades no sólo hacemos referencia a un tiempo pasado para recordar el enorme esfuerzo que hicieron nuestros mayores entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Nos referimos también al enorme y constante aporte que las colectividades y las corrientes inmigratorias realizan hoy en el país, de manera individual y a través de sus numerosas instituciones.
Es necesario como Estado y como sociedad reconocer el trabajo de las más de 50 colectividades que conviven y se desarrollan en nuestra ciudad. Recorrer y acompañar sus entramados institucionales es lo que nos permite descubrir lo que sucede en ellas como conjunto. Dentro de las organizaciones educativas, confesionales y laicas, clubes deportivos, instituciones de solidaridad y beneficencia, centros de salud, hogares para adultos mayores, entidades para discapacitados, centros culturales, bolsas de trabajo, asociaciones profesionales, centros recreacionales y demás.
Si somos capaces de entender esta descripción, será fácil comprender entonces que en esos lugares por sobre todas las cosas brilla la vida. Y también que quizás lo más interesante es que ese poderoso tejido institucional se sostiene por sobre todas las cosas en los valores más nobles: la solidaridad, la fe, la dignidad, el respeto, el esfuerzo compartido, el deseo de superación, la vocación de servicio, el voluntariado, el diálogo, el respeto y el encuentro.
Estos valores, que tienen enorme vigencia en la actualidad, fueron y son posibles gracias a la vocación de encuentro que nos caracteriza inmigrantes que formamos parte de una comunidad. Es ella la que nos permite recibir e integrar sin prejuicios al prójimo y nos hace entender que la diferencia y la diversidad nos enriquece. Es este el camino que tenemos que seguir como política de estado en Derechos Humanos, procurando siempre la convivencia y la integración, desterrando el prejuicio y la discriminación.
Este es el cuarto año consecutivo en el que organizamos para el 25 de mayo en el Parque Patricios el evento Las Colectividades Celebran la Patria. Las miles de personas que se acercan a compartir, mirar los espectáculos en vivo o visitar los stands gastronómicos y culturales, e incluso la fecha patria, son sólo una excusa para volver a celebrar la diversidad cultural dentro del programa Buenos Aires Celebra.
Lejos del caduco concepto de crisol de razas, Buenos Aires se abre al mundo como un verdadero mosaico de identidades. Mientras en el crisol todo se destruye para producir algo nuevo, el mosaico brilla porque permite que cada componente esté presente y brille por sí mismo.
Por eso, este 25 de mayo celebremos la patria junto a los alemanes, armenios, austriacos, bolivianos, brasileros, chilenos, colombianos, croatas, daneses, dominicanos, ecuatorianos, escoceses, eslovenos, sirios, franceses, gitanos, griegos, haitianos, holandeses, indios, irlandeses, italianos, japoneses, judíos, libaneses, mexicanos, nigerianos, peruanos, polacos, portugueses, rusos, senegaleses, taiwaneses, ucranianos y todos los que formamos parte de ella.
Celebremos, ante todo, nuestro encuentro permanente y la enorme dicha de ser una sociedad pluricultural