El gobierno nacional tardó diez años en llevar la Secretaría de Cultura de la Nación a la villa 21. Extraña demora para quien la política cultural consiste en cristalizarla en el mundo de la pobreza, en la idea de construir ghettos culturales para los desamparados, similar a la política del subsidio.
Haciendo de la villa el horizonte civilizatorio en el cual los marginados deben moverse. Y quedarse, en lo posible, para siempre. Seguramente no es lo que desean pero, por las naturales contradicciones del progresismo, es lo que promueven. De todos modos algo es algo y el hecho de por sí auspicioso y festivo no encontró al secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, del mejor humor ni con la generosidad propia del funcionario satisfecho por la labor cumplida.