Ayer en la madrugada, a poco de medianoche, la sala 6 del tribunal de casación penal italiano absolvió al doctor Silvio Berlusconi (SB), ex senador, ex caballero de la Republica y ex primer ministro italiano, de 78 años de adad.
Don Silvio, el mismo de siempre, admirado por muchos y muchas, y odiado por otros tantos, no es culpable del delito de “concusión” y prostitución de menores de edad (infantil). Esto no significa que los delitos no hayan existido, solo que él no es responsable por ellos.
Es muy interesante el enfoque dado por la nueva defensa que reconoce que en la casa de Berlusconi, en las cercanías de Milán, un megapalacio en Arcore, hubo fiestas “a luci rosse” . Se refiere a las luces rojas de los prostíbulos, reconociendo que allí se ejerció la prostitución, es decir hubo fiestas, sexo pagado, bailes con disfraces eróticos, cuando todavía Don Silvio era Primer Ministro Italiano.
Primera conclusión: a SB le gustan las fiestas. Esto no es un delito.
Si alguna de estas muchachas, partícipes habituales, es menor de edad y no lo parece, no lo dice expresamente, y quien mantiene relaciones con ella no lo pregunta, no comete del delito de inducción a la prostitución de menores de edad. Curioso.
Es el caso de la señorita “Ruby Rompecorazones” -en verdad Karima El Mahroug, nacida en Marruecos y con 17 años en el 2010- que según se sospecha (ambos lo niegan) mantuvo reiteradamente relaciones sexuales con SB.
El otro hecho imputado al ex Cavaliere es el de “concusion”. Los hechos: corría la noche tarde del 27 de mayo de 2010, SB en París a la espera de una reunión política con Nicolas Sarkozy al día siguiente. Se acerca el jefe de su custodia y le cuenta que en Milán está presa la hermosísima muchacha que tanto le gusta, Ruby, acusada de haber robado 5 mil euros a su compañera de cuarto (otra prostituta VIP). Ruby aseguraba además ser la sobrina lejana de Hosni Mubarak, el entonces presidente de Egipto (más tarde reconoció que esto era mentira)
Don Silvio de inmediato requirió hablar por teléfono con el jefe de policía de Milán. A esa hora no estaba en su oficina -era pasada la medianoche- y fue atendido por el número tres de la jefatura, a quién “pidió” que dejara en libertad a Ruby y se la entregara a una funcionaria de la municipalidad de Milán que se haría responsable de ella. La intención era, supuestamente, evitar un conflicto internacional con Egipto.
El funcionario -convencido, no inducido- por la autoridad del Premier italiano dispuso la entrega de Ruby a la colaboradora ya mencionada.
Ostuni, así se llama el policía, declaró no haberse sentido amenazado ni tentado por una promesa de recompensa, por ende, no hubo delito de concusión. Los hechos ocurrieron, pero no constituyen delito para la persona de SB. Interesante estas conclusiones, que descalifican la sentencia de primera instancia que había condenado a Berlusconi a 7 años de cárcel e inhabilitación perpetua.
La lectura entonces es esta: las juezas (tres) de primera instancia que condenaron a SB lo “persiguieron” simplemente por ser quien es, no por lo que presuntamente había hecho, perdiendo ecuanimidad e imparcialidad. Las juezas deberán pagar por esto, sin duda alguna. Les costará dinero y desprestigio, se llama responsabilidad penal y civil de los jueces, quienes deben responder cuando “mortifican” a alguna persona simplemente por ser pública.