Cerca de cien mil adherentes, quince mil combatientes bien entrenados y mejor armados, siete frentes abiertos y en conflicto armado permanente en solo 2 años. Estos son los datos actuales del poderío del ISIS, el califato islámico o el Estado Islámico.
En Occidente se decidió no llamar al ISIS “califato” o “Estado” para que no se le reconozca formalmente esa categoría al grupo armado terrorista. Se prefiere “la ola negra” (como si fuera una mancha de petróleo en el mar), “las fuerzas del ISIS”, “Daish”, que es el acrónimo anglosajón del Estado Islámico en Iraq y el Levante.
Más allá de la figura de la mancha de petróleo que se extiende sobre la superficie del mar, metáfora que pretende contarnos cómo el ISIS ocupa territorios en frentes distintos, significa también la apropiación por parte de las tropas del califato de los pozos de petróleo y el control de la economía de los territorios que va ocupando. Hoy se autoabastece de fondos con el contrabando de ese petróleo; ya no le hacen falta Catar u otros financiadores.
Un movimiento nacido hace apenas dos años sobre las ruinas de un Iraq maltrecho, recuperado para saquear su petróleo y no para reorganizarlo como Estado verdadero, sumado el desastre humanitario de Siria, que tiene ya cerca de 4,5 millones de sus pobladores expulsados, emigrados, perdidos en un mundo que poco los quiere fuera de ese país. Continuar leyendo